Fue descubierta por David Lynch y ha trabajado con Peter Jackson y David Cronenberg, pero la británica Naomi Watts solo ha conseguido llegar a ser nominada al Oscar con directores latinos, como Alejandro González Iñárritu en 21 gramos, y ahora con Juan Antonio Bayona por Lo imposible. "Estoy muy contenta de haber sido invitada a trabajar con estos directores españoles o latinos. No tienen miedo de las emociones, de las situaciones intensas, de aceptar que hay situaciones reales que pueden aplastar nuestra vida. Pero por otro lado, son luminosos, enérgicos, gente positiva... no todo es sufrimiento", aseguraba Watts cuando presentó Lo imposible en Madrid en octubre.
La actriz interpreta a Mary en la segunda película del director de El orfanato, basada en la historia real de una mujer española -María Belón- superviviente del tsunami que asoló el sudeste asiático en 2004 y que luchó por encontrar a su marido y sus tres hijos entre los restos de la catástrofe. Una interpretación descarnada, muy física y con mucho riesgo que le confirma como una de las actrices que mejor sufren en la pantalla, algo que le hizo musa de un director tan experto en diseccionar el dolor como el mexicano Alejandro González Iñárritu, quien le colocó frente al Óscar por primera vez con su papel de otra sufrida madre, Cristina Peck, en 21 gramos.
Hija de Peter Watts, "manager" de algunas de las giras de la banda Pink Floyd, la actriz también trabajó con otro reputado latino, el colombiano Rodrigo García, hijo de Gabriel García Márquez y solvente realizador de cine y televisión, que le dio otro papel bombón en Madres e hijas, al lado de Annette Bening, con la que clausuró el Festival de Cine de San Sebastián. Además, fue la primera opción para el brasileño Fernando Meirelles para el papel que le daría el Óscar a Rachel Weisz en El jardinero fiel y se enamoraba de un Antonio Banderas en Conocerás al hombre de tus sueños, de Woody Allen, aunque el actor español le daba calabazas, no como el alemán Liev Schreiber en la vida real, su actual pareja y padre de su hijo.
Sus parejas cinematográficas más frecuentes han sido, en cambio, Sean Penn, que además de compartir pantalla con ella en 21 gramos también lo hizo en El asesinato de Richard Nixon y en Caza al espía, y Ewan McGregor, con el que ya coincidió en Tránsito, de Marc Foster, antes de que fuera su marido en Lo imposible.
Watts, nacida en Shoreham (Reino Unido) en 1968, emigró a Australia y se hizo mejor amiga de Nicole Kidman, a la que conoció en una audición para un anuncio de bikinis y compartieron el taxi de vuelta. Ya en Hollywood, fue descubierta por la enrevesada y fascinante Mulholland Drive, de David Lynch, en la que interpretaba a una ingenua aspirante a estrella, lo que le puso en cantera para convertirse en una nueva reina del grito en The Ring.
Afortunadamente, pronto empezó a desplegar su versatilidad en Promesas del Este, de Cronenberg, en la que se enfrentaba a la mafia soviética en un inquietante Londres, King Kong, de Peter Jackson, donde tomaba el relevo de icono sexual a Fay Wray y Jessica Lange en manos del gigante primate, o la versión estadounidense que el propio Haneke realizó de Funny Games.
Ahora, tras la nominación al Óscar por la película de J.A. Bayona, puede conseguir un premio para el que parece tener munición reservada con Diana, en la que se mimetiza con Lady Di -con la buena acogida que tienen papeles de este tipo para los miembros de la Academia de Hollywood-, así como Queen of the Desert, donde interpretará a la escritora, viajera y politóloga coetánea de D.H Lawrence, Gertrude Bell.