Cultura

Fin de gira Rosalía: las tres mentiras más frecuentes sobre su gran año

La artista culmina una temporada triunfal con dos conciertos en el Palacio de los Deportes de Madrid

  • La cantante Rosalía durante su concierto en Madrid.

Rosalía Vila Tobella (San Esteban de Sasroviras, Barcelona, 1993) ha sido la gran triunfadora pop de 2019. Sin duda lo fue en España, pero también en Inglaterra y al otro lado del Atlántico, gracias en gran parte a su estrategia de colaboraciones con artistas de la talla de Ozuna y J. Balvin. Las publicaciones más prestigiosas le han concedido portadas y extensos reportajes en 2019, desde el New York Times hasta The Guardian, pasando por la prestigiosa The Fader. ¿Cuáles son las mentiras y enfoques engañosos que más se repiten en estos textos? Hay por lo menos tres que ya se han convertido en tópico.

1. Es víctima de “los puristas”. La artista catalana se enganchó al flamenco siendo adolescente,  cuando escuchó la voz de Camarón saliendo del radiocasete que sonaba en un parque. Ahora mismo, en su etapa de mayor éxito, el sonido y la lógica de sus canciones tiene más que ver con Beyoncé, Shakira y con las princesas Disney (Ariana Grande, Selena Gómez, Demi Lovato…) que con cualquier leyenda del 'cante jondo’. Los periódicos anglosajones suelen mencionar las acusaciones (más bien anecdóticas) de apropiarse de elementos flamencos o de la cultura gitana, sin dar voz a quienes la han cuestionado por este motivo. La realidad es que los periodistas especializados en el género rara vez han hecho reseñas destructivas, ya que la consideran algo ajeno a su competencia. Se ha criticado alguna vez escaso nivel como guitarrista de flamenco de su acompañante y productor, Raül Refree (a quien acusan de "rudimentario"). La figura de El Niño de Elche, que sí ha recibido críticas demoledoras, ha contribuido a que sea vea a Rosalía como un artista que se muestra respetuosa en sus acercamientos.

Rosalía siempre recibió máximo apoyo del mundo de moda, por ejemplo de Vogue, Icon y Cosmopolitan, publicaciones dedicadas a vender productos femeninos para un público con alto poder adquisitivo

2. Es una artista popular. Rosalía no es una cantante que haya triunfado de abajo hacia arriba, sino desde la élite de la industria hacia el público. Artistas como Los Chichos, Camela y El Barrio llegaron a llenar estadios contra viento y marea, sin apenas apoyo de los medios de comunicación, que los consideraban “cutres”, “chonis” y “vulgares” (un directivo de RTVE suele contar que un motín de redactores consideraban “degradante” cubrir un concierto de El Barrio). Muy al contrario, Rosalía es una artista que siempre recibió máximo apoyo de las revistas de moda, entre ellas Vogue, Icon y Cosmopolitan, dedicadas a vender productos femeninos para un público con alto poder adquisitivo. Ni que decir tiene que los artistas arriba mencionados no tienen ninguna oportunidad de ocupar esos espacios, hagan el disco que hagan. Desde el primer momento, firmas como Inditex, Apple y Red Bull escogieron a Rosalía como un icono ideal para promocionar sus productos entre un público juvenil internacional. Cualquier otro artista con demasiado sabor “local” o demasiado “de barrio” hubiera sido incompatible con esta función.

3. Es una innovadora. Los periodistas culturales, especialmente los anglosajones, se empeñan en venderla como una revolucionaria. The Guardian incluso la ha descrito como “leftield flamenco” (flamenco imprevisible) y la califican como “probablemente comunista” (una hipérbole inspirada en su canción “Dio$ No$ Libre del Dinero”). La realidad es que no ha aportado nada realmente nuevo. Cuando ella triunfó, hacía décadas que el denostado “flamenquito” se había fusionado con el pop. Se interesó por el reguetón en un momento en que  el estilo ya estaba en la cresta de la ola comercial. Sus flirteos con la vanguardia de baile nunca han ido más allá de las innovaciones de la era dorada de Timbaland, cuando el productor de Virginia convirtió el R&B en una fiebre global. Sobre un escenario, Rosalía presenta un espectáculo vistoso e hipnótico, pero con escasa ‘chicha’ musical debido al abuso de bases pregrabadas (resultaba desolador ver la cara de aburrimiento de El Guincho, su productor, en el escenario del Mad Cool 2019). Nadie puede negar a la artista catalana su centralidad en el planeta pop 2019, pero precisamente por eso no hay ninguna necesidad de exagerar.

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