Con su primer libro entre las manos, Hambriento (Editorial Planeta), el rapero Nach (1974) lo acaricia sin creerse que los últimos cuatro años de su vida estén comprimidos en esas doscientas páginas. Tras ocho álbumes de estudio ha decidido lanzarse a una nueva aventura vinculada también a los versos, pero esta vez sin contar con el apoyo de la música. La primera obra literaria del artista de hip hop es un poemario que encierra un viaje de ida y vuelta de alguien que sale de casa con el deseo de comerse el mundo y vuelve saciado (aunque nunca del todo). Pero el itinerario ha sido "intenso", largo, y no ha estado exento de obstáculos. "Salí de mi área de confort para buscar una nueva fase en la vida, para buscar afecto, amor y respuestas. Por eso se llama Hambriento, pero ese hambre también supuso decepción y tristeza", revela el alicantino de espíritu, aunque nacido en Albacete, a quien le parece oportuno definirse como "el rapero que se creyó poeta, o el poeta que se creyó rapero".
Su proyecto se suma al de la nueva ola de cantantes que deciden saltar a la literatura, pero no por seguir una tendencia, pues el suyo nació por "la necesidad de contar su historia de una forma más amplia y visceral". "En el rap estás más anclado al tempo y aquí sentí la libertad de plasmar determinadas sensaciones y situaciones que no habría podido contar de otra manera. Escribir me ayudó a conocerme más a mí mismo y a tenerme menos miedo", reconoce durante el acto de presentación de su poemario. Nach ríe cuando piensa que quizá fue la crisis de los 40 la que le empujó a emprender esta nueva aventura, pero ahora, con su libro terminado, siente que la experiencia le ha servido para liberar frustraciones, soledad y confusión. "Todo comenzó de una forma imprecisa, no sabía muy bien dónde me iba a llevar todo lo que estaba escribiendo. Hambriento es como un colofón a una serie de circunstancias que he vivido y plasmo de la forma más honesta", explica.
La gente joven necesita respuestas que no encuentra en la televisión ni en las redes sociales
Lejos de temer que los jóvenes no despierten el mismo interés por sus poemas que por su música, Nach opina que, cada vez más, las personas que escuchan rap se preocupan porque las letras tengan "miga". "Ya no vale solo con hablar del barrio de una manera ripiosa y fácil, tienes que darle la vuelta a las palabras porque los chavales, que pueden estar en Tinder, pero no son tontos, son muy exigentes", dice. "Hay algo en la poesía con lo que la gente joven también se identifica, de hecho hay una generación de poetas jóvenes, no solo de músicos que hacen poemas, que están haciendo poesía urbana muy interesante con la que otros se identifican y ven mucha riqueza", destaca. Según Nach, hoy en día la gente joven necesita respuestas que no encuentra en la televisión ni en el exceso de información vertida en las redes sociales. "Hay gente que necesita ir más allá para encontrarse así mismo", considera.
Entre esa gente, está él mismo. "Yo la alegría la plasmo, por ejemplo, saliendo de fiesta con mis amigos, pero para las cosas más dolorosas o más profundas he acudido a la poesía porque la soledad o la desesperanza las plasmo escribiendo", cuenta la versión más honesta del aclamado rapero. Piensa que la poesía es como un néctar, que es la proporción perfecta entre de letra y matemática, que es la porción más erótica de la gramática, el valium para nuestro ansioso movimiento o el jabón para un espíritu mugriento. "En un momento de inestabilidad emocional hay dos caminos: tomar conciencia y escoger una dirección sana o comenzar a coger malos hábitos. A mí el libro me ayudó a ubicarme", afirma.
Cuaderno de bitácora
Su "viaje" de cuatro años se divide en cuatro capítulos. El primero se llama Hambriento, como el título de la obra, y habla de salir de casa "con esas ganas" de volver a tener nuevas experiencias en la vida. "Me encontré con mucha gente y con muchos momentos buenos, pero también con gente que tenía miedo a comunicarse y a perder prejuicios", revela. Por eso el segundo capítulo se llama Puertas y maniquíes. "Frenaban mis deseos porque aunque me ofrecían todo, no tenían nada que darme", apunta. En Vómitos de soledad, el tercero, Nach recopila los poemas nacidos de su soledad. "Uno puede pensar que como te dedicas al arte y eres famoso no te sientes solo, pero aunque he disfrutado y me he divertido mucho, también me he sentido solo muchas veces al llegar a casa", reconoce. En el último capítulo, Vuelvo a casa, el músico regresa a su hogar percatándose de que todo había cambiado. "Me volví a reencontrar con mi casa y conmigo mismo. Había madurado, había saciado mi hambre... y había vuelto a tener más", remata.
Para presentar su "cuaderno de bitácora", Nach contó con el apoyo del poeta Luis García Montero que saludó el fenómeno de los cantantes que escriben libros de poemas. "No son conjuntos de letras de canciones, sino libros de poemas. Se está abriendo mucho el público de la poesía y se está enriqueciendo el género", celebra. "Hambriento es un libro de poemas escrito por un cantante muy famoso que no escribe para buscar el éxito ni la fama ni el dinero porque cantando gana mucho más que un poeta... Nach escribe porque las palabras le sirven para tomar conciencia de las fracturas y contradicciones de la vida", considera.