Cultura

María Teresa Campos: la reina de esa España que muchos menosprecian

La popular comunicadora conectó intensamente con la parte del país que miramos por encima del hombro

María Teresa Campos fue uno de esos iconos televisivos a los que nadie puede ignorar. Durante su ascenso a la fama nacional, mi yo juvenil apenas veía la televisión, en mi primer piso ni siquiera la tenía, pero siempre supe quién era ella. Destacaba como señora enjoyada entre otras señoras enjoyadas que hipnotizaban en el programa de Hermida o en Pasa la vida a las madres que se quedaban solas en casa cuando los maridos se marchaban a trabajar. Su primer título nobiliario fue ‘La Reina de las marujas’ y en ese sintagma despectivo ya podemos ver gran parte del secreto de su éxito: tomarse en serio a la España que la mayoría menospreciamos.

Mujer, andaluza y casi siempre simpática, la Campos tenía todo para que nadie la tomase en serio en el mundo del periodismo. Pero, poco a poco, sin que ocurriese nada excepcional, se fue haciendo con el cariño y la confianza del gran público. Muchas se fiaban más de una señora que les contaba la vida en sus ‘Diálogos de la plancha’ que de los hombres con corbata que hablaban con gesto solemne sobre las cosas de Bruselas. En el fondo, todos sospechamos que los periodistas 'serios' solo entienden a medias lo que están leyendo en el 'teleprompter', mientras que María Teresa era incapaz de contar algo que no comprendiese. 

Llegó el momento en que la presentadora sentía que en TVE estaba desaprovechada, pero enseguida llegó Telecinco a ponerla en su trono, donde brilló hasta que Jorge Javier Vázquez arrasó todo con su napalm televisivo “para rojos y maricones”, heredero de los delirios de la movida madrileña. María Teresa representaba justo lo contrario: la España que todavía se casa por la iglesia, presume de tarjeta del Corte Inglés y no aspira a más que a ser feliz en familia. Me refiero a ese país corriente y moliente, que se ha estigmatizado como un rebaño de cuñados.

De la cima al ostracismo

Recuerdo que en la época de mayor brillo de María Teresa yo tenía una amiga que comenzó a trabajar en Informativos Telecinco. La regañaban constantemente por sus enfoques elevados y por su sofisticada forma de escribir. Su jefe le solía gritar esto: “Écija, piensa que te diriges a una señora de cincuenta años de Écija”. María Teresa Campos se convirtió en estrella de los medios hablando a esas señores de manera natural, sin el tonito pedagógico tan repelente típico de la Cadena Ser.  Llegó a ser elegida como la comunicadora más fiable de España, para espanto de gran parte del gremio periodístico, que nunca la llegó a tragar del todo. Quedó claro en una etapa final de su carrera donde nadie o casi nadie le daba trabajo.

María Teresa Campos triunfo dirigíendose al país que España es, no al que que pensamos que debería ser

Aparte de su infinita telegenia, hay que reconocer otros aspectos de su legado, por ejemplo revitalizar los debates políticos gracias a su sección ‘Apueste por una’, donde debatía con Patricia Ballesteros asuntos de actualidad, ocupando cada una trinchera. Exponer argumentos contrarios en televisión suena hoy como un alarde de pluralidad comparado con las misas progres o carcas que nos endosan cada día. En el terreno de la cultura popular, podemos destacar el exitoso espacio Qué tiempo tan feliz, donde se recordaba a estrellas y melodías previas a los años ochenta, muchas condenadas injustamente al olvido por haber triunfado antes de la hegemonía progre.

¿Conclusión? Me gusta pensar que la carrera de la Campos tiene una lección muy valiosa: conviene mirar de cara a nuestro país, al país que es y no al que creemos que debería ser.

Apoya TU periodismo independiente y crítico

Ayúdanos a contribuir a la Defensa del Estado de Derecho Haz tu aportación Vozpópuli