Cultura

Los huesos de Miguel de Cervantes se encuentran en un osario común

Este lunes se adelantaron algunos de los resultados tras las pesquisas para encontrar los restos del escritor español en el Convento de las Trinitarias, en Madrid. De momento, aunque se han identificado algunas zonas donde podrían hallarse los huesos, estos siguen sin aparecer.

  • Una imagen de los trabajos realizados en abril.

Un equipo de técnicos liderado por Luis Avial comenzó en abril de este año la búsqueda de los restos del escritor Miguel de Cervantes en el Convento de las Trinitarias, en la madrileña calle Lope de Vega. Después del análisis de los datos aportados por tecnología de georradar y los infrarrojos, los resultados de la búsqueda fueron presentados este lunes por el propio Avial.

Los resultados obtenidos eran, a su manera, los esperados. Los huesos reposan en un osario común y aunque hay más datos de dónde podrían estar, todavía no han sido hallados. En cualquier caso, con el plano tridimensional presentado este lunes, se pondrá en marcha la siguiente fase del proyecto: con los permisos necesarios, será el forense Francisco Etxeberría quien dirija una excavación selectiva y cuidadosa para recuperar restos óseos que puedan corresponderse con los del escritor.

En una rueda de prensa en el salón de actos del Palacio de Cibeles de Madrid  el georradarista Luis Avial, el historiador Fernando de Prado y el forense Francisco Etxeberría manifestaron que se han identificado cinco zonas donde podrían hallarse los huesos, entre ellos la cripta de la iglesia, por donde comenzarán las labores de rastreo al tratarse del lugar de más fácil acceso.

El mapa tridimensional ha costado cinco semanas de trabajo del que el equipo de trabajo se siente muy orgulloso, a juzgar por las palabras de Avial en el Palacio de Cibeles de Madrid. Fue realizado con tecnología de georadar, un método que permite detectar las cavidades donde pudieron producirse los enterramientos a través de los cambios de temperatura. Esta tecnología, explican los técnicos, detecta las cavidades pero no es capaz de identificar a quién pertenece cada esqueleto.

El mapa fue obtenido tras rastrear alrededor de 200 metros cuadrados correspondientes al suelo de la iglesia actual -no es la original donde fue enterrado en 1616 Cervantes, dado que se remodeló a finales del siglo XVII- así como algunos habitáculos adyacentes, una cripta a la que no se accede desde 1955 y los muros de la iglesia.

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