En el 2017 se estrenó la película de animación de Pixar, Coco, protagonizada por un chaval mexicano llamado Miguel que va al “más allá'' a buscar a su tatarabuelo músico, en el Día de Muertos, la celebración mexicana, que se celebra la noche del 1 al 2 de noviembre. En ella los muertos son honrados por sus familiares con gran naturalidad, porque es una tradición familiar. Por este motivo, la película tuvo una gran acogida y fue un enorme éxito en taquilla y un reconocimiento por la crítica consiguiendo dos Oscars.
La relación con nuestros seres queridos fallecidos, no siempre ha sido tan entrañable. Aunque la creencia en el más allá, siempre ha estado presente en todas las culturas. Cuando los celtas poblaban la Tierra, hace 3.000 años, celebraban a comienzos de noviembre una fiesta llamada Samhain, nombre del dios de la muerte. Servía como celebración del final de la temporada de cosechas y era considerada como el «Año Nuevo Celta». Los druidas o hechiceros del castro se ponían en contacto con sus antepasados porque durante ese día, los muertos podían regresar al mundo de los vivos a través de esta deidad. En la ceremonia se encendían grandes hogueras y farolillos, hechos con nabos, para ahuyentar a los espíritus no deseados y se hacían sacrificios humanos a Samahim, para saber el futuro.
Cuando los romanos poblaron esos castros prohibieron esa salvaje celebración. Unos siglos más tarde, con la implantación del cristianismo, la creencia en el más allá se mantuvo pero se humanizó y se definió como lo que da sentido a la vida, ya que se empezó a diferenciar en el más allá entre Cielo, Purgatorio e Infierno. El Cielo es el lugar donde está Dios, y donde van las personas que han llevado una vida lo más parecida a la de Cristo, el Hijo de Dios. En el Purgatorio están las personas que van a pasar al Cielo pero que están limpiando, depurando o purgando todo lo que no ha sido coherente en un seguidor de Cristo, a lo largo de su vida. Y en el Infierno están los que rechazan el Amor de Dios, que perdona todo, si el interesado se arrepiente de lo cometido. Este planteamiento, en el año 610 se concretó por el Papa Bonifacio IV con la institución la fiesta de los «Mártires Cristianos», el 13 de mayo. Es decir, la celebración de los que han muerto por Dios. En el siglo VIII d.C. el Papa Gregorio III, cambió la fiesta al 1 de Noviembre, haciéndola coincidir con el Samhain, y más adelante, el Papa Gregorio IV amplió esta celebración a todos los santos. Es decir, todas las personas que han llevado una vida coherente al cristianismo cerca de Dios.
En el siglo XIX los inmigrantes irlandeses llevaron la fiesta del Samhain a Estados Unidos. En esos años se cambió el nombre a la festividad a «All Hallow's Eve», “que significa víspera de todos los santos”. Con el tiempo cambió a Halloween. Y se centró en la leyenda del irlandes Jack O´Lantern (Jack linterna en español), que consiguió engañar al diablo con una cruz. Al morir no tuvo sitio ni en el cielo ni en el infierno y quedó condenado a vagar por la Tierra con un farolillo hecho con un nabo. Al llegar a Estaos Unidos el farolillo se comenzó a elaborar con calabazas por el excedente de esta verdura. Y se las llamó Jack cuando el farolillo tiene forma de cabeza y se usa como linterna.
En todo caso estas tres realidades expresan una idea clara de que hay un más allá y que tratar a nuestros muertos con respeto, hablando con ellos y rezando por ellos, es una manera de preparar nuestra llegada al más allá y tener una buena llegada.