Hablamos claro: los navarros El Columpio Asesino son clásicos del ‘indie’ español, pero eso no es decir mucho, ya que hablamos de una etiqueta boyante en los noventa pero bastante desinflada en la actualidad. Sus canciones crudas, directas y desafiantes les ha hecho trascender ese género y destacar entre las toneladas de moñería hípster. También brillan por otra cosa: haber dado con una fórmula seductora que otros han aprovechado para exprimir en formatos más comerciales.
No lo digo yo, sino biblias del 'indie' español como Jenesaispop: en su crítica de Ataque Celeste (2020) subrayan que “Te gustará si te gustan León Beanavente, aunque ellos lo hicieron antes”. Es evidente a qué se refieren: esas canciones hipnóticas, con recitados descarnados sobre conflictos emocionales, fueron inventadas por El Columpio y luego llevadas al formato épico-acolchado para festivales por el grupo donde milita Abraham Boba (un artista brillante en solitario). La relación entre Columpio y Leones es la misma que entre Joy Division e Interpol, unos inventan el whisky y otros lo mezclan con Seven Up, disparando el número de pedidos. Tampoco es un crimen. Ha pasado siempre.
Raúl Arizaleta (guitarra) no acude a la entrevista porque no suele decir gran cosa y ha preferido dar una vuelta por el centro de Madrid. Los demás encaran la charla con buen ánimo, pero no les apetece darse pisto ni teorizar sobre un trabajo que tampoco tienen tanto misterio. El Columpio Asesino son de los que hablan en el campo, no en los despachos. Junto con Nacho Vegas, La Casa Azul y Parade, son uno de los pocos gupos 'indies' a los que merece la pena escuchar en 2020. Han sabido superar el nicho para hacerse comprensibles al público general.
No tienes huevos
Lo que distingue a El Columpio Asesino del pelotón del pop ‘cool’ es su capacidad para firmar canciones memorables. En el caso de Ataque celeste destaca claramente 'Huir', que cuenta la historia de un Don Juan en horas bajas a quien se le empiezan a ver las costuras. Esto canta una de sus amantes, a través de la voz de Cristina Martínez: “Traes aliento de otro barrio, en tus ojos ansiedad/ flores de segunda mano, ya me sangra la nariz/ sabes que nunca me ha importado, que respeto al escorpión/ pero no tienes los huevos de aceptar tu condición”. El resto de la letra tiene el mismo voltaje, hasta el punto de que a veces recuerda al desgarro de Rocío Jurado en himnos como 'Ese hombre”'.
"Al principio no gustábamos a los modernos, supongo que porque les parecíamos demasiado burdos, macarras o groseros. Para los ‘chachis’ no éramos suficientemente ‘chachis’”, recuerda Albaro
Albaro Arizaleta lo dice todo en una frase. “La letra de esa canción soy yo mismo cántandome las cuarenta por cosas que he hecho. No lo parece porque la voz es de Cristina, pero es un reproche a mí mismo. ¿Qué chico no se ha visto alguna vez en una situación así? Soy duro conmigo mismo, pero es verdad”. Hay más metralla en el álbum: por ejemplo, 'Sirenas de mediodía', que explica la historia de una mujer enganchada a un amor decepcionante, que no es capaz de abandonar. “No tengo remedio, a tus brazos vuelvo una vez más/ a la noche boba, al rincón de níquel y al Prozac”, arranca. En el estribillo sube el pistón: “No sé cuántas veces tiré tus putas llaves a un volcán, de nuevo aquí me encuentro, esperando en tu portal”, escupe. La letra juega a la ambigüedad, mezclando versos que parecen de desamor con otros de hastío porque la protagonista tiene una trabajo monótono del que no es capaz de escapar.
Alcohol, droga y ansiolíticos
¿Cuál dirían que es el secreto para lograr un sonido personal? “Quizá es que escucho muy poco pop español, quitando a Radio Futura, que me encantan. Venimos de la mirada crítica del Rock Radical Vasco y creo que eso se nota, aunque nuestros referentes musicales no sean esos. Ahora ese sonido punk, que en su época fue subversivo, también se ha convertido en un cliché”, aclara Albaro. “La verdad es que al principio no gustábamos mucho a los modernos, supongo que porque les parecíamos demasiado burdos o macarras o groseros. Para los ‘chachis’ no éramos suficientemente ‘chachis’”, remata.
"Hemos pasado de buscar la superación social a conformarnos con la individual, que se vuelve una especie de autoexplotación. Veo algo perverso en ese cambio", apunta Albaro
Las letras tienen un claro hilo conductor: están llenas de alcohol, droga y ansiolíticos. Parecen el reflejo de una sociedad que no puede funcionar sin doparse. “Todo lo consumes/ pero nada te sacia”, resume un verso de 'Siempre estás tú'. “Bueno, la verdad es que no escribo con intención de comentar nada externo. Puede sonar a eso porque no soy nadie especial, tengo los problemas medios de un hombre mediocre”, explica Albaro, haciendo reír a toda la mesa. “No es falsa modestia, por ejemplo estoy seguro de que en plano musical estamos por encima de la mitad de la tabla”, añade.
Otro factor que les distingue son piezas como 'Ataque Celeste', la que da título y cierra el disco. Se trata de una letanía donde se repite la frase “Yes, we can”, la que llevó a Barack Obama a la Casa Blanca. “Ese lema resume un problema actual: hemos pasado de buscar la superación social o colectiva a conformarnos con la individual, que se vuelve una especie de autoexplotación. Veo algo perverso en ese cambio. Queremos estar siempre a tope y eso no puede ser”, concluye Albaro. La frase más certera de la tarde la dice el bajista Daniel Ulecia: “Ni somos tan buenos como para reinventarnos con cada disco ni tan malos como para repartirnos desde el primero”. Todos nos reímos y apago la grabadora.