Altavoz

Fernando Sánchez Dragó: "La política es gobernar y tomar decisiones, por eso me gustan Putin y Trump"

Madrileño universal y profundo.  Aunque suene a tópico, a veces, hay personas a las que no queda más remedio que amar u odiar.  Madrileño universal y profundo. También soriano de

  • Fernando Sánchez Dragó, durante la entrevista

Madrileño universal y profundo. 

Aunque suene a tópico, a veces, hay personas a las que no queda más remedio que amar u odiar. 

Madrileño universal y profundo. También soriano de adpción desde que habla embelesado de su casa de castilfrio. el unico capaz de vernder un lbro lde hisotir titulado habilis y eberis. seguro que tiene legiones de fieles lectores y una trinchera de guerrero desde la que dispara incendiarias cargas y ráfagas de balas contra sus enemigos y de la vida y del hmbre. admirado, querido, repetado y odioado. 

Un filósofo presocrático dijo una vez que "nada importa nada". Y yo me pregunto, a estas alturas ¿qué le importa a Fernando Sánchez Dragó?

A veces pienso a qué no podría renunciar. Y yo lo único que hago y lo único que me gusta en esta vida es... En realidad sólo hay tres cosas que no podría perder: leer, escribir y follar. Si me quedo sin ellas tendría un grave problema vital. Hace poco leí una columna de Arcadi Espada en la que explicaba que lo de escribir lo hacía porque le pagaban. Y eso me hizo reflexionar. Yo que me he pasado media vida escribiendo pienso ¿Para qué lo hago?, ¿para cambiar el mundo? No creo. ¿Para conocerme a mi mismo? Puede. Y al final, resulta que escribo por lo mismo que follo: porque me gusta. La lectura, la escritura y el sexo. Nada más.

John Huston también escribió una lista de cosas que no volvería a hacer si dispusiera de otra vida

¡Huston es uno de mis héroes! Dijo que bebería vino en lugar de tragos fuertes.

Que no se casaría nunca...

Que pasaría más tiempo con sus hijos y que no se gastaría el dinero antes de ganarlo.

¿Te arrepientes de las mismas cosas?

Huston es uno de los directores que más me gustan. Y yo tampoco me volvería a casar. 

¡Te has emparejado siete veces!

Sí, voy camino de ser émulo de Barba Azul. Me falta una mujer y ya estoy en ello. Y es curioso, porque nunca he querido tener pareja, pero las mujeres se instalan en mi vida. A mi no me gusta llevar la contraria y las mujeres me engatusan, por eso casi siempre estoy emparejado. En cuanto a mis hijos, yo -salvo del primero, que fue fruto de mi primer matrimonio en la cárcel- me he ocupado mucho de ellos. Ahora tengo uno de cinco años que me devora el tiempo. Y lo curioso es que, como escritor, lamento hasta el extremo haber sido padre. A los escritores deberían prohibirnos la paternidad. ¡Tendrían que castrarnos! Es muy difícil mantener tu vocación y tener hijos.

¿Eres de los que piensan que el escritor no tiene horarios?

El escritor se dedica a la escritura a tiempo completo. 24 horas al día los 356 días al año, de todos los años de tu vida. Por eso los hijos son un enredo notable. Y creo, sinceramente, que mi tarea de escritor ha sido heroica. Escribir 7.000 piezas de periodismo, 44 libros y, al mismo tiempo, tener siete mujeres, cuatro hijos y vivir las cosas que he vivido, sólo se explica a fuerza de heroísmo. A pesar de todo, no me arrepiendo. Es ahora cuando me doy cuenta que pesa más en  tu vida lo que pudiste y quisiste hacer, pero no hiciste, que lo que hiciste. 

Por lo que dices, el oficio de escritor, es una faena. 

No es oficio. Es vocación. Y la vocación exige estar de guardia permanentemente. 

¿Hay que estar dispuesto a vivir todo tipo de experiencias para ser escritor?

Eso es discutible. Cuando a mis hijos les digo que no tendría que haber sido padre, ellos me replican y argumentan que han enriquecido mi vida. Y es cierto. Pero también es verdad que, de no haber sido padre, otras cosas habría vivido. Además, hay escritores que necesitamos tener vida exterior para tener hijos. Yo necesito viajar, meterme el líos. ¡La vita pericolosa! Me gusta el riesgo porque mi literatura se nutre de eso. Aún así, cada maestrillo tiene su librillo. Julio Verne no salió de su despacho y consiguió viajar hasta el centro de la tierra. 

Siguiendo otra recomendación, Antonio Gala consideraba que lo mejor era "permanecer siempre enamorado". ¿Tú crees en el amor?

Por lo pronto eso es un plagio. Porque quien dijo eso fue Ernest Hemingway en su decálogo.

Tal vez Gala quiso emular el consejo. También coligió que "el amor perfecto es una amistad con momentos eróticos".

En su caso es más explicable que en el mío. Pero, dejando a Antonio Gala a un lado, ese mandamiento que citas de Hemingway siempre me ha inquietado mucho desde que era adolescente. Estar enamorado no es algo voluntario. O te enamoras o no te enamoras. El enamoramiento es engañoso, es un espejismo. A veces es una enfermedad que dura un cierto tiempo. Hemingway se refería a que debemos tener siempre la tensión que infunda el estar enamorado. Y no hace falta de enamorarse siempre de alguien. Puedes amar los viajes, la comida, la aventura, la lectura. Es necesario estar en permanente tensión emocional. 

Pero nada dura para siempre.

Solo hay una cosa eterna: la vocación. Es el carácter lo que dura para siempre. Además, según sea tu carácter, será tu destino. Es ese viejo precepto el que, en definitiva, ha inspirado toda mi literatura: "averigua quién eres". Y cuando consigues conocer cómo es tu vida y cómo quieres que sea, se produce una coordinación ente el querer y el deber. Y eso es la felicidad. En todo este proceso sólo hay una cosa que puede minar la felicidad. Y son los remordimientos, el sentimiento de culpa. Yo siempre he hecho lo que mi carácter me ha pedido. Y soy un hombre feliz. 

¿Se puede elegir ser feliz?

Que sepas que la felicidad y la desdicha también es una vocación. Hay gente que vive todo de una manera dramática. Y hay otras personas que aplican ese criterio de "nada importa nada" para ser felices. No es fácil entenderlo. Por ejemplo, ser escritor tiene muchos inconvenientes, pero también te permite escribir todo lo que quieres. Además, todo lo que te pasa, sea desdicha o alegría, es material para tu literatura. Yo fui un niño bien, estudié en el Colegio del Pilar y de pronto llegó la cárcel. Y puede parecer terrible, las mazmorras, la época de Franco, la Brigada Político Social, pero yo lo viví con inmensa felicidad. Sabía que era sangre que nutría mis venas. Por eso siempre que estoy en una situación difícil pienso ¡qué bien!

Por volver a la actualidad, ¿entiendes el sentimiento independentista que hay en Cataluña?

No. Me parece una estupidez. A mi lo que me irrita no es la gente de izquierdas o de derechas, los españolistas o los no españolistas. Me irrita la estupidez. Y yo, que no tengo ideas políticas, que me gusta ser apolítico, tengo que seguir la vida política porque es algo que impregna nuestra vida. Pero no, no soy independentista. La única patria que tengo son mis zapatos. Creo en esa máxima que dice "donde tu estás bien, allí está tu patria". Y eso es fantástico porque no hace daño a nadie. Es la vieja filosofía del "cultiva tu huerto sin meterte en el del vecino". 

Las zapatillas. La patria de Fernando Sánchez-Dragó

¿Qué es lo que más te avergüenza del panorama político español?

Todo. Es penoso. Tenemos una clase política verdaderamente patética. Y eso vale para todo el arco político pasando por todos los partidos. Es todo ridículo. Simplemente la imagen de dos políticos dándose la mano durante media hora, moviendo los brazos como los perrillos que antes que colocaban en la guantera de los coches, es de seres idiotas. Un político tiene el deber de gobernar. Y aquí no hay nadie que lo haga. Todos pastelean, todos dialogan, pero nadie gobierna. La política implica gobernar y tomar decisiones, por eso a mí me gustan Putin y Trump. Con sus luces y sus sombras. Pero ambos gobiernan. Son políticos que tienen una visión de las cosas y las aplican. En España no debería existir la política. Es patética. 

A veces, en este país, parece que es más peligroso ser escritor que ser torero. 

Aquí siempre ha sido peligroso ser escritor. Siempre hemos estado perseguidos. En realidad, somos un poco tocapelotas. Y si repasas la historia, verás que muchos de los grandes escritores han acabado en la cárcel. San Juan de la Cruz, Santa Teresa... Y ya no te digo nada si hablamos de los románticos del Siglo XIX o si nos acercamos al XX y la Guerra Civil. También es cierto que ser torero es peligroso, corren un peligro físico que los escritores no tenemos. Tal vez por eso el torero es el ser humano que más admiro. Es el último héroe que queda, la última persona que realmente compromete su cuerpo, su futuro, su economía, su familia en la tarea que le gusta. 

A nivel cultural ¿qué males aquejan a España? ¿Estamos ante un buen relevo generacional? 

No, los escritores que vienen no están a la altura. Y no porque escriban peor -porque hay algunos que escriben realmente bien- sino porque no tienen nada que contar. Y ese es el problema. Son repetitivos, monótonos, tediosos... La poesía, en cambio, es buena. Pero las novelas -como dice mi amigo el Marqués de Tamarón- rezuman tedio progre. Y eso vale para la casi totalidad de los escritores. Por eso la novela es un género extinto. Se agota. Está todo contado. Las únicas obras que leo con gusto son las autobiográficas. No me interesa la historia de amor entre el dentista de la esquina y la vecina del quinto. A pesar de todo, parece que ahora se está abriendo paso eso que llaman la autoficción. Así que es posible que la situación mejore. 

Entonces, el problema es que ¿ya no somos originales? ¿Está todo dicho?

El problema es que la literatura ha muerto. Internet se lo ha cargado todo. Internet es el fin del mundo. El postapocalipsis. Se ha cargado la televisión, la tienda de la esquina, las relaciones... Ahora la gente no lee. Todas las personas que han nacido ya no internet encima no saben leer. En Estados Unidos han calculado la atención que un usuario medio dedica a algo que está leyedo. ¡Y sólo se para 19 segundos! Luego se va a otra cosa. 

No queda otra que ser nostálgico.

Tienes que serlo inevitablemente. Ojalá pudiésemos no serlo. Pero yo reconozco que salgo a la calle y ya no queda nada del mundo en el que yo nací. Ahora, que estoy escribiendo la segunda parte de mis memorias, donde cuento todo lo que me sucede desde el primer día de universidad, lo vivido en los años del antifranquismo, descubro que de aquel Madrid que narro, ya no queda nada. Ni siquiera la manera de vivir. Ha cambiado todo. Las amistades, los amores...

¿Cuáles son tus próximos proyectos?

Mi proyecto siempre es escribir. Y además de leer, follar y escribir, tampoco puedo vivir sin viajar. Soy un nómada. Mi literatura es así. Necesito el viaje para tener cosas sobre las que escribir. Pero ya no viajo tanto porque el turismo -después de internet- es una gran catástrofe de la humanidad. El feminismo es la tercera. 

¿El feminismo?

Sí, el feminazismo. Pero no me metas en ese berenjenal, que ya estoy escaldado. Decía que no tiene sentido viajar, porque allá donde vayas hay un turista mochilero. O no mochilero. En cualquier caso ya no es posible concebir el viaje como el arte del encuentro porque lo único que quieren de ti las personas de los países a los que viajas es extraer la mayor cantidad de dólares en el menor tiempo posible. Yo ahora solo viajo para huir de España porque lo peor que me ha pasado en la vida ha sido darme a conocer. Me reconoce todo Dios. 

Tu faceta televisiva tiene la culpa.

Ahí está. Por eso viajo. Pero ahora también hay españoles por todo el mundo. Y un Español aquí es peligroso, pero un español en el extranjero... ¡es una fiera!

¿Y qué hay del periodismo? ¿También estamos acabados?

Al igual que la literatura, el periodismo se ha terminado. El periodismo de ahora es muy ligero. Tu profesión requiere conocer muy bien el lenguaje. Y ahora todo son muletillas. Es alucinante como los tertulianos -o 'tertuliasnos' como yo les llamo- repiten las mismas frases. Ahora se ha puesto de moda la expresión "gilipollas no, lo siguiente" o "discrepar con". Y yo me pregunto ¿cómo es 'discrepar con'? Eso es como 'follar sin'. Es por eso que escucho la radio y me subo por las paredes. En el periodismo escrito es cierto que tenemos muy buenas plumas, queda un reducto. Pero la lucha por la noticia y la exclusiva ha enviado al diablo todo lo demás. Además ya no hay dinero para enviar fuera a los periodistas para hacer un buen reportaje. Todo se ha acabado. 

¿Algún consejo para salir airosos de esta 'vita pericolosa'?

No sigas consejos. Buscas las respuestas en ti misma. El arte -como decía Borges- no es un espejo del mundo sino algo añadido al mundo. Por eso, lo mejor que se puede hacer es no titubear, no preguntar. Hay que estar seguro de uno mismo.

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