Detrás del Chilllida Leku hay una larga y compleja historia, una cadena de hechos afortunados –al mismo tiempo que reveses- que preceden y explican la importancia de la reapertura en abril de este museo al aire libre dedicado a la obra de Eduardo Chillida. Situado en la localidad de Hernani (Gipuzkoa), este centro acoge el corpus más importante de la obra del artista guipuzcoano. El espacio será gestionado por galería suiza Hauser & Wirth. Su directora es Mireia Massagué, la encargada de llevar a buen puerto esta tarea.
Este lugar era el sueño de Chillida, que apenas vivió para verlo transformado en una realidad. Para el momento de su inauguración como espacio museo en el año 2000, el escultor ya padecía un avanzado alzheimer. Su relación con el lugar era tan profunda que al morir, en el año 2002, sus cenizas fueron depositadas bajo el magnolio de Chillida Leku. A esas 12 hectáreas, el escultor dedicó un intenso trabajo. Tras comprar la finca, rehabilitó el caserío y junto con el arquitecto Joaquín Montero, diseñó el espacio primero como taller y más adelante como museo, un lugar en el que las esculturas se fundieran con los árboles del bosque y al que pudieran acudir todos cuanto lo desearan.
En el año 2016 el gobierno vasco anunció un acuerdo para adquirir el museo por 100 millones de euros. El proyecto se vino abajo
Han transcurrido doce años desde la inauguración de Chillida-Leku como circuito artístico. En sus jardines se exhibieron 40 esculturas de gran tamaño -entre ellas Buscando la luz o Lo profundo es el aire- mientras que en el interior del caserío se exhibían 110 obras de pequeño y mediano tamaño. Hasta entonces, la gestión del espacio había sido privada y dependía en su totalidad de la familia. En el año 2011, en plena crisis económica y por una situación de déficit apuntado por los propios herederos, el Chillida Leku fue cerrado al público. Más de 810.000 personas habían acudido hasta entonces a disfrutar de aquel lugar en el que arte y paisaje formaban, como en la obra del escultor, un todo.
Los herederos de Chillida comenzaron entonces un proceso de negociaciones con el gobierno Vasco. Planteaban como exigencia más importante que el museo conservara su carácter monográfico. En el año 2016, con una situación económica más holgada, el gobierno vasco anunció un acuerdo para adquirir el museo por 100 millones de euros. El ejecutivo aportaría una mitad y la Diputación de Gipuzkoa la otra. Tras la negativa de la Diputación a tomar parte en el proyecto, la familia renunció a la posibilidad de contar con el gobierno y en 2017 llegó a un acuerdo con la galería suiza Hauser & Wirth, que pasó a representar la obra de Chillida y asumiría la reapertura del museo.
El modelo del Chillida-Leku, que abrirá sus puertas en el segundo trimestre del año (abril), depende directamente de Hauser & Wirth y cuenta desde ya en la dirección de la institución con Mireia Massagué, exresponsable del Gaudí Exhibition Center. Su labor, tal y como ella misma asegura, se desarrollará "en estrecha colaboración con la familia Chillida", quien tendrá siempre la última palabra con el proyecto. Hasta el momento, los herederos no han informado de forma pública cuáles serán los mecanismos de financiación del espacio.
Sobre ese tema, ofrece detalles Mireia Massagué a Vozpópuli. Según la actual directora, la institución sostiene reuniones con los distintos organismos locales como el del Departamento de Cultura, Turismo, Juventud y Deporte de la Diputación Foral de Gipuzkoa. "Durante los trabajos de puesta a punto -asegura Massagué sobre estas instituciones-, han facilitado espacios para la custodia y el almacenaje temporal de las obras que estaban expuestas en el museo en Gordailua, el Centro de Colecciones Patrimoniales de la Diputación Foral de Gipuzkoa". En lo que al modelo de financiación se refiere, este "combina la financiación privada procedente de amigos del museo y otras fuentes, con los ingresos procedentes de la venta de entradas, la cafetería y la tienda", asegura la directora del Chillida-Leku.