Bienestar

Gazpacho: cómo (y cuándo) tomarlo para que deje de sentarte tan mal

Su fama le precede como refresco veraniego y es que resistirse a un vaso de gazpacho, fresquito y cuando el calor aprieta, es una tentación complicada de evitar. Además, aunque

Su fama le precede como refresco veraniego y es que resistirse a un vaso de gazpacho, fresquito y cuando el calor aprieta, es una tentación complicada de evitar. Además, aunque nunca serán igual, las opciones de los lineales de supermercado nos los ponen en bandeja de plata para ahorrarnos esfuerzos en casa.

Tomate, aceite, vinagre y sal, más una pizca de pan, pepino, pimiento, cebolla, ajo o, incluso, comino, dan vida a un rojo reclamo que pone a toda Andalucía en el mapa y que comparte familia con los salmorejos o las porras antequeranas. Afortunadamente, el gazpacho de tomate conquista paladares más allá de Despeñaperros y ahora es complicado encontrar casas en las que no entre, bien sea en bote o bien sea hecho allí.

Tanta es la moda y la fama que incluso la farándula se ha subido a este barco, como es el caso de los gazpachos y salmorejos de Belén Esteban, que se agotaron al poco tiempo de ponerse en el mercado, aunque evidentemente también podéis apostar por hacerlos en casa si seguís estas recetas e incluso podéis aparcarle y sumergiros en otras sopas frías.

Sea como sea y a pesar de su sabor y poder refrescante, nuestro querido gazpacho tiene algunas pequeñas contraindicaciones –en ningún caso fatales–, pero que a ciertas personas no les hace demasiado bien, más aún si recurrimos a la trilogía veraniega de gazpacho, siesta en sofá y Tour de Francia, generando un silencioso e inesperado malestar.

Aleja el gazpacho de tus siestas y sueños

Repasa mentalmente la lista de la compra de un gazpacho y luego piensa en sus posibles enemigos: tomate, vinagre, ajo, cebolla, aceite... Todos sus integrantes son productos relativamente ácidos (vinagre, tomate y aceite) o alimentos que suelen repetir, como el ajo y la cebolla, y ahora piensa en el mal que podrían hacernos si rematamos un trago de gazpacho y automáticamente nos echamos la siesta.

En efecto, las personas que tengan acidez de estómago, reflujo esofágico, hernias de hiato o ardor no deberían echarse directamente después de consumir gazpacho porque puede amargarles la siesta, o el sueño nocturno si lo consumimos por la noche, aumentando los niveles de acidez y esa sensación que se extiende a lo largo del esófago.

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Una forma de cambiar la intensidad del gazpacho es usar tomates más dulces, un aceite más suave o menos vinagre. ©Gtres,

La forma de paliarlo o al menos de intentar limitarlo es cambiando las proporciones o el tipo de ingredientes. En el caso del aceite, buscar aquellos suaves y menos ácidos, del mismo modo que deberíamos intentar usar la menor cantidad de vinagre posible.

También, aunque el tomate parezca inocuo, juega un papel fundamental por su elevada acidez (además de ser un mal amigo de nuestra salud bucodental, un potencial aliado del mal aliento y de nuestro sueño nocturno), así que lo mejor siempre será usar aquellos que estén muy maduros porque tendrán más azúcar o, en la medida de lo posible, corregirlos con alguna cucharadita de azúcar.

Cuidado con los diuréticos y la hipertensión

Ya sabemos el primer supuesto en que el gazpacho no será siempre un fiel escudero, sino un potencial amargador de sueños, pero no es su único pero, aún dejando claro que puede ser un producto sano, natural y fácil de hacer en casa. Con esto no pretendemos demonizarlo, pero sí aportar algo de luz a un posible abuso en personas que sufran ciertas patologías.

Es el caso de ciertos malestares gastroesofágicos pero, como podéis interpretar, no serán los únicos. Otro sector al que el gazpacho en demasía tampoco hace demasiado bien es al de las personas que padezcan hipertensión. Nuestro líquido y rojizo amigo, sea casero o sea industrial, necesita una pizca de sal para tener más encanto.

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Es conveniente no filtrar en exceso el gazpacho casero, para así no perder la sensación de saciedad. ©Gtres.

Evidentemente, en casa podemos controlar a voluntad la sal añadida, pero no podremos hacer lo mismo con los comprados en el supermercado, por eso habría que echar un vistazo a la información nutricional. Generalmente veremos rangos de sal que vayan desde los 0,5 gramos por cada 100ml hasta el gramo de sal por cada 100ml. Esto nos sitúa en un producto subido de sal, más aún cuando las recomendaciones de ingesta de sal diaria según la OMS no superan los cinco gramos.

Cogiendo el ejemplo del gazpacho Sabores de la Esteban, que presenta 0,9 gramos por cada 100ml, nos pondremos en una tesitura de que un vaso de gazpacho (250ml) se irá a los 2,25 gramos de sal, es decir, casi la mitad de la cantidad diaria recomendada y todo ello en apenas en un vaso.

Por si fuera poco, no solo los que tengan que vigilar la ingesta de sal han de prestar atención al gazpacho y no consumirlo a toneladas y, en la medida de lo posible, que sea lo menos filtrado posible para aprovechar al máximo su poder saciante.

Recuerda que estamos ante un alimento, no ante una bebida, aunque se pueda prestar a ello, pero también hablamos de un producto con evidentemente más calorías que el agua pero que podríamos beberlo como tal.

Esto nos lleva a un tercer escenario, bastante obvio, que lo convierte en otro elemento perjudicial para nuestro sueño nocturno: es un alimento diurético. Agua, vinagre, muchas hortalizas, aceite y además la participación especial del pepino, famoso por esa eliminación de líquidos, pueden hacer que las noches de nuestro verano se vuelvan más turbulentas e impidan que conciliemos el sueño con facilidad por tener que levantarnos al baño con frecuencia, sobre todo si cenamos con gazpacho.

Ahora que sabes cuándo y cómo, ya puedes elegir tu gazpacho favorito -y mirar la información nutricional- o hacerlo en casa y disfrutar pero no teniendo la siesta entre ceja y ceja.

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