Cultura

Muere la 'acróbata' erótica Sticky Vicky, icono del destape del Benidorm de los 80

El desenfreno en la capital turística en auge de la Costa Blanca, Benidorm, tuvo un nombre: el de la acróbata erótica Sticky Vicky (Tenerife, 1943), que ha muerto este miércoles a los 80 años

  • Sticky Vicky en una imagen del álbum familiar -

Los años 80 trajeron a España vientos de cambio. "Apertura", "movida" y un sin fin de palabras se han utilizado para definir las transformaciones que vivió la 'cultura pop' española en los inicios de la Transición, pero sin duda una de las más conocidas es "destape". Ese destape tuvo muchas protagonistas, desde Barbara Rey o Bibiana Fernández a Susana Estrada. Fue una época de desenfreno que en la capital turística en auge del levante, Benidorm, tuvo un nombre: el de la acróbata erótica Sticky Vicky (Tenerife, 1943), que ha muerto este miércoles a los 80 años.

Ha sido su hija, María Gadea -también acróbata-, quien ha compartido la noticia en sus redes sociales. "Lamento escribir estas palabras, mi madre, Sticky Vicky, ha fallecido hoy a las 6 de la madrugada; no lo puedo creer, se ha ido arropada por su familia; con todo nuestro amor, le doy gracias a Dios por haber podido estar a su lado siempre. Me quedo con el corazón roto.

Detrás del nombre artístico se encontraba la tinerfeña Victoria María Aragüés, la artista conocida por hacer "magia vaginal". Sticky Vicky recorría los cabarés, hoteles y 'pubs' de una Benidorm que vivía su época dorada sorprendiendo a su público al sacar objetos de sus genitales. El espectáculo lo protagonizaba todo tipo de atrezzo: abría botellas, incluso encendía bombillas y lograba sacar hasta pañuelos, huevos o salchichas.

Sticky Vicky, la artista que deslumbró a un Benidorm inundado de turistas británicos

Tal fue el nivel de popularidad que alcanzó que la comunidad de turistas británicos asentada en la ciudad mediterránea de los rascacielos la bautizó con el sobrenombre de 'Sticky Vicky', que después fue empleado por ella misma para promocionarse. Incluso tuvo que litigar por mantener el apodo después de que otra artista local lo registrara.

Su éxito entre los ingleses llega hasta nuestros días. Tal es así, que no son pocos los diarios anglosajones que se han hecho hecho de la muerte de la artista tinerfeña. The Sun, Mirror o el Daily Mail han hecho trascender la noticia más allá de las fronteras nacionales.

Actualmente es su hija quien ostenta de forma oficial el título de 'Sticky Vicky', gestiona su cuenta oficial de Facebook y quien la ha relevado en el espectáculo erótico, manteniendo su legado.

Vicky Leyton, como también se la conocía, se retiró del mundo del espectáculo en 2015 por problemas de salud. Era oriunda de Santa Cruz de Tenerife, pero residía en La Nucía, a pocos kilómetros de Benidorm.

Una artista que se adaptó al cambio

Sticky Vicky estudió ballet clásico y trabajó como bailarina. De la mano de su hermana, contorsionista, montó un número musical con el que se fraguó el nombre artístico que precedió al de la acróbata erótica: Vicky Leyton.

"Cuando murió Franco, los artistas nos fuimos a pique. Vino el desnudo y las bailarinas nos quedamos sin trabajo. Querían a chicas que hicieran porno y que alternaran con los clientes. Ese mundo no era para mí"

La muerte de Franco y la llegada de la Transición complicaron su carrera. Llegó el destape y, con él, las demandas de los programadores de espectáculos cada vez más explícitos. "Cuando murió Franco, los artistas nos fuimos a pique. Vino el desnudo y las bailarinas nos quedamos sin trabajo. Querían a chicas que hicieran porno y que alternaran con los clientes. Ese mundo no era para mí", contó Sticky Vicky a El Español. En la entrevista, relata cómo fue un amigo prestidigitador el que sugirió que lanzara un espectáculo erótico. Empezó en Barcelona, donde, cuenta, "se quedaron todos de piedra" cuando empezó a sacarse una banderita. En la ciudad condal "habían visto mucho porno pero no estaban acostumbrados a ver algo así".

El éxito rotundo, sin embargo, llegó casi por casualidad en Benidorm. Su hermana le recomendó viajar a la capital turística de la Costa Blanca en los años 80. Fue para descansar, pero de nuevo la contorsionista le recomendó que actuara en un hotel. Tras su número se corrió la voz, y lo que empezó siendo un viaje para reponerse de una mala racha se acabó convirtiendo no sólo en la fuente de su éxito, sino también en uno de los protagonistas de la transformación de la ciudad hacia el desenfreno de la década.

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