Son solo 12 minutos y 37 segundos, pero el vídeo de respuesta de Nacho Cano a sus críticos encierra toda una lección de dignidad. Debería incluirse en los masters de gestión cultural para que los futuros profesionales del sector dejen de tomarse en serio cualquier cuestionamiento hiperventilado en las redes sociales. El linchamiento digital de estos días ha sido de los más mezquinos y desinformados que se recuerdan. Todo arranca con un concejal de Hortaleza, Alberto Serrano, de Ciudadanos, dirigiéndose al pleno como si estuviera en un bar, haciendo especulaciones y chascarrillos (“hablé con alguien que parecía Nacho Cano”, “me sorprendió que era bajito”, “le pedí que aporten invitaciones”, “yo soy más de Rosendo"...un no parar). Los dos vídeos juntos muestran la distancia entre la cutrez de ciertos políticos y la dignidad profesional del músico y empresario.
A partir de aquí, comienzan los 'artículos basura' en medios de izquierda, intentando ridiculizar el proyecto de Nacho Cano y luego la cascada de insultos en las redes. ¿Los más habituales? Acusarle de ser una vieja gloria decadente, burlas sobre su participación en el homenaje a Miguel Blanco y personajes como Máximo Pradera -que nunca puede faltar- llamándole “payaso”. El comentario más habitual es que Hortaleza necesita otros equipamientos (un instituto, un centro para atención a enfermos de alzheimer...), que por lo visto esta obra va a bloquear, como si montar un musical fuese una especie de injusticia social. Festival de regocijo y retuiteo de dos días contra uno de los compositores de más talento -y de más éxito comercial- en la historia del pop español.
Los periodistas musicales sabemos lo complicado (casi imposible) que es conseguir hablar con Nacho Cano. “No me gusta hacer entrevistas, mi espacio es el escenario”, dice al comenzar la declaración ante los compañeros de Europa Press. Lo que le llevó a conceder ese encuentro es el hecho de que “se están diciendo mentiras”, que pasa a desmontar una por una. Lo más importante: aclara que el solar de Hortaleza es un espacio designado como “equipamiento público singular cultural”, por lo que no existe posibilidad legal de destinarlo a un instituto ni a un centro de salud. Además, hablamos de una parcela con un largo historial de desuso. No hemos llegado al primer minuto del vídeo y ya ha desmontado el reproche más sustancial.
Otra de las críticas que abunda en redes le acusa de que va a utilizar una pirámide, estructura faraónica y por lo visto hortera, pero Cano aclara que hace tiempo estaba decidido que esa pirámide no iba a construirse, ya que los precios del acero -doblados o triplicados por la pandemia- habían convencido al equipo técnico de que era una mala idea (no hay una sola crítica de la izquierda que sobreviva al vídeo, en opinión de este cronista de Vozpópuli). Además el arte pop siempre ha sido excesivo y faraónico, desde Salvador Dalí hasta Kanye West, pasando por Daft Punk, esa es parte de su gracia. Cano tiene todo el derecho a usar una pirámide. O veinticinco pirámides de neón, si las paga.
Nacho Cano, empresario cultural
Tras el vídeo del concejal de Hortaleza, la izquierda cultural se lanzó en tromba a criticar el proyecto. Hubo dos cosas que apenas comentaron: su empresa pagará 454.000 euros anuales a las arcas municipales, que es el precio marcado por la ley (además ha tenido que depositar un aval de cantidad similar). La obra tendrá 165 personas en nómina y Cano calcula otros 500 puestos de trabajo indirectos. Los cuatro años en Hortaleza (como pasa con muchos proyectos culturales) serán de pérdidas para él, que espera convertir en beneficios cuando el espectáculo se embarque en una gira internacional. Otra de las críticas machacadas en redes es que Cano se iba a lucrar con esto, pero está en su derecho y además no es el caso (al menos, a corto y medio plazo). También puede producirse un fracaso monumental, acorde con la dimensión del proyecto, ya que es un empresario cultural que arriesga.
¿Qué encuentra de reprochable la izquierda en todo esto? Cuando un político no socializa con artistas le acusan de insensibilidad y de atender solo al 'Marca'
Nacho Cano pone un problema sobre la mesa: en España parece obligado que los artistas mantengan discursos de izquierda si no quieren ser estigmatizados por cierta prensa. Puede sonar exagerado, pero tiene respaldo histórico: el rodillo del PSOE en los ochenta y la articulación de un sistema cultural socialdemócrata (premios, discurso de los museos, conciertos pagados por ayuntamientos...) coincide con su hipótesis, que ha teorizado el periodista de izquierda Guillem Martínez (su famosa CT o Cultura de la Transición). En su vídeo de respuesta, Nacho Cano tiene la elegancia de no hacer ninguna apología ayusista: en vez de eso, señala que parte del equipo de su obra son votantes Más Madrid y que sus puestos de trabajo merecen ser tratados con el máximo respeto. Hay otra frase que le honra, donde explica que felicitó a Ayuso por no cerrar los teatros pero que hubiera actuado igual con un presidente de la Comunidad de Madrid de Podemos.
¿Qué encuentra de reprochable la izquierda en todo esto? Entiendo que alguno le puedan chirriar las vacaciones de Ayuso en la casa de Ibiza de Nacho Cano, pero casi todos los políticos tienen amigos artistas, desde Felipe González con su famosa “bodeguilla” hasta Pablo Iglesias con su promoción constante de Los Chikos del Maíz (¿no ha dormido nunca Nega en casa de Iglesias? ¿hay que fiscalizar cuánto le contratan en ayuntamientos "del cambio"? Yo defiendo que no). Cuando un político no socializa con artistas, la izquierda cultural suele acusarle de insensibilidad con el sector y de dedicarse solo a leer el Marca. Nacho Cano no necesita mendigar dinero público a políticos y no hay noticia de que se haya vulnerado ninguna ley de incompatibilidades.
“Si hay otro empresario que tiene un proyecto mejor que el mío, que ponga la pasta y le cedo el sitio, que vaya rollo repollo”, anuncia Cano en su declaración. Lo que no ha aparecido estos días -ni tiene pinta de aparecer- es otro promotor teatral que diga que él aspiraba a ese terreno y no tuvo oportunidad de solicitarlo. El exMecano revela que el musical cuenta con un presupuesto superior a once millones de euros, ¿quién más va a arriesgar esa cantidad en una pospandemia sin garantías de recuperarlo? La misma izquierda que celebraba al “clan de la ceja” y que aspira a "construir hegemonía" gramsciana, aliada con su frente cultural, cuestiona que los políticos de derecha tengan amigos artistas.
Voten lo que voten, seguramente todos estaremos de acuerdo en que Madrid necesita más empresas inversoras como la de Nacho Cano y menos élites especuladoras como los fondos extranjeros que juegan a la ruleta inmobiliaria en nuestra ciudad. La puntilla es que las instalaciones del proyecto 'Malinche' de Nacho Cano también acogerán una escuela para jóvenes artistas que aspiran a ser profesionales de los musicales. El exMecano no solo invierte en una obra, sino que ofrece formación para un mercado laboral pujante. El festival Mad Cool, apoyado por Más Madrid, tiene una larga trayectoria de desmanes, aparte de estar vinculado a la empresa monopolística Live Nation ¿Están justificadas las ayudas y facilidades que recibe hace años para luego contratar a los grupos que ellos mismos representan, mientras relegan a los artistas nacionales?
El doble rasero de Más Madrid
Ignoro por completo si Mónica García está o no detrás del linchamiento digital contra el proyecto de Nacho Cano, no sé si han circulado consignas a través de las listas de Telegram del partido, pero en cualquier caso la trayectoria de Más Madrid anda corta de credibilidad para cuestionar una operación como la de Hortaleza. Como primer partido de la oposición, todo el derecho a despotricar, pero cabe recordar que en abril de 2017 Manuela Carmena adjudicó "a dedo" una nave del Matadero durante cincuenta años a la fundación italiana Sandretto, una operación criticada incluso por medios progresistas como ElDiario.es y El País (los textos van en los enlaces). La socialista Mar Espinar, encargada de Cultura, también rechazó esta decisión.
Cuando estaban en el ayuntamiento, ceder un espacio cincuenta años les parecía correcto, ahora cuatro lo rechazan como una decisión 'sospechosa y escandalosa'
El crítico cultural de izquierda José Manuel Costa escribió esto en ElDiario.es: “Según parece, lo pensado en principio eran 25 años. A última hora de la negociación definitiva aparecieron los 50, algo no muy normal. Entra en la lógica del planteamiento que la cesión sea prolongada para compensar los gastos iniciales, pero es que dentro de 50 años, es ley de muerte que la mayor parte de los ahora implicados ya no estén. En resumen, ni se entiende ni había necesidad”. Hace menos de un lustro, ceder un espacio cultural durante medio siglo era algo correcto, incluso contra el criterio de sus aliados de gobierno, ahora cuatro años les parece una decisión "sospechosa y escandalosa". ¿Molesta que el empresario sea español? ¿Que no pertenezca a su tribu política? ¿Que pueda interpretarse como un triunfo de la derecha? Es la izquierda quien ha politizado un espectáculo musical similar a tantos otros.
La aparición de Adrados
En el minuto siete del vídeo, aparece Javier Adrados, uno de los mayores expertos en música pop de este país, además de votante de Más Madrid (la persona a la que Cano invita a entrar en plano, llamándole "Javi"). El músico recurre a él para recordar en qué año se publicó “El fallo positivo”(1991), la canción donde Mecano denuncia la homofobia en tiempos de SIDA. Esta pieza es solo un ejemplo entre muchos, ya que Mecano siempre apoyaron a la comunidad LGTBI con himnos como “Mujer contra mujer” (y con los ‘looks’ siempre antinormativos de Ana Torroja, una mujer que cantaba en masculino). De hecho, Mecano firmaron una de las primeras canciones contra la explotación laboral y sus efectos en nuestras vidas sexuales, el himno “Cruz de navajas”. Nadie puede acusarles de haber sido un grupo reaccionario y la izquierda cultural confirma su torpeza enfrentándose de mala manera a un compositor muy querido.
Los doce minutos de la declaración a Europa Press muestran de manera nítida que el artista tiene razón y la izquierda cultural se equivoca
Tuve la suerte de entrevistar a Adrados este pasado verano y hablamos sobre Nacho Cano. Me explicó su reticencia a escribir una autobiografía: “Nacho no es una persona a la que le guste hablar de sí mismo”, compartía. También hablamos de la vida social del músico, prueba de su nulo sectarismo. "Ha tratado a Michael Jackson, al Dalai Lama y al Papa Francisco, incluso ha quedado a comer con Pablo Iglesias y Manuela Carmena", subrayaba. Es un superventas que nunca usa la polémica para promocionarse. Por encima de todo, destaca Javier, la trayectoria de Cano se caracteriza por apoyar talentos jóvenes desde los años 80: “Piensa en Olé Olé, La Unión, Penélope Cruz, Inma Cuesta, Javi Godino…”
“Yo nunca estoy de acuerdo con la derecha, pero creo que Ayuso sí tuvo una heroicidad manteniendo bares y teatros abiertos”, me confesó Adrados durante la entrevista. A cierta izquierda madrileña parece sonarle marciano que la gente común necesita puestos de trabajo, más en mitad de una crisis. Durante estos días, los pocos periodistas culturales que defendimos la postura de Nacho Cano en redes fuimos tratados como idiotas, esbirros de la derecha y/o ‘groupies’ de Mecano (un tic despectivo que conocemos de sobra). Los doce minutos de la declaración a Europa Press muestran de manera nítida que el artista tiene razón y la izquierda cultural se equivoca. Sencillamente hay que informarse antes de arremeter.
El 12 de octubre se estrena en Netflix el documental sobre el espectáculo ‘Malinche’ de Nacho Cano.