El 17 de mayo de 1972, a las nueve y cuarto de la mañana, la vida del niño Mario Calabresi (Milán, 1970) cambió para siempre. Su padre, el comisario de policía Luigi Calabresi, acababa de ser asesinado por miembros de la insurgencia roja "Lotta Continua" como represalia por la defenestración del anarquista Giuseppe Pinelli. Una venganza premeditada, alimentada por los visires escarlata del norte de Italia, que reconstruye con dolor, fraternidad y esperanza un ya maduro Calabresi en este necesario Salir de la noche (Libros del Asteroide, 2023) que por fin se traduce el castellano.
Pregunta. ¿Crees que podría resumirse este libro con la palabra “silencio”? Todas las víctimas de la extrema izquierda en Italia fueron ninguneadas por el estado allí años
Respuesta. Sí. Durante muchos años las víctimas del terrorismo no han tenido una voz. Han sido olvidadas como si ya no existieran. Pero cuando en Italia empezó el debate para reinsertar a los exterroristas en la sociedad, no se pudo conseguir el apaciguamiento de opinión pública.
P. ¿No te parece que hay un elemento de azar importante en la muerte de Giuseppe Pinelli? Por la reconstrucción a posteriori, puede perfectamente haber muerto por un desliz en el suelo
R. No hay ninguna certeza, yo no la tengo: no estaba allí. Pero existe la sentencia de un juez serio, Gerardo D'Ambrosio, que dijo que mi padre no estaba en esa planta. Y también dijo no solo que mi padre no estaba presente, sino también que según las evidencias recopiladas, Pinelli había muerto porque se había sentido mal, no porque alguien le hubiera empujado.
P. ¿No has querido recopilar los testimonios de los gurúes de la izquierda contrarios a tu padre en los 70 por la muerte de Pinelli? Debe ser siniestro rescatar cosas de Darío Fo o Toni Negri escritas en el tiempo
R. No, no quise. Porque lo que dijeron, lo que hicieron, era porque vivían en ese tiempo y en esa época. Expresaron cosas antiguas, superadas, casi podridas. Bueno, es algo muy, muy antiguo. Y yo no quería tener nada que ver con eso, lo quería superar.
P. Hay mucho dolor de las víctimas olvidadas en tu libro ¿Cómo decidías cuáles entrevistar? Muchas no quieren hablar de “los años de plomo” …
R. Sí. Es difícil, hace falta paciencia. Paciencia, tiempo, sensibilidad y atención. No se puede pensar que es posible entrevistar a las víctimas del terrorismo rápidamente para conseguir un titular.
P. ¿Cuánta gente de todas estas víctimas ha necesitado tratamiento psiquiátrico, psicológico?
R. No lo sé. Te cuento una historia un poco ridícula: en Italia se hizo una ley sobre asistencia para las víctimas del terrorismo que preveía, por ejemplo, también apoyo psicológico y que el Estado pagase los libros de estudio para el colegio. Es una ley que se aprobó cuando yo tenía 27, 28 años. Mi padre había muerto hacía 25 años y me dijeron que podía llevarles los recibos de los libros. No los tenía, obviamente (risas).
P. En los capítulos sobre tu padrastro hay cierta aceptación de la izquierda, ¿crees que esto contrasta con el odio enfermizo que todavía defienden intelectuales como Toni Negri?
R. Sí, pero uno de los grandes errores que se cometen consiste en pensar que son todos iguales. Mi madre me enseñó a diferenciar: no es que todos los de izquierdas estuvieran a favor del terrorismo. El Partido Comunista luchó contra el terrorismo en las fábricas. El sindicato luchó contra el terrorismo en las fábricas. Hay que diferenciar entre los de izquierdas cercanos al terrorismo y los que estaban en contra del terrorismo.
P. Es interesante, porque eso es una interpretación liberal: prefieres los individuos por encima del colectivo.
R. Sí, porque el colectivo está conformado por tantas diferencias y tantos matices. No todos somos iguales.
P. ¿No crees que debe ser devastador para muchos militantes de los grupos terroristas de izquierdas, que lo único que consiguieron fue dejar huérfanos y no lograr ningún cambio político? ¿Se conocen suicidios de estos viejos terroristas?
R. No, no tengo ni idea. Creo que muchos de ellos son básicamente náufragos que no tienen paz. Pero no sé de historias como las que dices.
P. ¿Conoces que en España muchos ex militantes del terrorismo vasco, ETA, son ahora políticos con las manos manchadas de sangre? La derecha ha incidido en que no se puede blanquear los crímenes, algo que afirmas en este libro...
R. Sí, yo también creo que son crímenes que no se pueden olvidar. Pero quiero decir dos cosas, quiero hacer una diferenciación. Uno, el hecho de que haya personas que han abandonado el terrorismo y que hoy quieren hacer política en la democracia sin violencia es un hecho positivo. Pero tenemos que diferenciar, trazar una línea roja entre los que han cometido delitos de sangre y los que no.
Para mí los que han cometido delitos de sangre, que han matado a alguien, estas personas, las consecuencias de sus actos durarán para siempre, no se pueden olvidar, no se pueden remover, quitar. Entonces no es cuestión de ley, es cuestión más bien de sensibilidad, oportunidad y respeto. Estas personas no pueden intentar ser alcaldes o ser jueces, no pueden pensar en ser alcaldes o diputados, no pueden ser representantes del pueblo: tienen que dar un paso atrás.
P. ¿Ha habido alguien que ha llegado a defender estas personas como representantes del pueblo, como dices tú bien, a pesar de sus crímenes de sangre?
R. Sí, sí, la ha habido. Han existido también más que han dicho que no.
No podemos tener una idea romántica del terrorismo. Eran asesinos que destruían la sociedad, la democracia y nos quitaban la libertad
P. En el libro siempre intentas acercarte a la verdad, con trabajo de archivo e investigación. ¿La extrema izquierda fracasó en eso con la acusación de su padre? ¿Por qué los movimientos extremos necesitan mentir, construir mitologías, para mantenerse vivos?
R. Absolutamente. Yo estoy seguro de que lo más importante es la verdad. Mucho más relevante que la cárcel y todo el resto. Es importante ponerle nombre, el nombre correcto a todas las cosas. No con nombres mitológicos. Los terroristas no eran chicos que luchaban y que han perdido. Eran chicos que se equivocaban y que luego han perdido. No podemos tener una idea romántica del terrorismo. Tenemos que poner nombre correcto a las cosas: eran asesinos que destruían la sociedad, la democracia y nos quitaban la libertad.
P. Quiero incidir en la última pregunta, ¿Por qué los movimientos extremos necesitan crear mitologías para justificar esos asesinatos?
R. Porque sirve para atraer, para justificar.
P. Según el periodista Arcadi Espada, el comunismo necesita crearlas para venderse como doctrina científica, lo cual es paradójico
R. No es una doctrina científica. Es una ideología, una doctrina política, que no es científica.
P. ¿Sigue siendo actual la cita "imprime la leyenda y no los de hechos" del filme El hombre que mató a Liberty Valance?
R. No, para mí es más importante “imprimir los hechos”. La verdad.
P. Y la última pregunta, ¿sería capaz Nani Moretti de hacer un filme sobre este libro? ¿Podría olvidar sus manías ideológicas? Es material excepcional para un thriller político…
R. ¿Quién sabe? (risas) Te cuento una historia: cuando el libro salió en Italia muchísimas personas me pidieron hacer la película, pero yo les dije que no a todos porque no quería ver mi cara, mi historia en el cine. La lectura de un libro es un hecho privado que cada uno lee en silencio, pero luego si te ves allí con toda esa gente…
DANIROCIO
eso que usted dice sera en su pais pero en España se puede presentar hasta el gato sin importar su antepasado,da igual aqui se presentan chorizos los que mas criminales,oportunistas y gente oportuna para aprovecharse lo que van a cobrar todo lo demas no les importa,España esta llena de politicos mas inutiles de la UE pero nos engañan en esto todos sacan matricula de honor