Es un clásico de la literatura castellana. Acaso la historia de amor y muerte por antonomasia, de juventud y vejez, del roce entre la clase acomodada y el lumpen, en una sociedad viciada por la preocupación por la “limpieza de sangre”, donde por otra parte prima una venalidad feroz. Comedia en su versión original, y luego ampliada cual tragicomedia, La Celestina se estrena este miércoles en el Teatro de la Comedia en una versión del actor y director teatral, de más de académico de la RAE, José Luis Gómez. Se trata de una coproducción de la CNTC con el Teatro de la Abadía que podrá verse hasta el 8 de mayo. Gómez interpretará a la alcahueta vieja que durante años ha servido para ilustrar la corrupción moral.
Después de su reencuentro con los Entremeses cervantinos para celebrar el vigésimo aniversario de La Abadía y el apasionante proyecto Cómicos de la lengua desarrollado por la RAE, el hombre de teatro y académico José Luis Gómez aborda uno de los grandes textos dialogados en nuestro idioma, La Celestina. “Una obra crucial en el desenvolvimiento y plenitud de nuestra literatura y de nuestra lengua”, en palabras de Juan Goytisolo. Sin duda, el personaje de Celestina constituye el tipo universal de la vieja bruja, hechicera y alcahueta; la lisonja y la corrupción de quienes ejercer la lisonja. Pero hay más, mucho más. Las únicas leyes que rigen el universo de ruido y de furia de este texto son las de la soberanía del goce sexual y el poder del dinero. Sujetos a los impulsos de un egoísmo sin trabas, en un mundo en donde los valores consagrados devienen en asuntos mercantiles, los personajes de La Celestina no conocen otra ley que la inmediatez del provecho.
Una de las peculiaridades de La Celestina, como señalaba el académico Francisco Rico, es que su autor, el bachiller Fernando de Rojas, en vez de seguir la costumbre de limitar a sus personajes a un registro humorístico, concede a los personajes de baja condición social “una atención y una hondura insólitas hasta tiempos mucho más tardíos en la historia de la literatura occidental”. Otros atractivos de La Celestina residen en su curiosa naturaleza híbrida entre narrativa y teatro, el tesoro de refranes históricos que recoge y, cómo no, la belleza de su lenguaje. Su vigencia resulta tremenda.
La importancia que tiene representar una obra como esta aprovecha el hecho literario a la vez que lo trasciende. El sentido trágico que esta obra ha proyectado hasta nuestros días, no se inscribe tanto en la historia del amor desastrado entre dos jóvenes amantes —Calisto y Melibea—, “como en el hondo drama del hombre en lucha contra la enajenación” desde el Renacimiento a nuestros días, tal y como ha explicado el propio José Luis Gómez. El individualismo en la era moderna despierta en el hombre la voluntad de hacerse dueño de su propio destino, de asegurarse, como pretenden los personajes de Rojas, un área de autonomía en su vida personal. Aventuro que es ahora cuando se ha alcanzado el resultado del exceso de esa conducta individualista.
La obra comienza cuando Calisto ve casualmente a Melibea en el huerto de su casa, donde ha entrado a buscar un halcón suyo, pidiéndole su amor. Esta lo rechaza, pero ya es tarde, ha caído violentamente enamorado de Melibea. Por consejo de su criado Sempronio, Calisto recurre a una vieja prostituta y ahora alcahueta profesional llamada Celestina quien, haciéndose pasar por vendedora de artículos diversos, puede entrar en las casas y de esa manera puede actuar de casamentera o concertar citas de amantes; Celestina también regenta un prostíbulo con dos pupilas, Areúsa y Elicia. Para sacar provecho de al alcahuetería, se hará con ayuda de criados a los que intentará timar.
El recorrido de esta versión de La Celestina llegará a Logroño, en el Teatro Bretón los días 14 y 15 mayo; en Zaragoza, en el Teatro Principal, del 20 al 22 de mayo; Valladolid Teatro Calderón del 27 al 29 de mayo y Cáceres Festival de Teatro Clásico 17 y 18 de junio.