Si uno sigue de cerca la agenda de la matemática y divulgadora Clara Grima comprende por qué los guionistas de cierto programa de televisión la bautizaron en su día como el “torbellino rojo”. Además de sus clases en la Universidad de Sevilla, organiza charlas, conferencias, premios, participa en obras de teatro y está detrás de algunas de las iniciativas más exitosas de divulgación científica en español. En pocos años, el trabajo incansable de esta doctora en Matemáticas ha hecho más por mejorar la imagen de esta disciplina que muchas instituciones. Charlamos con ella sobre su nuevo libro, “¡Que las matemáticas te acompañen!” (Ariel, 2018), unas horas después de que decenas de lectores, agolpados en la caseta de la feria de Madrid en la que firmaba, agotaran todos los ejemplares.
¿Cuándo ha sido la última vez que has usado tus “poderes matemáticos” en tu vida diaria?
Bueno, ahora no recuerdo la última vez, pero siempre cuento que tuve que ayudar a una amiga que tenía un problema para sentar a los invitados de su boda, por incompatibilidades, y le ayudé con teoría de grafos. En un caso así, si tienes ocho personas que dan problemas, pues las pones en ocho mesas y ya está, pero las matemáticas te permiten distribuirlos en el menor número de mesas posible. Y así lo hicimos.
¿Salió bien?
Siguen casados, sí. No sé si tiene que ver con el banquete (risas).
¿Y cómo pueden las matemáticas ayudarme a atarme los zapatos?
Hay un trabajo muy bonito sobre la combinatoria que hay para atarlos con más fuerza, o con menos longitud de cordón, que explico en el libro. Es un problema complicado, aunque cuento solo la solución final y no todas las combinaciones posibles.
Las matemáticas tienen usos que ni siquiera sospechamos, pero en general todo el mundo cree que son la aritmética, ¿de dónde viene eso?
Porque esas son las matemáticas que se explican en el colegio. Hasta los primeros cursos de la ESO lo que ves es básicamente cálculo. La mayoría de la gente asocia las matemáticas con resolver raíces cuadradas, y el problema está en la enseñanza.
“Hay muchos maestros que enseñan matemáticas que no saben matemáticas”
Entonces, ¿se enseñan mal las matemáticas en el cole?
Se enseña mal. Y digo en general, ojo, porque hay muchas excepciones. El problema empieza en Magisterio, que se enseña mucha didáctica de las matemáticas a los profesores pero poco contenido matemático. Es como si en cocina te enseñan a esferificar pero no te dan ingredientes. Te enseñan a enseñar, pero no te enseñan qué enseñar. Ahí está el problema.
En resumen, enseñan matemáticas personas que no saben matemáticas.
Efectivamente. Hay muchos maestros en Primaria que no saben matemáticas. Pero porque no les han enseñado. Y eso genera en el propio maestro una ansiedad que hace que aplique las cosas como él sabe y si el niño se sale del redil, como no sabe acompañarlo, lo que hace es meterlo otra vez en redil. Y en secundaria pasaba menos, porque los profesores se supone que son matemáticos o físicos, pero empieza a haber otro problema, y es que los matemáticos ya no quieren ser profesores. Por muchas razones, pero primero porque en España no se mima a la educación y a los profesores no los tratamos bien. Y son los más importantes de todo el sistema productivo, de ellos depende que luego haya astronautas para que sean ministros, neurocirujanos o grandes periodistas científicos. Y ahora tenemos también que las empresas de Big Data que están contratando a los matemáticos y se los están llevando, porque les pagan más. Por eso la formación de Secundaria los está perdiendo poquito a poco.
Mi hijo mayor ha llegado a decirme “odio las matemáticas” y me dio un disgusto.
Decía un famoso YouTuber hace poco que a él le enseñaron las matemáticas como quien enseña a hacer sudokus, ¿tú qué opinas?
Sí, claro. Es de lo que me quejo yo siempre, de que se enseñan sin contexto. También te digo que a mí siempre me han gustado. Aquel juego me daba igual que no sirviera para nada, que las piezas encajaran me parecía maravilloso. Pero obviamente si se lo enseñan sin conceptos no les puede gustar. Mi hijo mayor ha llegado a decirme “odio las matemáticas” y menudo disgusto. Pero, claro, si les das cálculo y cálculo, te cargas la ilusión de un niño que de entrada estaba ilusionado por las matemáticas.
¿Y se le ha pasado?
Ahora quiere ser físico. Lo llevamos con cierta dignidad el padre y yo (risas)
Se tiende a pensar que las personas que hacen matemáticas tienen una inteligencia superior o especial y que no todo el mundo vale, ¿es verdad?
Yo creo que no. Creo que tiene que ver con que vas amueblando tu cabeza. No sé si se ve en un escáner y hay que tener aptitudes especiales para abstraer, lo cierto es que yo no soy especialmente lista, soy muy normalita.
Te confieso que a mí con las mates me pasa como con lo de correr; en cuanto hay que sufrir, me paro. ¿Qué estoy haciendo mal?
Bueno, yo creo que las matemáticas hasta segundo de la ESO están al alcance de cualquiera. Y luego cuando hay más abstracción, depende. Es verdad que con el tiempo me he dado cuenta de que hay gente que no puede y no lo va a entender nunca.
Por ejemplo, al final no me he enterado del cálculo que expones en el libro por el que los chicos tenemos que bajar la tapa del váter. ¿Me lo resumes sin números?
Porque supone menos gasto energético para la pareja. Y hay que optimizar, o la vida en pareja o tu ego (risas).
Si mañana te nombran secretaria de Estado de Matemáticas del país (cargo ficticio), ¿cuál sería tu primera medida?
Lo primero reformar los currículos de magisterio, metería más matemáticas. También creo que habría distribuir a los alumnos en una media razonable, dar estabilidad laboral a los profesores… El problema es un prisma que tiene un montón de caras. De nada sirve un profesor muy bien formado si luego llega a clase y tiene allí una batalla. Tampoco sirve una clase con pocos alumnos y un montón de medios si no sabes usarlos.
Dices a menudo que las matemáticas son una herramienta de poder, ¿nos engañan también por no saber matemáticas?
Hombre, claro, todo el rato. Pregúntale a los des las preferentes. Muchas veces cuando voy a ver a mi madre por la mañana a casa veo los anuncios de préstamo fácil, y creo que deberían estar prohibidos. Pides 100 euros y al siguiente, si no has podido pagarlo, tienes que pagar 4.000 euros. A esa hora, ¿quién está en casa? Gente jubilada, me parece una burrada que hagan eso. Y pasa lo mismo con las gráficas que ponen en la tele. Para analizarla, incluso yo la tengo que tener delante un ratito. Si te quedas solo con la información visual te han engañado, a ti y a mí, que soy doctora en matemáticas. Y luego, es verdad que nos controlan. Claro que nos controlan. Pero nos resulta cómodo ceder nuestros datos.
“Se acabará la civilización y el 7 seguirá siendo un número primo”
En general nadie se avergüenza no saber matemáticas e incluso hay quien se enorgullece.
Yo no presumo de no saber cosas, ni conozco todas las matemáticas. Pero no me jacto de no saber algo, eso es pura ignorancia. Recuerdo en una tertulia cuando se descubrieron las ondas gravitacionales, a un comentarista que decía “Yo en estas cosas me pierdo porque yo no sé si sumar quebrados”. Pues vergüenza te debería de dar no saber quebrados. Y otro locutor respondía que no sabia “ni hacer ni la raíz cuadrada de cuatro”. Y eso hace mucho daño. Los niños aprenden que no les gustan las matemáticas antes que las matemáticas, y eso es muy problemático para un país. Y lo digo en serio. Al final nos afecta a todos, que un niño antes de que le enseñen matemáticas ya sabe que no le gustan. Es lo mismo que pasa con la comida. Mi hijo Salvador tuvo que saber lo que era la verdura para saber qué era lo que no le gustaba a los niños del cole. Hay madres que me dicen “es que mi niño es muy malo con las matemáticas, igual que yo”. ¿Y qué edad tiene el niño? Seis años. Y yo le digo: “Señora, no puede ser malo con las matemáticas, lo que pasa es que no sabe matemáticas”.
Se acaba de descubrir que hasta las abejas saben contar y usan el cero, ¿llevamos las matemáticas dentro?
Claro. Yo siempre lo digo. Se puede cambiar cualquier cosa, incluso las fronteras de los países, el nombre de un accidente geográfico, pero el 7 siempre será un número primo. Se acabará la civilización y volverá a aparecer y el 7 seguirá siendo un número primo, no habrá forma de dividirlo por otro número entero. Las matemáticas son lo más potente del universo.
Más info: “¡Que las matemáticas te acompañen!” (Ariel, 2018)