Su actividad como compositor de bandas sonoras y escritor de guiones, e incluso alguna pequeña aparición como actor, hacen que cada vez más sus nuevos discos sean recibidos con interés por un público muy alejado en sus gustos de los primeros años del australiano.
Sabemos que sus ramalazos más ruidistas, que iniciara como miembro de The Birthday Party, aún conforman la dualidad de una personalidad complicada, pero encauzados en su proyecto Grinderman, dejan sus trabajos con The Bad Seeds abonados para esos medios tiempos rock que tan maravillosamente emparentan con su voz. La voz del auténtico crooner del abismo en pleno siglo XXI.
Y las canciones incluidas en su nuevo disco, Push the sky away, con sus pianos, coros, violines y guitarras de su actualmente inseparable Warren Ellis, siguen produciendo el desasosiego del blues intenso, la desazón provocada por los caminos que nos son desconocidos, la inquietud de adentrarnos en terrenos moralmente resbaladizos. Así, no es de extrañar los problemas con la censura a los que se ha enfrentado el vídeo de su primer single, Jubilee Street, sobre el escabroso tema de los amores de pago, que aquí podemos ver libre de cortes.
Y con un Nick Cave tan magnético como en sus mejores tiempos. Que tal vez sean éstos.