Las obras comenzaron en 2008. Entonces estaba previsto que el Museo Arqueológico Nacional completase su renovación en 2011. Pero no fue así. Justo ese año, cerró sus puertas. Se habló de 2013 como fecha tentativa para volver a abrir; pero tampoco. Hasta que finalmente se dijo 2014. Si no ocurre nada distinto, en menos de un mes, el 1 de abril, estará listo para recibir al público general.
Ha sido una odisea. Desde los muchos contratiempos –que incluían una fumigación, un escollo de dotaciones o la agenda de quién estaría libre para inaugurar- hasta los sobrecostes. Los datos revelados por la Secretaría de Estado para la Cultura apuntaban que la fecha de entrega estaba contemplada para verano de 2011. El proyecto museográfico se entregó con unos meses de retraso, a la vez que la obra civil –originalmente presupuestada en 26,2 millones- se excedió en diez millones de euros: llegó a 36,7. A eso debe sumarse el dinero invertido -10 millones- para restauraciones puntuales y adquisiciones, que llevan la factura total a 65 millones de euros.
Fundado en 1867, por Real Decreto de Isabel II, en 1895 se trasladó a su ubicación actual, el Palacio de Bibliotecas y Museos, en el edificio de la calle Serrano. Su remodelación más importante se había llevado a cabo en los años setenta. En aquel momento se realizó una ampliación –de tres a cinco plantas-. El resultado final de las últimas obras aumentan la superficie total de exposición de 7.300 a 9.715 metros cuadrados –el museo en total sobrepasa los 30.000-.
En una entrevista concedida al periodista Tommaso Koch, Andrés Carretero, el director del Museo Arqueológico Nacional -nombrado en el cargo en 2010- manifestó que el suyo no tendrá visitantes, sino usuarios. La gente que acuda al museo recibirá un servicio, afirma. Tras las obras ejecutadas, piezas emblemáticas como las damas de Baza y Elche o el bote, recuperan protagonismo. Sin embargo, una de las tan cacareadas promesas de la reapertura será la exhibición –todavía sin fecha- del tesoro de la fragata Nuestra Señora de Las Mercedes, extraído del fondo del mar por los cazatesoros de Odyssey, recuperado en los tribunales y ahora depositado en el Museo Nacional de Arqueología Subacuática de Cartagena (Murcia).
De momento, uno de los primeros objetivos de la actual administración del Museo es duplicar las visitas: desde 200.000 hasta 400.000. Con esa intención, se han hecho modificaciones en el material divulgativo. Sin embargo, el MAN no las tiene todas consigo: la asignación presupuestaria para este 2014 es de 3,1 millones menos: de 42,47 a 39,36. Aunque en 1941 fue despojado de los fondos de arte, arqueología y etnografía americanos –ahora en el Museo de América- el Museo Arqueológico Nacional tiene una colección de más de 8.500 piezas; 2703 objetos prehistóricos y primitivos; 3033 de la edad media; más de 103 096 monedas de oro, plata, bronce y plomo, así como 3500 objetos procedentes de Asia, África, América y Oceanía.
Al comienzo de la Guerra Civil Española el Museo sufrió el robo de su colección de monedas de oro, así como del llamado Tesoro de los Quimbayas. Las monedas pasaron a engrosar en el llamado Tesoro del yate Vita, trasladado a México al término de la contienda, y del cual se apropió el dirigente socialista Indalecio Prieto. El destino de las monedas jamás se aclaró, si bien buena parte de las mismas parece que fue comprada por la Hispanic Society of America, cuya colección completa fue subastada en 2011 y parte traída de vuelta a España por Subastas Vico. Por suerte, el Tesoro de los Quimbayas fue localizado en Ginebra tras la guerra y volvió a España.