El escritor José Ovejero ha ganado el XL Premio Anagrama de Ensayo con su obra La ética de la crueldad, con la que, según el autor, "pretende agitar, sacudir al lector y al espectador y que se mire a sí mismo de otro modo".
Ovejero, cuya obra Anagrama publicará en mayo, se había presentado bajo el seudónimo de Lord Edmund y se impuso en las últimas deliberaciones a la finalista, la argentina Graciela Speranza y a su Atlas portátil de América Latina -que saldrá a la venta en septiembre-, así como al ensayo Pasajes de Proteo, procedente de Colombia y presentado con el seudónimo de Nova Tarko.
Nacido en Madrid, en 1958, Ovejero, que ha vivido en Alemania y reside actualmente entre Bruselas y Madrid, ha publicado novela, cuentos, ensayo, teatro y poesía. El ganador explicó ayer en Barcelona que este ensayo nació de una propuesta que le hizo una universidad de Pensilvania, que tiene un ciclo monográfico anual en torno a un tema y que en aquella ocasión propusieron el tema del exceso.
Pronto se dio cuenta de que la parte que le interesaba más era "la crueldad excesiva", una crueldad, admite, que ya formaba parte de anteriores obras suyas como Un mal año para Miki o en La comedia salvaje, con "escenas que resultan feroces". En su texto, Ovejero analiza "la crueldad que tiene un componente épico, que pretende agitar, sacudir al lector y al espectador y que se mire a sí mismo de otro modo".
El autor ilustra su propuesta teórica con una original exploración de novelas, que invita a leerlas o releerlas, de Georges Bataille, Elias Canetti, Luis Martín Santos, Cormac McCarthy, Juan Carlos Onetti y Elfriede Jelinek.
"La selección tiene que ver con mis gustos personales, pues todas son novelas que me entusiasman y me permitían cubrir todo el espectro de la crueldad", comenta. En ese abanico caben desde "un relato sangriento de una horda de hombres recorriendo la frontera entre EEUU y México matando a gente" en Meridiano de sangre, de McCarthy, hasta La historia del ojo, de Bataille, que "busca aspectos que tienen que ver con la sexualidad más oscura y destructiva".
Una crueldad "más psicológica" se produce en El astillero, de Onetti, que "nos despoja de todas las ilusiones, de la fe, de la esperanza, factores que nos ayudan a soportar la vida". Jelinek es, continúa Ovejero, fantástica en su tarea de "desguace de la sociedad austríaca, de los valores familiares, de los valores patrióticos" en novelas como Deseo y La pianista.
En su ensayo, Ovejero hace clasificación de la crueldad no ética: "la crueldad como espectáculo, que sería la reflejada en las películas de Quentin Tarantino; y la crueldad moralizante, como por ejemplo los infiernos renacentistas".
Aunque el ganador del premio Anagrama se ha centrado en la literatura, también incluye otros referentes artísticos como el cine, el mundo de la performance (Marina Abramovich) o el teatro de Peter Handke.
Atribuye Ovejero su interés por la crueldad por su condición de español, pues "la crueldad -asegura- está omnipresente en la cultura y la sociedad españolas, en Goya, en la picaresca, en Quevedo, en el Quijote, en Valle Inclán, en Cela, en Buñuel, en las fiestas populares y en los toros".
No obvia el autor madrileño que hay también una crueldad en la realidad que nos rodea, "una crueldad ejercida por los gobiernos, aunque sean democráticos, que cuenta con nuestro beneplácito siempre que no nos la cuenten".
El jurado del premio Anagrama de Ensayo 2012, al que se presentaron 131 obras originales y que tiene una dotación de 8.000 euros, estaba integrado por Salvador Clotas, Román Gubern, Xavier Rubert de Ventós, Fernando Savater, Vicente Verdú y el editor Jorge Herralde.