Servicios de la sala La Rivera el jueves por la noche, media hora antes de que arranque el concierto de Damas Gratis. “Che, vos sos español, ¿no? No te preocupés, está noche la vas a pasar bien”, me suelta un veinteñero que hace cola con la sonrisa de oreja a oreja. El comentario es normal, ya que las casi 2.000 personas que han agotado las entradas son todas latinoamericanas, esencialmente de Argentina, pero también uruguayos, paraguayos y mexicanos (a juzgar por las banderas). En Barcelona agotaron tres días en la mítica sala Apolo. Se puede ver un mar de camisetas oficiales albiceletes, pero no hay ninguna roja de nuestro combinado ni banderas rojigualdas. En España, los medios nunca nos han dado la oportunidad de conectar con estos pioneros y superventas de la cumbia villera (nacida en los barrios pobres del Gran Buenos Aires) y que podría enamorar igualmente a los fans de Camela y los de la Ruta del Bakalao. El show fue tan grandioso como su reputación.
Algunos llevamos gozando con ellos más de diez años, cuando nos electrizaron sus vídeos de Youtube, por ejemplo aquel donde cantaban sobre revueltas carcelarias en magazines televisivos. “Estamos hartos de tanta represión/ somos los dueños del pabellón”, volvió a cantar Pablito Lescano en La Riviera, porque en la vida de los pobres la cárcel no es algo que ves en Netflix sino una amenaza cotidiana en tu entorno (como bien saben quienes conocen el repertorio de nuestra rumba barrial de los años setenta y ochenta). “Abríme la celda que me quiero ir/ a mí no me importa morir”, coreaban cientos de seguidores rendidos, cada uno pensando en sus prisiones particulares. Pocas dudas quedan ya de que estamos ante unos clásicos de la canción popular latinoamericana, a los que tendrán que recurrir los sociólogos del siglo XXII para conocer la realidad de los excluidos de nuestra época.
Damas gratis de abajo
Dos versiones, aparentemente ingenuas, dicen mucho del grupo. En mitad de una fiesta de teclados en bandolera, agudos y urgentes, Lescano atacó las notas de “Moliendo mi café”, esa canción tan querida por nuestras abuelas del siglo XX. “Estoy moliendo mi café toda la tarde/ estoy moliendo mi café pensando en ti”. Se trata de un himno clásico de los de abajo, aquellos condenados a trabajos mecánicos y tediosos, que solo resultan soportables si puedes poner la mente a pensar en tu amor.
Al contrario que otros artistas de larga trayectoria, ellos siguen sumando grandes clásicos que enriquecen su leyenda
La otra versión, “Devuélveme a mi chica” (Hombres G), muestra su conexión con el pop de Madrido. Es curioso que Damas Gratis recurran al grupo con más fama de pijos de la capital, pero es que esta canción es verdaderamente popular, mientras otros grupos que han intentado conectar preferieron versiones más cool, pienso en Metallica haciendo “Rufus” de Los Nikis en el Palacio de Los Deportes hace unos años. De hecho, el grupo de Lescano puede presumir de un cancionero capaz de seducir a los pijos con canciones antipijos. Y de haber hecho suya maravillosamente la canción de Hombres G, no solo para este concierto, sino de manera habitual.
Muy pronto, como a la tercera canción, se vivió la primera invasión del escenario por parte de un espontáneo, iniciativa que Pablito Lescano cortó con amabilidad y firmeza. Aquí venían a tocar, no a ver como otros hacían el cabra. Damas Gratis es un grupo con nulas ínfulas artísticas, como confirma el hecho de que tocaran hasta tres veces cada uno de sus mayores éxitos recientes: “Me vas a extrañar” y “No te creas tan importante”, dos cimas de su repertorio. Al contrario que otros artistas de larga trayectoria, ellos siguen sumando grandes clásicos como estos, que escucharemos enriquecen su leyenda. ¿De qué año dirían que son las últimas canciones verdaderamente grandes de U2, The Cure, Bruce Springsteen, Guns & Roses y The Rolling Stones? Alguno de estos llevan treinta años sin entregar nada digno de sus tiempos de gloria.
No puedo terminar la crónica sin aludir a un incidente en la puerta del concierto. Los cacheos a los fans fueron exhaustivos porque se encontraron armas a algunos de los primeros asistentes. Eso retrasó el concierto casi una hora y reforzó la presencia de furgonetas policiales. Los rumores sirvieron para entretener la espera, sobre todo el de que habían solicitado invitaciones Diego Simeone, Ángel Correa y otros jugadores del Atlético de Madrid. La verdad es que les pega todo ser capaces de disfrutar de esta música alegre y contagiosa, que nunca excluye los conflictos esenciales de la vida. No se los pierdan la próxima vez que nos visiten.