Cultura

Joni Mitchell, la voz apagada de una cantante imprescindible

La curiosidad propia del artista es algo exigible en cualquier carrera musical que haya tenido una importancia para su época, su estilo y sus congéneres. Y la curiosidad artística de la que ha hecho gala la canadiense Joni Mitchell a lo largo de sus más de cincuenta años de aventura profesional le ha llevado del folk propio de la década de los 60 a sus acercamientos al pop y al rock más estándar, pasando por su inmersión en un jazz que impregnó gran parte de sus trabajos y le llevó a colaborar con nombres históricos, e incluso a flirtear con la música electrónica allá por los 80.

  • La cantante Joni Mitchell.

Joni Mitchell es sin duda una de las voces imprescindibles de la música popular de los siglos XX y XXI, y ahora mismo, a sus 71 años, afronta una de las etapas más comprometidas de su vida. A finales de marzo fue hospitalizada tras ser encontrada inconsciente en su domicilio, y desde entonces, los rumores sobre su estado de salud, incluidos los que afirmaban que estaba en coma, han sido habituales. Hasta que estos días se ha confirmado que Joni Mitchell sufrió un aneurisma cerebral y su estado actual puede seguir considerándose como grave. A pesar de que es capaz de comunicarse, la enfermedad le ha afectado al habla, y será trasladada a un centro de rehabilitación donde pueda seguir con su deseable recuperación.

Y es que la impresionante voz de esta cantante y compositora nacida en la región canadiense de Alberta es parte esencial de una música que en los años 60 miraba la tradición del continente americano para trasladarla a la entonces actualidad contracultural. Casada en 1965 con el también músico Chuck Mitchell, de quien tomó un apellido que ya no abandonó a pesar de su separación un par de años después, sus primeras composiciones fueron más conocidas en las voces de otros artistas, como su primer gran éxito, Both Sides Now, que trepó en listas en la voz de Judy Collins, algo que fue habitual en tonadas como Eastern Rain, grabada por Fairport Convention, o la imperecedera Woodstock, que versionaran unos Crosby, Stills, Nash & Young con quien tuvo muchos puntos de unión, más allá de su relación sentimental con Graham Nash.

De la tradición a la experimentación

Sus cuatro primeros discos, desde su homónimo (también conocido como Song to a Seagull) hasta el imprescindible Blue de 1971, sientan las bases de un folk sentido, tradicional, a lomos de guitarras acústicas y pianos, iniciando su travesía hacia la década de los 70. Con For the roses y Court and Spark inicia un camino que le acerca más hacia el pop y el rock, pero siempre impregnado de esencias que beben directamente del jazz. Es precisamente esta influencia la que le llevará a trabajar con nombres como Jaco Pastorius, histórico bajista de Weather Report, o Wayne Shorter, hasta desembocar en su relación artística con Charles Mingus, quien fallecería antes de que la obra en cuestión estuviera terminada. Mitchell publicó definitivamente el disco en 1979 bajo el agradecido título de Mingus.

Durante los 80 flirteó con los sintetizadores, siendo producida por Thomas Dolby, se anticipó al advenimiento comercial de las músicas del mundo, con especial énfasis en las procedentes de África, retornó a sus esencias folk y pop, y aunque, siempre combativa, anunció su retirada en 2002 harta de la presión comercial de la industria, no llegó nunca al adiós definitivo, publicando Shine cinco años después. Así que deseamos una pronta recuperación a una de las voces femeninas más influyentes para cuanta cantante ha tratado de ser alguien en este mundo del rock.

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