El verano se convierte en la época propicia para que picaduras se multipliquen en nuestra piel. El aire libre, el calor, el cloro o utilizar ropa más corta son una invitación constante a que estos molestos picotazos o mordeduras se sucedan.
Hablamos de avispas y de abejas, pero también de arañas, mosquitos, pulgas, garrapatas e incluso alacranes o escorpiones, coincidiendo también con una temporada donde nuestros hábitos cambian. Dejar atrás el asfalto y apostar por entornos más campestres o salvajes. Generalmente, hablamos de pequeñas ronchas o habones en la piel, que desaparecerán con el paso de los días, pero en las personas que sufran distintas alergias a estos picotazos las complicaciones pueden ser mayores.
De forma natural, en nuestro país es complicado encontrar animales cuyos picotazos sean especialmente graves -salvo en el caso de los alérgicos- . Pequeños bultos hinchados alrededor de la picadura, que pueden ser blancos o rojizos, y que perduran así con cierta picazón durante varios días, siendo menos molestos los del mosquito que los de avispas u abejas.
En el caso de estas últimas, se produce una reacción local con un dolor más intenso que en el caso del mosquito. Acarrea así cierta hinchazón y enrojecimiento, acompañado de prurito y escozor, percibiéndose una pápula blanca como epicentro del picotazo. Los síntomas duran así varias horas, aunque en personas con hipersensibilidad podrían durar varios días.
Las complicaciones llegan en el supuesto de que la picadura se produzca en zonas especialmente sensibles, como en la cara, en la garganta o cerca de los oídos, ya que la reacción que desencadena es más molesta y la inflamación generada aún más incómoda. De esta forma, incluso puede afectar a las vías respiratorias o la propia garganta.
Cómo reconocer las distintas picaduras
Hay picotazos que duelen menos y otros que duelen más, los cuales tienen que ver con el tipo de veneno o sustancia que el insecto ha introducido. En cualquier caso, salvo en el ejemplo de los mosquitos y de las pulgas o garrapatas, cuyos picotazos y mordiscos están enfocados a alimentarse, los demás animales solo usarán sus aguijones o bocas como defensa.
Hablamos así de avispas y abejas (aún suponiendo la alergia), además de arañas, escorpiones o alacranes, que recordamos son los animales salvajes que podemos encontrar con más frecuencia en las playas, campos y montes de España. A ellos se suman una creciente influencia de otros artrópodos invasores como pueden ser el mosquito tigre o la avispa velutina (o asiática), que no solo pica a los seres humanos.
- Mosquito: es una especie de burbuja subcutánea circular ligeramente enrojecida y molesta que remite a los pocos días si no nos rascamos.
- Araña: son fácilmente distinguibles porque no es un picotazo, sino una mordedura, quedando marcados los quelíceros (el apéndice bucal con el que atrapa a sus presas). El habón que produce puede ser más irregular y algo más grueso que en el caso anterior.
- Abeja: es un habón irregular y blanquecino, rodeado de una superficie enrojecida de unos 10 centímetros de diámetro, que causa picor y escozor. Salvo encontrarse en zonas comprometidas o en el caso de personas alérgicas, no entraña gran riesgo. La forma de distinguirlo del picotazo de avispa es que, en este caso, el aguijón se queda en la piel. Para eliminarlo, la mejor forma es hacerlo con una superficie roma raspando a ras del picotazo hasta que salga. En cualquier caso, descartar las pinzas, ya que al apretar pueden liberar más veneno.
- Avispa: encontramos un epicentro rojo, donde ha picado, rodeado de una inflamación blanquecina a la que secunda un enrojecimiento más o menos irregular de la piel. Son muy molestas, pero no incluyen demasiado riesgo más allá del dolor en circunstancias habituales. En casos puntuales pueden derivar en inflamación e hinchazón de los tejidos.
- Garrapata: en este caso hablamos de picaduras muy discretas, casi indoloras, y además suelen durar poco tiempo, ya que la garrapata, un parásito, suele abandonar el huésped a los pocos días en el caso de los humanos. Solo en el caso de que transmitan alguna enfermedad, lo cual es inusual, notaremos sintomatología.
- Pulga: se trata de un insecto saltador, por lo que sus picaduras son fácilmente reconocibles porque se suelen agrupar en grupos de tres o cuatro puntos rojos. Más allá del enrojecimiento y escozor no se trata de una picadura grave.
- Chinche: las picaduras de la Cimex lectularis o chinche de la cama son bastante molestas, además se producen de forma lineal o agrupada en pequeños puntos rojos, sin generar habones.
- Escorpión y alacrán: en este caso son picaduras amplias, dolorosas, con un fuerte enrojecimiento y donde se aprecia perfectamente el punto de entrada del aguijón. En cualquier caso, es conveniente descartar cualquier otra posibilidad de picadura acudiendo a un centro médico a la mayor brevedad posible.
En los casos que hablemos de personas alérgicas, es conveniente ir lo antes posible a cualquier servicio de urgencias para evitar la reacción anafiláctica producida por la picadura. Ronchas, habones, dificultad para respirar, mareo o pérdida temporal de visión son parte de la sintomatología de la anafilaxia, la cual hace necesario la intervención médica a la mayor brevedad posible.
Cómo tratar las picaduras de insectos
En cualquiera de los supuestos, lo primero que se debe hacer es lavar el área afectada con agua y jabón. En el caso de picaduras leves, utilizar frío local (un trozo de hielo envuelto en un paño bastará) puede limitar la reacción y el picor, y si hablamos de picaduras con aguijón, comprobar si está dentro y procurar eliminarlo. También podremos utilizar amoníaco de forma tópica sobre un trozo de papel o un algodón, que alivia la molestia. un
En caso de reacciones locales intensas se puede recurrir a corticoides tópicos como la hidrocortisona o la fluocortisona, según especifican desde el departamento de Salud de Castilla-La Mancha, que también recomiendan no utilizar vendajes en la zona tratada. Esta compresión favorece el paso del corticoide al torrente sanguíneo y aumenta el riesgo de aparición de efectos secundarios.
Si las molestias generales persisten se puede recurrir a un antiinflamatorio oral, descartando el ácido acetilsalicílico en este caso. Además, indican también la recurrencia del antihistamínico oral en el caso de que haya picor. También para evitar esa compresión del veneno, retirar anillos, relojes o brazaletes es conveniente.
En cualquier caso, si la persona es alérgica o la zona del picotazo es una zona sensible (cara, oídos, garganta o pecho) es conveniente poner rumbo al servicio médico más cercano para evitar que la reacción se complique.