En un país en el que la inflación supera el 50%, apenas se consigue leche o papel higiénico y una persona es asesinada cada 20 minutos, la homosexualidad también es un tema. En la última campaña electoral por la presidencia que se celebró en Venezuela, el candidato designado por Hugo Chávez para sucederle, Nicolás Maduro, descalificó a su opositor Henrique Capriles llamándole “mariconzón”. Un velo de machismo y repudio envuelve un asunto -aparentemente- ya superado en otros países. Esa es la situación que el director de cine Miguel Ferrari ha reflejado en Azul y no tan rosa, su primera película, que participará este domingo en la carrera de los Premios Goya. De conseguirlo, sería el primero para el cine venezolano.
Azul y no tan rosa, rodada en Venezuela y estrenada en 2012 –todavía Hugo Chávez estaba vivo y ocupaba la presidencia-, cuenta la historia de Diego, un fotógrafo gay cuya pareja sufre un ataque homófobo. "Hice esta película para llamar la atención, para hablar de aquello de lo que no se habla por prejuicios. En Venezuela la homosexualidad es un prejuicio y seguirá siéndolo", explica Miguel Ferrari, quien desde hace más de 15 años vive entre Caracas y Madrid.
Reconoce el cineasta venezolano que la idea de llevar a cabo este filme surgió hace algunos años, cuando en España se debatía todavíala aprobación del matrimonio homosexual. Al ver que en un país europeo había todavía sectores "que se echaban las manos a la cabeza", Ferrari comenzó a plantearse cómo sería esa misma situación en Venezuela. Ese fue el tema que escogió para poner en marcha su primer largometraje.
"La legislación a favor del matrimonio gay en España generó debates que me sorprendieron. En ese entonces, pensé, que ese tema estaba superado, al menos en Europa. Y me pregunté... ¿cómo sería esto en mi propio país? Es cierto que sigue vigente otros lugares. Hay que ver Francia para comprobarlo, y qué decir de Rusia. El tema está presente. Son las angustias del ser humano. En ese sentido, el filme es universal. Es una necesidad de respeto. Por eso creo que la película le habla a todos, independientemente de la orientación de cada quien", dice el joven director venezolano.
Convencido de que las agresiones que involucran el tema homosexual no son reseñados por los medios, Ferrari inició una labor de investigación y descubrió que aún hoy se siguen produciendo crímenes homófobos. De hecho, pocos días antes de estrenar la película en Venezuela “un chico que salía de una discoteca de ambiente fue rociado con gasolina y quemado”, tal y como comenta Juan Carlos Lares, uno de los actores del filme, quien se encuentra en Madrid junto con el resto del equipo para asistir a la gala de los Goya.
“Obviamente es un tema que quizás en España está superado, pero en Venezuela no. Por ejemplo, el ahora presidente Maduro desprestigió a su opositor llamándole homosexual. Lo que quiere decir que en Venezuela ser homosexual todavía es un insulto. En nuestro país, como en muchos otros lugares de América Latina, este tema es un tabú”, cuenta Lares. Y para muestra, la frase de uno de los personajes de la cinta: "Prefiero que mi hijo sea delincuente y no un maricón".
En su estreno en Venezuela, el largometraje Azul y no tan rosa se convirtió en una de las películas más taquilleras de la historia del país: 600.000 espectadores. De hecho, se mantuvo ocho meses en la cartelera, una longevidad que toma por sorpresa al propio director, Miguel Ferrari.
Dar la pelea por el primer Goya
Azul y no tan rosa está nominada a los premios Goya de este año en la categoría Mejor cinta iberoamericana. Su director, Miguel Ferrari, lo tiene muy claro: “Batallará y dará la pelea” por conseguir para su país el primer trofeo en este certamen.
La última vez que una película venezolana quedó nominada a un Goya en la categoría de Mejor Película Iberoamericana fue en 1999, con Amaneció de golpe, una cinta de Carlos Azpurúa que recrea el fallido golpe de Estado liderado por el fallecido líder Hugo Chávez en 1992, seis años antes de que llegara al poder.
En estos premios Goya la película de Ferrari competirá con Wakolda/El médico alemán, de la argentina Lucía Puenzo, sobre la figura del científico nazi Josef Mengele; Gloria, un drama del chileno Sebastián Lelio, y La Jaula de Oro, primera película de Diego Quemada-Diez y que aborda el drama de los emigrantes que tratan de cruzar clandestinamente de México a Estados Unidos.
El pasado mes de septiembre del 2013, otra película venezolana sobre la homofobia y la intolerancia, Pelo Malo, se hizo con la Concha de Oro a la mejor película en la 61ª edición del festival de cine de San Sebastián. El filme, de Mariana Rondón, planteaba no sólo una reflexión sobre la desigualdad y tolerancia en la sociedad venezolana, sino también una muestra de las muchas formas de violencia latentes en una sociedad todavía dominada por valores machistas.