La del miércoles fue una noche grande para la música en Madrid. Mientras Queen volvía a la capital para ofrecer un espectáculo en el Wizink Center, Metallica pisaba fuerte el escenario del Mad Cool para hacer honor a su nombre y volver locos a los madrileños. Y una vez más, James Hetfield y su banda estuvieron pletóricos, con un show en el que no se dejaron ni uno solo de los temas que les convirtieron en leyenda.
Pese a que Twenty One Pilots o Placebo tocaban en el mismo día, la marea de camisetas negras ya hizo acto de presencia desde por la tarde. La gente quería ver a Metallica, el resto eran el aperitivo. El dispositivo de Mad Cool mostró músculo: estuvo muy bien montado para albergar un evento con tantos espectadores. ¿Lo mejorable? Los agentes de seguridad, a los que su empresa debería darles un cursillo de cómo tratar al público. Hasta que pudimos acceder, lo habitual fue escuchar gritos, un trato con malas formas y pocas ganas de responder dudas.
Pero vayamos al turrón: Metallica estuvo excelso y el público del Mad Cool estuvo a la altura. Desde que sonó la primera nota de 'The Ecstasy of Gold', la BSO de 'El bueno, el feo y el malo' que utiliza la banda para abrir sus conciertos, se notaba una mezcla de nerviosismo y euforia entre el público.
Insisto en que Metallica hizo una actuación para el recuerdo. La última vez que les vi fue en Rock in Rio 2010 y la sensación que tuve es que suenan mejor que entonces y que envejecen como el buen vino. La voz de Hetfield parece más fuerte, a Lars apenas le pesa la intensa actividad que requiere su batería, mientras que Hammet y Trujillo no fallaron ni una sola nota. Se mostraron como una banda madura -que no vieja- y sobre todo, disfrutona sobre el escenario.
Mención especial para James Hetfield, que aunque luce canas parece que posee un estado de salud pleno tras someterse en 2019 a rehabilitación por su adicción al alcohol. Le vi pleno, recuperado y con ganas de seguir dando mucha guerra. El largo tour que Metallica está haciendo, con actuaciones de gran calibre cada una de las noches de concierto, demuestra que atravesando uno de sus mejores momentos. Lo dicho, como el buen vino.
Esas sensaciones se trasladaron a un público entregado, que coreó y cantó hasta desgañitarse cada uno de los temas de Metallica, aunque me sorprendió que no hubiese un solo pogo, incluso con temas tan salvajes como 'Battery'. Lo que sí hubo es éxtasis, especialmente con canciones como 'Whiskey in the jar' o 'Seek and destroy', dos auténticos himnos de la banda americana. Esto es algo que supo reconocer Hetfield: "Me encanta cómo cantáis, Madrid".
El espectáculo, que duró dos horas, bajó las revoluciones del público para tocar una de las canciones más legendarias de la historia de la música. Cada acorde de 'Nothing else matters' sonaba como si fuese la última vez. Y el público coreaba cada estrofa como si no la fuese a cantar otra vez. De largo, uno de los momentos más emocionantes de la noche.
A medida que avanzaba la noche, las dudas comenzaron a aflorar. "Oye, ¿y One?", "espero que no se dejen fuera Master of Puppets", se escuchaba entre los espectadores. De hecho, los propios integrantes de Metallica hicieron que esas dudas creciesen cuando tocaron 'Dirty Window', canción del denostado 'St. Anger' que con los años parece que ha ido ganando adeptos entre el público, ya que cuando Hetfield preguntó "St Anger, ¿sí o no?" hubo bastante unanimidad en la respuesta afirmativa.
Pero, ¿cómo no iban a tocar dos de sus temas más icónicos? Escogieron estos dos himnos para cerrar su actuación, lo cual es digno de elogio. Mientras otros artistas se dejan para el final canciones 'mainstream' poco exigentes para paliar el cansancio, el cuarteto no dudó, pese a estar ya cerca de los 60, en cerrar la noche por todo lo alto: pusieron todo lo que tenían sobre el escenario para tocar los 7:27 minutazos que dura 'One', una canción de una exigencia brutal, especialmente para Lars Ulrich y su doble bombo.
La última fue 'Master of Puppets', una canción que ha ganado relevancia este último mes por formar parte de la última temporada de Stranger Things. De hecho, algún aficionado a Metallica iba con la camiseta de Eddie Munson, personaje que toca la canción en la serie. Desde que Lars atizó el plato que marcaba el inicio de la canción hasta su final, Metallica se encargó de cerrar su espectáculo por todo lo alto.
La pirotecnia y las llamas, presentes durante todo el espectáculo, tuvieron su momento cumbre durante Master of Puppets para cerrar la velada metalera en Mad Cool. De hecho, al finalizar, hubo un castillo de fuegos artificiales para generar la locura general entre el público. Mientras esto sucedía, los integrantes del grupo se despidieron de la 'Metallica Family' regalando baquetas y púas a los asistentes de las primeras filas. Un concierto para el recuerdo y a título personal, uno de los que quedan para siempre en la memoria.
Todo ello en un marco musical idóneo. Y es que, como cada edición, la alineación de artistas de Mad Cool ofrece las últimas tendencias musicales: desde los artistas emergentes Catnapp y B1NO, entre otros, que actuaron en el escenario de Amazon Music, hasta Youngblud, que precedió a Metallica y que llenó de energía con su particular sonido el main stage.
carloxramox
Eso de que no fallaron ni una nota... Hay que ver los conciertos con los pies en el suelo. Pareció que no habían ensayado desde hacía meses. Los temas rápidos eran una amalgama de guitarras, incluso las líneas melódicas a dos guitarras iban a destiempo. Es que hasta en el solo inicial de Fade to Black, Hammett la cagó, cuando debería tocar ese solo con un brazo atado a la espalda a estas alturas. Eso sí, cuando no había líneas rápidas (album Black y siguientes) sonaba bien.
Urente
Hombre, llamar viejos a éstos (Hetfield y Ulrich, 58 años, Trujillo, 57, Hammett, 59). Yo diría "maduritos".