La favorita de Donizetti fue la elegida para inaugurar el Teatro Real el 19 de noviembre de 1850. Llovía a mares esa tarde en Madrid y al zaguán del coliseo llegaban los coches de caballos desde la calle Carlos III. A la función, que se hizo coincidir con el cumpleaños de la Reina Isabel II, acudieron dos mil personas, incluyendo a la monarca. Fue la ópera que llenó por primera vez el patio de butacas del Real. La primera. Doscientos años después volverá a sonar en dos funciones de celebración.
La primera el próximo 2 de noviembre a las 19.00 horas, cuando tendrá lugar la Gala del 20º Aniversario de la Reapertura del Teatro Real en la que se interpretará la ópera de Donizetti, en versión de concierto, y una segunda función abierta al público, el 6 de noviembre a las 20 horas. Ambas representaciones forman parte de la celebración de los 20 años de la reapertura del Teatro Real en 1997, así como la del bicentenario (1818-2018), que tendrá lugar el próximo 23 de abril, día en que se colocó la primera piedra durante el reinado de Fernando VII.
La belleza melódica de la partitura de La Favorita, ideal para el lucimiento de grandes voces, según dijo el director Daniel Oren este martes durante la rueda de prensa, atrae a cantantes de reconocido prestigio en este tipo de repertorio como la mezzosoprano norteamericana Jamie Barton (Leonor De Guzmán), que debuta en el Real, el tenor Javier Camarena (Fernand) ─que volverá después de sus interpretaciones en La hija del regimiento y I puritani─ el barítono Simone Piazzola (Alphonse XI) y el bajo Simon Orfila (Balthasar), quienes estarán secundados por la soprano Marina Monzó (Inés) y los tenores Antonio Lozano (Don Gaspar) y Alejandro Del Cerro (Un Señor).
Daniel Oren, que dirigió en el Real Los pescadores de perlas, de Georges Bizet, en 2013, protagonizada por Juan Diego Flórez y Patricia Ciofi, vuelve a ponerse al frente del Coro y Orquesta Titulares del Teatro Real para la ocasión. La ópera se representará en versión concierto porque es la mejor forma de extraer lo mejor de ella. "Nunca acabas de imaginar cómo hacerla mejor", asegura Joan Matabosch, director artístico del teatro, quien ha destacado la dificultad que supone el montaje. "La producción propia que hizo el Real hace 20 años es el ejemplo de que no hay que hacerla dramatizada. Esta ópera va de cantar, pues que canten", dijo irónico.
Y así se hará, en versión concierto, tanto el 2 de noviembre en la Gala del 20 Aniversario como en la función abierta al público del día 6 de noviembre. A la gala de reapertura acudirán los ministros de Educación, Cultura y Deporte, Íñigo Méndez de Vigo; Asuntos Exteriores, Alfonso Dastis; Defensa, María Dolores de Cospedal, y Justicia, Rafael Catalá. También la Vicepresidenta de Gobierno, Soraya Sáenz de Santamaría, así como representantes de la cultura española como Mario Vargas Llosa, según informó Ignacio García Berenguer, director del Teatro Real.
La Favorite, ¿O La Favorita?
A Gaetano Donizetti (1797-1848) solían dibujarlo los caricaturistas con una pluma en cada mano. Con la una escribía óperas cómicas y con otra, serias. Era prolífico a la par que brillante, aludía la crítica en esos años. Tras mudarse de Nápoles a Francia, buscando su consagración como compositor, comenzó un ritmo frenético de creación. La partitura de La Favorite fue escrita con una enorme premura por encargo de la Ópera de París. Se estrenó el 12 de diciembre de 1840 con el título de La Favorite y libreto en francés. La partitura responde al llamado exotismo español que determinó el Romanticismo (de 63 composiciones de Donizetti, 11 tienen temática española) y se inspira en la relación que mantuvo el rey Alfonso XI de Castilla con Leonor de Guzmán, con quien tuvo nueve hijos al margen de su relación con la reina María de Portugal.
Después de su estreno parisino, la ópera inició un periplo por teatros europeos, asumiendo diferentes títulos y traducciones, con modificaciones impuestas por la idiosincrasia de cada lugar: bien fuera la censura, caprichos de los cantantes o gustos del público. La ópera recaló en Padua como Leonora di Guzman, en Milán como La Favorita, en Viena como Richard und Mathilde. La ópera llevó a todos los teatros el drama de la ‘amante oficial’ de Alfonso XI de Castilla, que incorporaba "todos los ingredientes del gusto romántico", desde su historia de amor trágica en el marco del oscurantismo medieval, hasta la inspiración en personajes históricos, incluyendo la popular ‘ambientación’ española.
A Madrid llegó la versión en italiano, La Favorita, que se había impuesto a la original francesa. Se escenificó primero en el Teatro del Circo, en 1843, y más tarde en el Teatro Real, donde fue interpretada por la mezzosoprano Marietta Alboni, contratada para 24 funciones con un contrato de 55.000 francos. Una cantidad alta para la época: 10.000 reales cada función. El entonces director del teatro, el Brigadier Leonardo de Santiago, quiso lo mejor de lo mejor para la primera temporada. Y así lo procuró.
La Favorita resurgió paulatinamente en los teatros europeos en la segunda mitad del siglo XX, con ediciones revisadas, tanto en italiano como en francés, que intentan limpiar la partitura de añadidos y adulteraciones ajenas a la composición de Donizetti. Dentro de este espíritu el Teatro Real ofrecerá la versión original en francés, La Favorite, tal como se hizo en las 12 funciones de la temporada 2002-2003.
Cuando Verdi no gustaba en Madrid
La ocasión parece propicia para la celebración. No sólo por los años cumplidos, sino por los logros alcanzados. Así lo ha dado a entender el cuerpo directivo del Teatro Real durante la presentación de La Favorita.Tras su reapertura, en 1997, el Teatro Real ha conseguido remontar una accidentada historia. Desde 1988 permanecía cerrado a causa de las obras para reacondicionar el edificio, convertido en 1966 en sala de conciertos. Eso sin contar los no pocos reveses de sus dos siglos de vida: al poco tiempo de su apertura, en 1850, sufrió un cambio de nombre y luego un hundimiento que lo mantuvo cerrado; fue utilizado como cuartel en la Guerra Civil Española en 1936 y posteriormente relevado de la condición de teatro lírico.
Ya en en su nueva etapa tras las obras de 1997, la institución ha conseguido sobreponerse de muchos otros reveses, uno de los más fuertes la crisis económica y la incidencia de ésta tanto en la dotación pública como en el patrocinio privado. Sin embargo, el coliseo ha conseguido remontar. Pasó de 13.000 abonados, en 2013, a 21.000 en 2017. Ocho mil en cuatro años. También ha conseguido el apoyo de sus dos principales mecenas Telefónica y Endesa, así como del Banco Santander o Fundación BBVA, entre muchas otras empresas.
El éxito, aseguran sus responsables, está en la programación, que intenta combinar los elementos esenciales de un repertorio a mitad de camino entre lo convencional y lo novedoso. "No me gusta usar la palabra formación, pero sí es cierto que una institución como ésta debe tener una estrategia adecuada para sensibilizar el gusto del público", dice Matabosch tras reconocer el trabajo continuo durante estos 20 años. "Hubo un momento en que en Madrid había hostilidad hacia los estrenos de Verdi porque se le consideraba demasiado moderno. Y sus directores impusieron Verdi. Nosotros, que somos un peldaño en una tradición, buscamos que Billy Budd, de Britten, sea tan bien acogido como La Traviata", dijo.