Bertrand Tavernier (Lyon, 1941) tenía seis años cuando experimentó su primer "shock" cinematográfico. Estaba internado en un sanatorio antituberculoso de Saint Gervais donde, al mismo tiempo que le suministraban penicilina, le inculcaron la pasión por el cine. Prueba de su admiración hacia el Séptimo Arte es que hoy, 70 años después, aún recuerda de memoria los diálogos de algunas escenas.
"Creo que el cine me ha ayudado a superar muchísimos problemas físicos. La vida en un internado es muy difícil, pero yo respiraba aire con las películas de vaqueros", revela a Vozpópuli. "Me permitió superar muchos momentos de soledad, me devolvió la vida porque encontré calor en las películas", recuerda.
Y el cine le volvió a salvar en su etapa adulta. Según cuenta Tavernier, le detectaron un cáncer mientras trabajaba en Las películas de mi vida, el documental de más de tres horas sobre los clásicos franceses que marcaron su vida y que estos días presenta en España. "Trabajar en esta película me ha permitido curarme cuatro meses antes de lo que los médicos preveían. Creo que la admiración permite cicatrizar muchas heridas, es como tomar una cura de vitaminas", comenta esbozando una sonrisa.
De Renoir a Truffaut
El largometraje incluye 582 extractos de 94 cintas de directores que le marcaron, como Jean Renoir y Jacques Becker en los primeros años; Louis Malle, Jean Vigo, Marcel Carné, John Berry, en una segunda etapa, o Jean-Luc Godard, François Truffaut y Claude Sautet después. Desde 1930 a 1970. Pero también dedica un tiempo considerable a Jean Gabin, un actor que "representa a Francia, a un espíritu francés, a un compromiso con su oficio, con su vida, que tiene un palmarés extraordinario y que hizo un gran número de películas formidables, con tantos directores de cine, y eso no es por casualidad".
Creo que la admiración permite cicatrizar muchas heridas, es como tomar una cura de vitaminas"
En el filme son varias las anécdotas en torno a la figura de Gabin. Desde que corregía a los propios cineastas hasta su negativa a subir escaleras por superstición. "Esta actitud era positiva porque a menudo tenía razón. Cuando cortaba, tenía razón. No se oponía a los directores, pero era alguien que tenía un concepto muy elevado de su oficio", defiende Tavernier. "Hacía que todo le importaba un bledo, tenía cierta pereza, no le gustaba salir al extranjero, de hecho, quería que las películas se rodasen al lado de su casa... Pero cuando surgía un tema importante, allí estaba él... ¡Chapeau!", describe. Y reconoce que a los cineastas más jóvenes les imponía rodar con Gabin. Él mismo lo intentó tímidamente. "Le hablé de un proyecto, pero nunca he sabido si hubiera aceptado porque murió a los dos meses", cuenta.
Activista contra Netflix
La misma admiración hacia el cine que refleja en Las películas de mi vida es la que empuja al cineasta de Lyon -casualmente, centro de operaciones de los hermanos Lumière- a llamar a la puerta de la Comisión Europea en Bruselas para que "aprieten las turcas" a Netflix y les obliguen a invertir un porcentaje de sus ingresos en cine europeo al igual que lo hacen con las cadenas públicas de televisión, un requerimiento que quiere fortalecer con el apoyo de cineastas y políticos españoles, pero que hasta ahora, dice, solo ha encontrado en Pedro Almodóvar.
"Primero soy director, ese es mi oficio, pero sigo viendo películas como espectador y lucho por los autores. He ido ya dos veces a Bruselas para que sometan a Netflix a las mismas reglas que a cadenas como Canal+."¡Tienen unas ventajas increíbles en relación a cualquier televisión pública!", exclama Tavernier visiblemente enfadado. "Aparte de Almodóvar, no hay muchos cineastas españoles que vengan a apoyar el cine europeo. Me gustaría que hubiera más y me gustaría también contar con políticos españoles, pero para esto haría falta que la gente de la política española se tomara en serio el cine, lo cual no sucede", lamenta.
"Enanos que tuitean"
Según el director francés, la plataforma Netflix, igual que otras tantas compañías americanas"como Amazon o Google", no pagan impuestos y hacen perder ingresos a los Estados miembro. "Alemania y Francia les intentan multar, pero es la dictadura de las multinacionales que, gracias al señor Juncker, pueden escapar a todas las reglas que hacen que el cine y la tele europea puedan o no sobrevivir", advierte. Tavernier no tiene muy buena concepción de los políticos. Hace poco comentó que estos se habían convertido en "enanos que tuitean" y reconoce a este periódico que "si estudiasen el pasado harían menos tonterías".
El cine para mí también fue una liberación, un descubrimiento, una escuela. Me abrió los ojos a mundos muy diferentes"
Pese a que ya alcanzado los 76 años, el autor de La princesse de Montpensier, La carnaza o Salvoconducto aún tiene ganas de terminar ocho horas de cinta para una producción televisiva con pasajes "inéditos" situados entre 1930 y 1970, el mismo periodo que Las películas de mi vida. Nada extraño en alguien que compara la sensación de ir a una sala de cine por primera vez con la alegría que vio en la gente al finalizar la segunda guerra mundial: "El cine para mí también fue una liberación, un descubrimiento, una escuela. Me abrió los ojos a mundos y culturas muy diferentes. En las películas que me marcaron encontraba el mismo sentimiento de libertad que tuve cuando la ciudad en la que nací, Lyon, fue liberada".
https://youtube.com/watch?v=R-0AsfySNkQ%3Fecver%3D2