Con 22 años de retraso, Los hijos, el libro autobiográfico en el que Gay Talese retrató la Segunda Guerra Mundial desde el mostrador de la tienda de su madre en Nueva Jersey, se publica ahora en España, y su autor vuelve a repasar la compleja figura de su padre y la dualidad del emigrante en EEUU. "¿Qué es inmigración? Irse de un lado a otro con la esperanza de que el segundo lugar sea mejor que el primero, de desertar de sus problemas de juventud. Mi padre dejó a dos hermanos, una hermana y una madre viuda en Italia cuando decidió ir a una nueva vida. Y les enviaba dinero para absolver su culpa, pero nunca se la quitó del todo", dijo hace unos meses el emblemático escritor y periodista.
Renovador del género junto a Tom Wolfe y experto en mirar a la historia universal a través de los personajes cotidianos, tardó diez años en poder levantar uno de sus libros más dolorosos: el de la esquizofrenia que se vivió en su casa de Nueva Jersey mientras su familia italiana vivía desde la distancia el conflicto en el que Italia entró y salió de las fuerzas del Eje. "En la Segunda Guerra Mundial, todo esos 'desertores' estaban llevando el uniforme no de la Italia fascista, sino el de los Estados Unidos. Esa es la historia de este país: la historia de las vidas fracturadas entre una ciudadanía americana y un corazón extranjero. Y hoy en día puedes encontrar ahora miles de ejemplos que se ajustan a esa descripción".
"La integración en Estados Unidos no creo que haya sucedido nunca. Yo vivo en un edificio (en el Upper East Side de Manhattan) y no ha cambiado desde 1957. No tengo vecinos afroamericanos, porque el sistema económico hace la distinción de clases. Aunque tengamos un presidente negro, la interracialidad es un capricho de las clases altas", asegura. El autor de La vida del escritor o el célebre perfil para Esquire Frank Sinatra tiene un resfriado hace el ejercicio de buscar su identidad en su árbol genealógico: su bisabuelo Domenico, su abuelo Gaetano (de quien tomó el nombre adaptándolo al inglés), y su padre Joseph, protagonista y antagonista de su vida.
"No sé si es un libro justo con mi familia, pero es un libro justo conmigo mismo. Estoy explicando quién soy, por qué soy de la manera que soy. Una de las cosas por las que te haces periodista es querer explicar la historia, pero no puedes vivir solo a través de las historias de los demás", advierte. Pero su historia es ni más ni menos que la historia de Estados Unidos. "He sido testigo privado de las emociones de la Segunda Guerra Mundial, un testigo privado siendo hijo de un padre atormentado por la complejidad de sus relaciones con el gobierno estadounidense. Y de cómo los acontecimientos históricos se filtraban en mi mundo privado, en un apartamento detrás de una tienda".
Gay Talese, a sus 82 años, sigue sintiéndose un extranjero en su país, aunque nunca llegara a hablar una palabra de italiano y su dominio del inglés le haya convertido en un grande de la letras estadounidenses. "Cuando veo a la gente tan patriótica para mí es problemático. La gente que cree más firmemente, sea en la política o en la religión, no hacen sino definir la virtud, creer que ellos la poseen", asegura. Pero, además de apátrida, Talese se describe en este libro como un huérfano simbólico. "El desarraigo y el aislamiento me han ayudado a ser mejor periodista. Sientes por un momento que perteneces a las historias en las que trabajas, pero el artículo se acaba y vuelves a quedar como un barco sin amarras", dice con un aire de tristeza.
Solo a través de la escritura pudo "engancharse" a la historia de la persona que, por otro lado, más le marcó: su padre, ese sastre impositivo del que heredó el gusto por vestir siempre de manera impecable, pero con el que nunca llegó a entenderse. "Tenía una relación especial con mi padre, porque era el único hijo. Una relación compleja porque intentó definir cuál es la verdad, sabiendo qué era lo bueno y lo malo para mí. Y una relación llena de conflicto, porque su relación consigo mismo también era conflictiva. Por eso, al escribir este libro intenté entenderlo no como padre, sino como hijo", asegura.
Los hijos, que ahora publica en España Alfaguara, se cierra con una tremenda discusión en la que Joseph Talese concluyó diciendo: "Quien bien te quiere te hará llorar", y, a día de hoy, Talese se pregunta si él tendría que haber hecho llorar más a sus dos hijas, con las que ha quedado para cenar después de la entrevista. "Mi relación con ellas es muy cercana, siempre estoy allí disponible, pero me pregunto si algunos de los problemas que tienen son el resultado de no haber sido demasiado estricto, como sí lo era mi padre. Si hubiese tenido un hijo hombre, no le habría permitido lo que he permitido a mis hijas (...) Pero supongo que eso es pura especulación", concluye.