¿Quién dijo que no podían convivir en paz y en el mismo sitio los tres grandes monoteísmos? Probar a los escépticos que sí es posible es lo que desearían demostrar el pastor protestante Gregor Hohberg, el rabino Tovia Ben-Chorin y el imán Kadir Sanci. Ellos dirigirán, respectivamente, la iglesia, la sinagoga y la mezquita que albergará The House of One. Estarán separadas las unas de las otras, pero el edificio contará en su interior, “en el centro, con una habitación comunal” que servirá de “lugar de encuentro” destinado al diálogo interreligioso, un sitio “donde ir y aprender más sobre las religiones y sobre los otros”, indican desde este proyecto.
Surgió la idea de usar este espacio para desarrollar una señal de paz y de tolerancia.
Los responsables de este templo quieren situarlo en la céntrica Petriplatz, donde unas excavaciones arqueológicas encontraron hace cinco años los restos de la primera iglesia que hubo en Berlín, que data de mediados del siglo XIV. Fue entonces cuando surgió la idea de “usar este espacio para desarrollar una señal de paz y de tolerancia”, según han explicado portavoces de The House of One. En palabras del pastor Hohberg: “Esta plaza, en la que la ciudad comenzó a existir y donde estuvo su primera iglesia, es ahora la casa del futuro”.
Para adaptarse a ese futuro próximo -Hohberg y compañía pretenden abrir las puertas del edificio en 2018-, los responsables de The House of One han elegido un proyecto arquitectural que se “expresa en un lenguaje moderno”. Por eso ganó el concurso para concebir este templo interreligioso el estudio de arquitectos de Simona Malvezzi, Wilfried Kuehn y Johannes Kuehn. Ellos han dado forma al edificio del trío de comunidades religiosas unidas para este templo de cristianos, judíos y musulmanes. De apariencia futurista, tendrá una cúpula en todo lo alto de sus 32 metros. En su interior, la iglesia, la sinagoga y la mezquita ocuparán el mismo espacio. La mayor dependencia será la dedicada al diálogo interreligioso, en la parte central.
Volver a los orígenes de los grandes monoteísmos.
Frente a otros templos, el concebido en el estudio Kuehn Malvezzi carece de elementos característicos de construcciones dedicadas al culto religioso. De hecho, el edificio resulta más bien austero, algo que va bien a una construcción que nacerá con la misión de integrar tres religiones de marcada estética visual. “No es necesario que una mezquita tenga un minarete, es sólo una posibilidad, no es una necesidad. Y una iglesia no necesita una torre”, ha dicho Wilfried Kuehn. Su idea de edificio, según ha explicado, permite “volver a los orígenes” de los grandes monoteísmos, “cuando estas tres religiones eran muy cercanas y compartían mucho arquitecturalmente”.
La idea de compartir es tan esencial al proyecto que, en último término, su realización dependerá de dinero puesto en común. A través de donaciones deben alcanzarse los 43,5 millones de euros que costará levantar este triple templo. Sin embargo, solo 10 millones de euros permitirían construir una versión más sencilla del edificio que la presentada a principios de junio en Berlín.
Los interesados por este proyecto en la capital alemana no son tantos. En Berlín viven 3,3 millones personas. La población cristiana es de 1,2 millones. Es de lejos la mayor comunidad religiosa de la ciudad, pues el colectivo musulmán está estimado en algo más de 200.000 almas, mientras que el de cultura hebrea apenas representa un 0,3% del total de berlineses.
Un lugar donde renacer
Precisamente porque esta comunidad judía tiene una dolorosa historia en Alemania debido al Holocausto organizado en Berlín por la maquinaria asesina del Tercer Reich, suenan con particular fuerza las palabras del rabino Tovia Ben-Chorin a la hora de promocionar The House of One. “Yo asocio a Berlín con recuerdos de dolor y heridas profundas, pero ese no es el final de la historia”, ya que si bien “los judíos que fueron expulsados de España no volvieron a ese país en 500 años”, en Berlín, “una vez terminada la segunda Guerra Mundial en 1945, los judíos que se escondieron o que huyeron comenzaron a reconstruir una nueva vida judía en la ciudad”, según este rabino. Para él, Berlín es ahora un lugar donde “renacer”.
Si The House of One acaba viendo la luz, puede que además se convierta en un símbolo arquitectural para Berlín que contribuya a formar una valiosa entente frente a quienes alimentan con religión los conflictos más mediatizados.