Las últimas tres galas de los premios Goya han sido especialmente delicadas, aparatosas, reivindicativas, cargantes... Empiezan calentitas ya desde la alfombra roja -el año pasado los trabajadores de Coca-Cola protestaban por el ERE que afecta a la empresa en España-, y terminan en incendio: es decir, lo que comienza con no pocos dardos al Gobierno -diana favorita de un sector apaleado por la crisis y los recortes- suele acabar en paliza política, ya sea con Enrique González Macho, presidente de la Academia, aludiendo al ministro de Hacienda, Cristóbal Montoro, por el IVA del 21% o Candela Peña admitiendo en público que tiene tres años en paro.
Pero éste es, en teoría, un buen año para un sector que ha conseguido una recaudación histórica de 130 millones de euros. De no tener apoyo económico y verse afectados por un IVA que convierte el cine en algo prohibitivo, el cine español ha pasado a tener una oferta económicamente viable, que entiende que lo cinematográfico tiene que pasar, a veces, por la troncha del entretenimiento a la vez que puede producir artefactos más elaborados. El Niño y La isla mínima, las dos cintas con más nominaciones, dibujan muy bien las dos concepciones de una misma empresa.
Dani Rovira espolvoreará la gala de Los Goya con el glasé del buen rollito de Ocho apellidos vascos.
Pero lo dicho: este año hay dinero en caja y el propio sector ha conseguido sobreponerse, sin ayuda de otra instancia distinta de sí mismo. Así que el monologuista de turno elegido para la ocasión –de un tiempo a esta parte, quizá para hacer la gala más televisiva, sólo se escogen cómicos-, Dani Rovira –que espolvoreará la gala con el glasé del buen rollito de Ocho apellidos vascos-, podrá permitirse chascarrillos menos reivindicativos o por lo menos no manifiestamente militantes. Que es una gala, no un pleno del Congreso de los Diputados –y eso que la Academia ha invitado al socialista Pedro Sánchez, que no a Pablo Iglesias-.
Ya en sus dos galas anteriores, la presentadora Eva Hache se aplicó a fondo contra todo y contra todos: el Gobierno, la Casa Real, los recortes, Mariano Rajoy, José Ignacio Wert, Montoro. En aquella ocasión, el discurso de Eva Hache levantó ronchas en el sector. “No era la noche de Eva Hache, era la noche del cine. No te dan dos horas en prime time para protestar, sino para entregar unos premios”, comentó ese año a Vozpópuli una fuente de la Academia. El fin de la gala, entretener, se vio aparcado para algunos en una ceremonia larga llena de chascarrillos. “Parecía más un programa de la Sexta”.
Todo sea dicho: el desplante hecho por Wert fue mayúsculo, catedralicio, casi obsceno.
Aunque el cambio de Hache por Manel Fuentes, suavizó o descargó lo que parecía a veces una homilía o un elogio a la queja, el presentador de la 28 edición no se quedó atrás: "¿De verdad que no ha venido el ministro? Con lo que le hubiera gustado ver esto (…) ¡Por fin una sala de cine llena! Y en la que ni siquiera hubiera tenido que pagar el 21 por ciento del IVA cultural de la entrada”. Todo sea dicho: el desplante hecho por Wert fue mayúsculo, catedralicio, casi obsceno. “No puedo estar en dos sitios a la vez”, dijo el ministro de Educación, Cultura y Deporte, José Ignacio Wert. Así aludía Wert la reunión que le impidió acudir a la gala. Se trató de un encuentro con su homólogo británico. La cita no sólo fue solicitada por el gobierno español 11 días antes de la gala -cuya fecha se conoce desde abril del año pasado-, sino que duró poco menos de un cuarto de hora.
El asunto fue, en toda la regla, una provocación de la que todo el mundo se hizo eco, incluyendo, claro a los más dados a opinar políticamente, como el actor Javier Bardem aprovechó su participación como presentador del Goya a la mejor interpretación femenina de Reparto para chinchar al PP: “Nuestro cine está muy por encima de nuestro ministro de anti-cultura”, dijo. La pregunta es, acaso, ¿cuál será el tono de la 29 Gala de los Premios Goya?, ¿celebratoria?, ¿conciliadora?, ¿Buenrollista? La elección de Dani Rovira da una idea de por dónde pueden ir los tiros. Aunque Enrique González Macho ya lo advirtió: el suyo no será, en esta ocasión, un discurso combativo.
La Isla Mínima, de Alberto Rodríguez, y El Niño, de Daniel Monzón, son las favoritas para la 29 edición de los premios Goya, cuya gala de entrega se celebrará este sábado 7 de febrero a partir de las 22.00. La primera ha conseguido 17 nominaciones mientras que 'El Niño' ha logrado 16, desbancando a Mar Adentro que era, hasta el momento, la cinta que mayor número de nominaciones había conseguido, con 14.