Ganar…
Merkel y Le Pen representan a día de hoy las dos caras de la victoria política en Europa. La primera no se cansa de liderar a su partido, la Unión Cristiano Demócrata (CDU), de triunfo en triunfo cuando llegan las citas importantes con las urnas. Después de la victoria en las elecciones legislativas del año pasado, algo que le permitió renovar su cargo de canciller, la CDU también ganó el 25M. Sin embargo, no fue Merkel quien concentró la atención mediática internacional tras esos comicios. Ese honor correspondió a Marine Le Pen.
Incluso antes del 25M, nada menos que The New York Times describía a Marine Le Pen como “la extremista más amable de Francia”. Gentilezas aparte, tras su triunfo en Francia -donde el FN resultó el partido más votado-, su mensaje en una larga entrevista concedida hace unos días al semanario Der Spiegel no podía ser más nocivo para Europa. En ella describió al proyecto comunitario como “una Unión Soviética europea”.
… y saber ganar
Crecida por su último resultado electoral, Marine Le Pen lanzó una advertencia a Merkel en las páginas de esa revista. “Lleve cuidado señora Merkel, si no ve el sufrimiento que se ha impuesto al resto de los pueblos europeos, Alemania se hará odiar”, dijo la francesa. Curiosa defensora de los europeos es Le Pen, quien quiere, entre otras cosas, sacar a Francia del euro y disolver la libertad de movimiento en la zona Schengen. La canciller no se ha tomado la molestia de responder directamente a esta amenaza, aunque sí ha reconocido que en Europa hay que “hacer una política que beneficie a la gente” para “recuperar a los electores” que prefirieron a los partidos eurófobos el 25M. La canciller, pese a su victoria en las europeas, hizo prueba de humildad con esas palabras. Será cosa del saber ganar.
Experiencia
La eurodiputada francesa, de 46 años, no tiene en política las tablas de Merkel, que cumple en 60 primaveras en julio. Quince años lleva trabajando Marine Le Pen al servicio del FN. Pero sólo desde 2011 controla como presidenta el partido que fundó su polémico padre, Jean-Marie Le Pen, una figura todavía relevante en el 'frontismo'.
Merkel no tiene este tipo de personalidades con las que competir en la CDU. De hecho, con su partido hace lo que quiere desde hace casi tres lustros. El dominio de la escena política de la canciller es tal en su país que Nils Minkmar, historiador y editor del Frankfurter Allgemeine Zeitung, confiesa a Marabilias: “Me pregunto si veré en mi vida otra u otro canciller que no sea Angela Merkel”. Por su parte, Le Pen, en modo alguno tiene cerca el poder. De entrada, habrá que ver cómo le va a su partido gestionando la docena de ciudades conquistadas en las pasadas elecciones municipales de marzo.
Idealismo
El ejercicio del poder es la prueba de fuego a la que aún han de someterse Le Pen y compañía. De momento, desde el FN, partido acostumbrado a estar en la oposición, se arremete contra todos y contra todo. En base a ideas como la salida gala del euro o eslóganes fáciles de retener (“No a Bruselas, sí a Francia”), los 'frontistas' han conquistado a un buen cuarto del electorado francés.
Pero hacer gala de idealismo nacionalista no es lo mismo que construir puentes con otros partidos para gobernar el país, algo imposible con el centro-derecha en la asamblea nacional a día de hoy. También es difícil para el FN hacer piña en el Parlamento Europeo con otros eurófobos. Priorizar las ideas de nación y soberanía tiene estas contrapartidas en un mundo globalizado que no entiende de fronteras.
Pragmatismo
Merkel, sin embargo, de alianzas sabe bastante. En dos ocasiones se ha aliado ya a los socialdemócratas del SPD, en teoría el principal rival de la CDU, para poder estar en el gobierno. El pragmatismo que hace posible estas uniones es uno de los puntos fuertes de la personalidad de la canciller. Además, al contrario que Le Pen, “Merkel siempre acaba desdramatizando el conflicto político, despolitizando el discurso”, explica Minkmar a este magazine. Según él, más que animar las bajas pasiones, como hacen los discursos populistas, la especialidad de la lideresa democristiana es decir a su país: “No os preocupéis, yo me ocupo de todo, todos tranquilos”.
Eso sí, nadie olvida, especialmente en el sur de Europa, el desliz de la canciller de hace tres años, cuando afirmó en plan Le Pen aquello de: “Es importante que la gente en países como Grecia, España y Portugal no puedan jubilarse antes que en Alemania” y “No podemos tener una moneda común cuando unos tienen muchas vacaciones y otros muy pocas”.
Predicar con el ejemplo
Con todo, Le Pen, parisina nacida en Neuilly-sur-Seine -una de las ciudades más ricas de la República-, y Merkel, otrora ciudadana de la pobre y extinta República Democrática de Alemania, tienen estilos distintos. A la alemana le gusta dar ejemplo y cuando toca apretarse el cinturón, como ahora en Europa, ella lo hace literalmente. Al menos eso parece después de haberse sabido que está a dieta. “Es muy disciplinada y come mucha fruta”, según han expuesto al diario germano Bild fuentes de su entorno. En lo político, su país ha estado conteniendo salarios un buen par de lustros con ella al frente del ejecutivo. Ahora, sin embargo, la coalición con el SPD le ha obligado a aceptar, entre otras cosas, la creación de un salario mínimo y mejorar las pensiones.
Haz lo que digo, no lo que hago
Por su parte, Marine Le Pen también tiene sus incoherencias discursivas. Acaba de enfrentarse con su padre por su último comentario antisemita, que ha calificado de “falta política”. “Pondremos el horno en marcha horno la próxima vez”, dijo el padre de Marine a cuenta del cantante judío Patrick Bruel, quien ha decidido no actuar en las ciudades regidas por el partido ultraderechista de los Le Pen.
Pero la presidenta del FN tampoco puede ir dando lecciones de corrección política. En su día dijo que su país está bajo una especie de “ocupación” por la abundancia de musulmanes. En abril, la condenaron a pagar 10.000 euros por haber distribuido propaganda electoral falsa de otro candidato durante las elecciones legislativas de 2012, alterando así la campaña del que fuera su rival, Jean-Luc Mélenchon. Y es que, Marine Le Pen, francesa de pura cepa, es fiel al dicho galo: fais ce que je dis, pas ce que je fais (haz lo que digo, no lo que hago).