La mediocridad está a la orden del día. Lo malo es que la gente mediocre no se da cuenta de que lo es, con lo que hace poco para intentar mejorar y buscar su talento oculto, si es que lo tiene. Igualmente, y es mucho más dramático, una persona talentosa puede convertirse en un mediocre.
La pregunta es, pues, ¿cómo podemos evitar la mediocridad y estar alerta para poder identificar si nos ha llegado la hora de hacer un cambio? "La respuesta está en entrenar la mente", asegura Fernando Botella, CEO de Think&Action y experto en formación y desarrollo de directivos, quien ha charlado con Vozpópuli a colación de su nuevo libro ¿Cómo entrenar la mente? Y aprender de forma exponencial (Ed. Alienta).
¿Cómo podemos evitar ser unos mediocres?
Fernando Botella asegura en su libro que la cura que existe para la mediocridad es entrenar la mente, lo que, si lo hacemos bien, nos conducirá a mejorar y destacar.
"La mediocridad suele llegar cuando crees que estás en tu mejor momento. Cuando piensas que has llegado a la meta y que ya no puedes mejorar porque ya lo sabes todo. En ese momento dejas de preguntarte cosas y de avanzar, o lo haces a una velocidad mucho menor. Empieces a haces las cosas mecánicamente y pierdes esa brillantez que creíste tener. Te vuelves complaciente y dejas de sentir ese cosquilleo interior, que tal vez era un poco incómodo, pero que te mantenía alerta y vivo. La mente de aprendiz continuo es la que nos permite vivir en un entorno que cada vez más exponencial. Un entorno en el que la velocidad del cambio interior tiene que ser igual o superior que la velocidad del cambio de sistema.
La mente de aprendiz continuo es la que nos permite vivir en un entorno que cada vez más exponencial
PREGUNTA. Pero ¿la mente realmente se puede entrenar?
RESPUESTA. Por supuesto. De la misma forma que fortalecemos y desarrollamos los músculos y articulaciones de nuestro cuerpo mediante una serie de ejercicios, podemos acostumbrar a nuestra mente a recorrer determinados caminos y a controlar otros que nos vienen dados de serie y a veces nos bloquean y nos impiden ofrecer la mejor versión nosotros mismos. El entrenamiento nos permitirá, por un lado, librarnos de una serie de filtros y sesgos cognitivos que limitan nuestra comprensión de la realidad y nuestra interacción con el entorno, y, por otro, desarrollar una serie de habilidades que nos ayudarán a encontrar estados de satisfacción y bienestar con nosotros mismos y con los demás.
P. Entiendo. En tu libro también tratas mucho el conocimiento exponencial y aseguras que nos puede ayudar a ser mejores. ¿Cómo y por qué?
R. Aprender exponencialmente supone librarnos de esas ataduras, abrirnos a lo nuevo y cuestionarios permanentemente lo establecido para darle una vuelta de tuerca más, para ir un poco más allá. Supone tener una actitud de aprendiz continuo y aceptar la propia ignorancia como el punto de partida para infinitas posibilidades de mejora. Una vez que aceptas que eres imperfecto y que no lo sabes todo, las posibilidades de crecimiento son infinitas.
El entrenamiento de la mente nos permitirá, por un lado, librarnos de una serie de filtros y sesgos cognitivos que limitan nuestra comprensión de la realidad y nuestra interacción con el entorno
P. ¿Y todo el mundo puede tener las mismas habilidades para aprender si entrena su mente?
R. No todo el mundo tiene el mismo talento como punto de partida. Si yo nunca he jugado al tenis y me apunto a clases y me lo tomo muy en serio, soy constante, me esfuerzo y empiezo a jugar todos los días, está garantizado que mejoraré. ¿Lo suficiente para jugar en la ATP? Probablemente no. Pero si para ser un mucho mejor jugador de que era al principio. Con las habilidades mentales sucede lo mismo. No se trata de competir con los demás. Lo que sí tiene todo el mundo por igual es la posibilidad de crecer y de ofrecer una versión mejorada de si mismo. Luego, cada cual deberá seguir su propia velocidad y su propio plan de entrenamiento.
¿Cómo distinguir a un líder que en realidad no es líder?
Botella asegura en su libro que "un líder es exponencial sólo si su pensamiento es exponencial", y que es una forma de ser. ¿Cómo podemos reconocer, pues, a una persona que va de líder pero que no lo es? El autr nos da cuatro claves para reconocerlo:
- Vive más en el pasado que en el futuro, está anclado en realidades que ya no existen.
- No se cuestiona ni genera alternativas con pensamiento disruptivo de la realidad.
- No ayuda a otros a desplegar su talento, no cataliza voluntades, no provoca que cristalice el talento conectivo, es decir, no genera inteligencia colectiva entre los miembros de su equipo.
- No maneja el poder de la conversación. No sabe gestionar una conversación crucial ni un feedback productivo y orientado al futuro con sus colaboradores.
P. Bueno, ¿y cómo podemos entrenar la mente? ¿Podrías decirnos tres o cuatro claves de todas las que apuntas en tu libro?
R. Una sería es que deberíamos aprender a usar la pregunta. Las afirmaciones categóricas no dejan espacio para nada ni para nadie. En cambio, cuando utilizamos las preguntas las posibilidades de crecimiento e interacción aumentan exponencialmente.
También hay que practicar la escucha como fuente de aprendizaje. Porque cuando hablas dices cosas que ya sabes y, en cambio, cuando escuchas dejas abierta la puerta para que entre en tu mente lo nuevo. Aprender a modular nuestro lenguaje interior sería otro de esos consejos. La manera en la que nos hablamos a nosotros mismos es muy importante y marca la forma en la que nos comportamos y nos proyectamos ante los demás. Hay que evitar un tipo de lenguaje interior negativo o contaminado por suposiciones, generalizaciones, exageraciones y otros sesgos tóxicos.
Otra, practicar un buen feedback orientado siempre al futuro, no al pasado, porque es e elemento que pone en marcha los engranajes de la imaginación. Y, finalmente, siempre tener desplegada la antena de la curiosidad y una actitud de aprendiz continuo.
No todo el mundo tiene el mismo talento, pero no se trata de competir con los demás. Lo que sí tiene todo el mundo por igual es la posibilidad de crecer y de ofrecer una versión mejorada de si mismo
P. Dices que tu libro es como un gimnasio para entrenar tu mente. ¿Cuándo podemos empezar a ver el cambio?
R. A diferencia de lo que sucede con los músculos, en la mente se pueden apreciar los cambios casi inmediatamente. Solamente por el hecho de enfrentarte a un hecho de una forma diferente a cómo que lo hacías antes por haber entrenado la mente en una determinada dirección, ya vas a notar un cambio. Lo difícil es sostenerlo en el tiempo y que se convierta en una ventaja sostenida de mejora. Por eso es necesario el entrenamiento.
P. Ahora, con la pandemia, hemos cambiado todos de hábitos y de forma de vida. ¿Qué ejercicios podemos hacer para que no nos pase factura en cuanto a salud mental y espiritual?
R. Para mí el gran ejercicio es el de la esperanza. Tener la capacidad de proyectar el futuro de una forma positiva te permite poner mucha fuerza en el presente. Otro ejercicio es el aprender a pensar y a cuestionarse permanentemente la realidad, porque vamos a tener que enfrentarnos a un ecosistema en el que constantemente se van a introducir variables nuevas y tenemos que ser capaces de relacionarnos bien ellas. Y la tercera clave es darle valor al colectivo como nunca antes lo hemos hecho.
Desafortunadamente, muchas personas han sufrido y están sufriendo en esta crisis sanitaria, pero creo que de ella salimos muy reforzados como colectivo. Que a pesar de las diferencias de opinión, los grupos salen más cohesionados y fortalecidos gracias al trabajo del talento interconectado que hemos visto a lo largo de estos meses. Hay que volver al colectivo como el gran baluarte del talento.
P. Y, por último, ¿en qué facetas de la vida pueden mejorar las personas que lean tu libro?
R. Todos podemos mejorar nuestras habilidades mentales y nuestra capacidad para autogestionarnos mejor. El entrenamiento que propongo en mi libro permite mejorar la autoestima, la manera de afrontar los retos, nuestra adaptación al el entorno y nuestras relaciones con las personas que nos rodean. En una palabra, permite ofrecer una mejor versión de nosotros mismos. Me permite ser mejor para hacer un mundo mejor.