La City Opera de Nueva York, la segunda en importancia de las compañías operísticas de la ciudad, anunció hoy su cierre por no poder superar sus problemas económicos después de que un llamamiento urgente en busca de donaciones no recibiera suficiente respuesta.
La compañía, creada en 1944 con el objetivo de hacer la ópera más accesible a los neoyorquinos frente a la más cara y elitista del Metropolitan, afrontaba graves problemas económicos desde que hace dos años dejó el escenario del Lincoln Center para ahorrar costes.City Opera hizo a mediados de septiembre un llamamiento urgente al público en busca de contribuciones por valor de 7 millones de dólares para seguir existiendo, pero solo ha obtenido dos millones.
La representación del próximo sábado de Anna Nicole, la ópera sobre la vida de Anna-Nicole Smith será la última de la entidad, que anunció que se acogerá a la ley de bancarrotas.Cuando fue creada, la compañía fue llamada “la ópera del pueblo” por el entonces alcalde, Fiorello LaGuardia, y durante sus casi siete décadas de existencia ayudó a lanzar a jóvenes talentos como el tenor español Plácido Domingo (en los años 60) o la soprano estadounidense Renée Fleming.
En su época dorada, City Opera ofrecía un centenar de representaciones anuales, aunque en la pasada temporada apenas fueron dieciséis. Los problemas que han supuesto su final se originaron cuando la compañía comenzó a perder dinero de forma continuada a comienzos de la década pasada.
El New York Times recuerda en su página de internet que la puntilla final pudo ser la decisión del consejo de administración de escuchar la recomendación del belga Gerard Mortier, al que había contratado como director artístico, de cerrar durante un año (la temporada 2008-09), a fin de adecuar el escenario del Lincoln Center a las producciones innovadoras que pensaba programar.
Finalmente, Mortier se encontró con que su petición de un presupuesto anual de 30 millones de dólares anuales para producciones se había quedado en prácticamente la mitad, por lo que al final ambas partes suspendieron su compromiso y el belga no llegó a asumir el cargo.
En 2011, New York City Opera dejó el Lincoln Center para reducir costes, y aunque ello le permitió sobrevivir un tiempo, la falta de un escenario fijo acabó siendo su sentencia de muerte.