El pasado viernes llegó a los cines Toy Story 4. La nueva entrega de una de las sagas más icónicas de Pixar llegaba a la pantalla con una lista de arduos retos que cumplir. Por lo pronto, en su primer fin de semana ya ha conseguido posicionarse en el primer escalón del podio de la taquilla española con tres millones de euros, cifra que a nivel mundial asciende hasta los 238 millones, a falta de que todavía llegue a algunos países.
Eso sumado al aluvión de comentarios positivos que ha recaudado por parte de la crítica. Por poner algunos ejemplos, en el medio especializado The Hollywood Reporter han dicho de Toy Story 4 que "contiene el mismo nivel de ingenio, imaginación y magia para crear otra fantástica y digna entrega.
Y más: Esta cuarta entrega aporta tanto que los espectadores lo tendrán difícil para imaginar la franquicia sin ella", dicen en Variety. Si nos vamos a los datos, en Filmaffinity la dan una nota de 7,7; mientras que en IMDb acumula una media de 8,5 sobre 10 entre casi 25.000 puntuaciones. Y en Rotten Tomatoes acumula un 98% de criticas positivas.
La animación digital, 24 años después
Pero si hay una de las cosas que más está llamando la atención de Toy Story 4 es el increíble nivel de detalle que ha conseguido plasmar en los archiconocidos juguetes, así como en el resto de personajes. El mejor ejemplo para mostrar la evolución de la animación digital desde la primera película que fue estrenada en 1995.
No hay más que ver la diferencia entre Scud, el perro de Toy Story y el gato que habita en la tienda de antigüedades de la última cinta.
Otro de los personajes que más ha llamado la atención ha sido el de Bo Peep, que vuelve a la cuarta entrega de Toy Story 4 en forma de icono feminista.
El doblaje en la versión original de este personaje está encarnado por Annie Potts, mientras que en la versión española le da voz María Moscardó.
Y como no podía ser de otra manera, también se muestra el asombroso cambio en Woody.
RenderMan, el software de Pixar para conseguir ese nivel de detalle
En definitiva, estos son tan solo tres ejemplos de la enorme evolución de la animación digital. Y es que antes de estrenar Toy Story en el 95, el vídeo más largo que Pixar había creado era de cinco minutos. No contaba con un departamento de arte o guión demasiado extenso.
Ahora, 24 años después, además de una plantilla con más de mil empleados, cuenta con mordernizados equipos que funcionan con RenderMan, que es tanto un sfotware como una API desarrollada por Pixar para el renderizado de complejas imágenes tridimensionales.
Esto va desde escenas y animaciones que contienen reflexión óptica, luces fotómetricas, pelo, piel o efectos de lente. En definitiva, consigue que que las imágenes animadas sean cada vez más realistas.
En un principio, la iluminación, el sombreado y el rendeizado se tenían que escribir manualmente con un programa basado en texto. Ahora, el proceso es mucho menos complejo y la última entrega de esta franquicia ha sacado partido de ello. A la vista está, la tienda de antigüedades con cientos de objetos o la ferie con atracciones representanda hasta el más mínimo detalle.