Cultura

Vuelve la Chejov canadiense: una Alice Munro inédita

Lumen publica una serie de relatos inéditos en los que regresa a las señas vitales de su literatura. Se trata del volumen ¿Quién te crees que eres?

  • La canadiense Alice Munro

La llaman la Chejov canadiense. En 2017, a sus 83 años, Se convirtió en la mujer número 13 en ganar el Premio Nobel de Literatura. Casi cuatro años después, Lumen publica una serie de relatos inéditos en los que regresa a las señas vitales de su literatura. Se trata del volumen ¿Quién te crees que eres? Una serie de historias entrelazadas en las que Munro desarrolla el vínculo entre dos mujeres: Flo, y su hijastra Rose. Una es prosaica, pragmática incluso hasta pedestre, la otra en cambio es una tímida y patosa joven a quien la ambición la empuja a salirse del entorno que ha sido dispuesto para ella. Elegir en este libro lo es todo.

Es la maestra del relato contemporáneo. Su obra, vinculada al realismo, está conformada, entre otros, por 13 títulos: Las lunas de Júpiter (1982); Progreso del amor (1986); Amistad de juventud (1990); Secretos a voces (1994); El amor de una mujer generosa(1998); Odio, amistad, noviazgo, amor, matrimonio (2001); Escapada (2004); La vista desde Castle Rock (2008) y Demasiada felicidad, editada en 2009.

Munro es dueña de una voz visceral con la que ha construido una obra que ilumina las relaciones entre hombres y mujeres, el papel de la memoria y las historias mínimas. Puede, sin embargo, que el universo femenino sea uno de sus temas más sólidos, tal y como lo demostró en su novela La vida de las mujeres (DeBolsillo, 2012), en cuyo centro surge la voz de Del Jordan, una chiquilla que narra su vida en el universo familiar y rural que le rodea.

Ficciones llevadas a la pantalla

Siete de sus ficciones han sido llevadas a la pantalla, especialmente a la televisión. Sarah Polley filmó en 2006 Lejos de ella, con Julie Christie, basada en uno de sus cuentos. También Pedro Almodóvar adaptó uno de sus relatos en su penúltima película. En las páginas de ¿Quién te crees que eres? rebrota la Alice Munro afilada que ha volcado en su literatura la experiencia de su vida cotidiana. Hija de una profesora y un granjero, educada en una estricta educación presbiteriana, comenzó a estudiar periodismo y filología inglesa en la Universidad de Western Ontario, pero la abandonó al casarse en 1951.

Con su primer esposo montó una librería y comenzó a publicar en diversas revistas, pero no editó su primer libro de cuentos hasta 1968, Dance of the Happy Shades. Tres años después, en 1971, publicó una exitosa colección de historias titulada Lives of Girls and Women. Empezó creando cuentos con la idea de ser novelista cuando sus hijos crecieran y le dejaran más tiempo libre que el de la siesta, pero finalmente se encontró más cómoda en un género que ha llevado a otra dimensión gracias a la complejidad moral de sus personajes, mujeres en su mayoría.

Durante años y años pensé que las historias eran la práctica, hasta que llegué a tiempo para escribir una novela"

"Durante años y años pensé que las historias eran la práctica, hasta que llegué a tiempo para escribir una novela", dijo a The New Yorker en 2012. "Luego me di cuenta de que eran lo único que podía hacer, y a lo que me enfrentaba". Madre de tres hijas, ha reconocido en algunas ocasiones la importancia de su madre y del universo femenino de su vida para construir su gran territorio literario. Sin embargo, sobre ese tema, hay matices que ella explota en las historias de sus personajes. Flo y Rose sirven a uno para retratar la ceguera humana, el autoengaño, la excesiva indulgencia, la codicia, la cobardía, el deseo. Vuelca esos sentimientos en el territorio de lo mínimo. 

Su literatura viene de un lugar complejo y al mismo tiempo sencillo, tan devastador como doméstico. Cuando en 1961, con 30 años y tras publicar algunos de sus cuentos en revistas, The Vancouver Sun le dedicó un reportaje, lo tituló "Ama de casa encuentra tiempo para escribir relatos" y la fotografió junto a sus dos niñas. Décadas después, la propia Munro explicó que cuando escribía no pensaba en su familia sino en ella misma, buscando un espacio propio más allá del de mujer y madre, y apuntó que sus hijas quizá habrían sido más felices si les hubiese dedicado más tiempo.

UN detalle de la cubierta.

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