Santa Teresa fundó 17 conventos en 20 años: Ávila, Medina del Campo, Ciudad Real, Valladolid, Salamanca, Segovia, Jaén, Sevilla, Murcia, Granada... Los últimos tres –los de Burgos, Soria y Palencia- los fundó entre 1581 y 1582, el año de su muerte. "Santa Teresa habría sido muy buena empresaria y sin duda una gran líder", asegura Espido Freire a Vozpópuli al referirse a la fundadora de las Carmelitas descalzas, una mujer de cuyo nacimiento se cumplen 500 años este 2015.
En las páginas de Para vos nací. Un mes con Teresa de Jesús (Ariel), a modo de diario, la escritora bilbaina se acerca a la figura de esta religiosa, mística, ideóloga, poeta y escritora. Revela a una mujer profundamente moderna, con una capacidad prodigiosa de desobediencia con respecto a lo establecido; alguien que dejó a un lado los prejuicios de clase y admitió en sus conventos a personas conversas en un momento en el que "judíos y moriscos estaban aún siendo quemados por su sangre o procedencia". “Supuso la irrupción en la Iglesia de un pensamiento original, creativo y único”, asegura Freire en el texto.
"Vivió momentos de una gran inestabilidad psicológica, y de una somatización que le hacía sentir en carne lo que elaboraba en su cabeza"
Al momento de hablar de la posición que asumió para trabajar a Santa Teresa como personaje, Espido Freire se define a sí misma como agnóstica, algo que no le impidió aproximarse, asegura, a la compleja personalidad de Teresa de Cepeda y Ahumada, una agraciada y noble joven abulense que abrazó la vocación religiosa y la vivió con intensidad y angustia. "Teresa padeció mucho de espíritu. Su mente atravesó tormentas y tormentos, y muy pocas veces encontró la paz, sobre todo durante sus primeros cuarenta años. Vivió momentos de una gran inestabilidad psicológica, y de una somatización que le hacía sentir en carne lo que elaboraba en su cabeza", asegura Freire.
Freire (Bilbao, 1974) debutó como escritora con Irlanda (1998), novela que recibió una acogida entusiasta de la crítica y fue galardonada con el Premio Millepage, otorgado por los libreros franceses a la novela revelación extranjera. En 1999 apareció Donde siempre es octubre y seis meses más tarde se convertía en la ganadora más joven del Premio Planeta con su obra Melocotones helados (1999). Sus otras novelas son Diabulus in musica (2001), Nos espera la noche (2003), Soria Moria (ganadora del Premio Ateneo de Sevilla 2007), La diosa del pubis azul (2005) y su última novela, La Flor del Norte (2011).
-¿Qué es Para vos nací? ¿Una biografía alternativa, un diario , una meditación suya sobre Santa Teresa?
- Es una aproximación y una propuesta para un lector que posiblemente conozca ya los hechos principales de Teresa de Jesús y que no quiera una biografía convencional, sino que pueda acercarse de maneras diversas. No es un libro de curiosidades pero es posible que encuentre circunstancias menos abordadas. Y es, por encima de todo, el estudio de una escritora hecho por otra escritora.
"Para vos nací es el estudio de una escritora hecho por otra escritora".
-¿La vocación religiosa fue el modo de conseguir la vocación lectora, literaria y filosófica?
-En el caso de Teresa de Cepeda, a diferencia de Sor Juana Inés de la Cruz, ella llega a la vocación religiosa casi por casualidad. La vocación literaria ya existía desde antes. De niña intentó escribir una novela. Su adolescencia fue complicada: era guapa, tenía dinero, lo más lógico es que estuviese destinada a ser madre y esposa como lo fueron sus hermanas.
-¿Entonces?
-Justamente, para apartarla de unas amistades frívolas, su padre la envía a estudiar al convento. Entonces ella decide quedarse ahí. Lo que la empuja es el miedo que recupera al infierno, condenarse. Que ella adoraba las palabras está fuera de toda duda, pero no creo que se planteara ser escritora.
-Plantea distintas hipótesis para su misticismo, entre ellos la posibilidad de una enfermedad psíquica.
- A ese tema he dedicado mucho tiempo. Está claro que tuvo enfermedades físicas reales. A los 20 años una meningitis, luego se rompió un brazo (hubo que volver a fracturárselo porque se lo trataron mal). Padecía graves alteraciones psicológicas, que no necesariamente eran neuronales. Las visiones pueden explicarse de manera muy variadas: desde autoinducción hasta epilepsia. De lo que no hay duda es de que ella creía genuinamente en Dios. Creo que gran parte de sus dolencias eran somáticas. Aunque tenía un empuje y una energía tremenda En el momento en que ella puede ejecutar su plan fundador de 17 conventos sólo la detiene la muerte.
"Las visiones pueden explicarse de manera muy variadas: desde autoinducción hasta epilepsia"
-Una epopeya…
-Hacía falta una vitalidad desbordante, esta señora con 60 años estaba en los caminos, durmiendo en posadas, atravesando barriales, pasaban miedo por la noche… eso genera un estrés que incluso para la persona más enérgica, pasa una factura. Era una mujer de un carisma notable. Ganaba en el cara a cara, sus herramientas eran la dialéctica y la convicción. Era una gran seductora: de hombres, de mujeres, de grupos… Le preocupaba cómo mandar grupos, que es algo muy contemporáneo. Santa Teresa habría sido muy buena empresaria, se le daban muy bien los números. Cuando su padre murió, dejó a ella encargada de su herencia, eso no es síntoma de una mujer trastornada ni mucho menos.
-De haberse conocido ella y el Papa Francisco, se habrían llevado fenomenal
-O no… Porque a veces las personalidades arrolladoras chocan. Eso sí: los dos tienen un gran sentido del humor. Comparten la idea de un lenguaje llano, representan el cambio. Claro… Teresa no era perfecta, caía fatal a mucha gente.
-Pero sí era una mujer con una visión tremendamente adelantada para su época.
-Ella experimenta algo especialísimo y que los demás le dicen que no puede existir: las visiones. Allí se inicia un conflicto. Los confesores le dicen que son obra del diablo y ella comienza a dudar. Cuando habla con personas más instruidas llega a la conclusión de que es una cuestión entre Dios y ella. Es inusual: no sólo que lo experimente sino que lo exprese por escrito con intenciones literarias. Si eso ahora requiere valor, hay que imaginar cómo sería en un momento en que la inspección religiosa era rigurosísima. Siempre que escribe lo hace desde el yo. Aquí hay una lectura subjetiva y una reivindicación.
"No dejéis que os digáis que hacer, decía. Eso lo dijo sin ser feminista".
-Llamarla feminista no tendría mucho sentido, por la brecha histórica tan grande, que prácticamente nos empuja a verla como tal.
-Faltan siglos para el feminismo pero existía una corriente de desprecio hacia las mujeres, incluso literario. ¿Qué plantea ella? Pues, que a pesar de ser pobres, débiles e insignificantes, ella y las monjas que la acompañaban tenían cosas que enseñar. No dejéis que os digáis que hacer, decía. Eso lo dijo sin ser feminista.
-Pero sí desde la desobediencia.
-Era bastante rebelde, ella misma dice que el voto que más le costó fue el de la obediencia.
-¿Cuál ha sido el mayor obstáculo al momento de abordar a Santa Teresa?
-la tremenda complejidad y las contradicciones de su personalidad. Desde la adolescente a la que le gustaba seducir, y que se mantiene, de otra manera, en la mujer de 65. Una personalidad compleja nos intimida. Soy agnóstica y es muy complicado, incluso para los católicos practicantes, entender cuál es la relación con el misticismo. He intentado hacerlo con el mayor respeto.