Cultura

El derecho a ser algo más que una rata

Rígola es el único que puede tocar a Roberto Bolaño sin estropearlo. Este montaje lo demuestra. Se trata de El policía de las ratas, en el teatro Abadía.

Mientras Pepe El Tira habla, un goteo insistente repiquetea sobre la baldosas blancas del escenario. Colgada de un alambre, una bolsa de sangre se vacía más despacio de lo que cabría esperar. La pequeñísima mancha que forman juntas dos gotas, luego tres, cuatro, cinco…  crece a los pies de un hombre que declama. Es, lo dijimos ya, Pepe El Tira, el policía, quien con las manos manchadas afirma, casi como un mantra: “Las ratas no matan a las ratas”. Pero se equivoca, porque lo hacen. Él ha conseguido ya tres cadáveres.

Adaptado de manera magistral por el dramaturgo catalán Alex Rígola, el relato de Roberto Bolaño, El Policía de las ratas, se representa en el teatro La Abadía hasta el 23 de febrero. Hay quienes insisten en que a Bolaño no sólo se le debe un hígado, sino una lectura -por favor- más profunda. No más plañideras. Y justamente a eso – a pensar a Bolaño en lugar de añorarlo- se ha dedicado desde hace ya un tiempo el director treatral Àlex Rigola, quien después de adaptar la novela 2666 se atreve ahora este relato del chileno, que ya estrenó en  julio en la Biennale veneciana y llevó luego al Lliure el pasado otoño.

El policía de las ratas es un cuento de Bolaño publicado dentro de la recopilación El gaucho insufrible y que empieza como un homenaje a un relato corto de Kafka, Josefina la Cantora o El pueblo de los ratones, en el que la protagonista es "una rata artista". El relato –y por ende la obra- narra la historia de Pepe El Tira, un comisario de policía sobrino de Josefina la Cantora, aquella rata imaginada por Kafka "cuyos chillidos provocaban una tristeza extrema en los espectadores de primera fila". La idea del artista como un proscrito, como ser defectuoso, planea alrededor de toda la historia.

Interpretado en escena por Joan Carrera, Pepe El Tira pone en marcha un soliloquio que comparte con un forense, el polivalente Andreu Benito. En una adaptación impecable del texto de Bolaño, este inspector narra una serie de asesinatos y sus pesquisas para dar con el autor de unos crímenes que asolan las tuberías. Entremedias, el espacio para la reflexión sobre la diferencia, el individuo y lo extraño: pequeña pieza en la contabilidad de los poderes políticos y económicos. Las almas de Kafka y Bolaño se destilan, se vacían como la bolsa de sangre, en una puesta escena sencilla pero suficiente para hacer lo que Bolaño: estremecernos, sacudirnos.

Se trata de una historia detectivesca sobre la diferencia y el arte. El reverso de una fábula en el que los animales se vuelven humanos. Un relato duro y cruel sobre la vida bajo las alcantarillas, trasunto de una sociedad alienada, apartada de toda luz y en la que la reflexión sobre el propio individuo nos propone la posibilidad de ser algo más que una rata, un roedor apartado, que forma colonias y resiste a las pestes, que vive en los márgenes, apestado, apartado. "Las ratas no matan a las ratas", dice Pepe El Tira. Y se equivoca. Porque sí lo hacen.

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