Bienestar

Deja de beber refrescos: estas son sus consecuencias a largo plazo

"Cuando estaba en el instituto, por las mañanas tenía mucha sed y como no tomaba café necesitaba cafeína para despertarme. Entonces tomaba una conocida marca de refrescos nada más levantarme

"Cuando estaba en el instituto, por las mañanas tenía mucha sed y como no tomaba café necesitaba cafeína para despertarme. Entonces tomaba una conocida marca de refrescos nada más levantarme porque mi cuerpo me lo pedía. Era como cuando tienes mucho calor y te mueres por algo muy frío y salivas solo con pensar que lo tomas. Así fueron todos los días, lo que a la larga me provocó un dolor de estómago increíble", relata Rita, una joven de 31 años a Vozpópuli.

"Los dientes se me empezaron a poner amarillentos y notaba que el esmalte desaparecía. Tenía como pinta de que estuvieran pudriéndose. Recuerdo que no era la única en mi clase que tomaba cada mañana para desayunar y tuve que dejarlo de raíz. Ahora cuando me bebo un refresco de este tipo no me sabe nada bien", añade esta madrileña.

Según datos de Statista, en 2018 se consumieron 1.818,36 millones de litros de refrescos en nuestro país. De hecho, los niños españoles menores de nueve años consumen bebidas azucaradas de forma regular: el 7% admite tomarlas a diario, el 16% casi todos (4-6 días a la semana), y el 58% algunas veces (1–3 días cada 7).

Para frenar esta estadística, el Gobierno de España aumentó desde el pasado enero (incremento que se ha visto reflejado ya en los presupuestos de 2021) el IVA de las bebidas azucaradas y edulcoradas del 10% a un 21%, siguiendo el ejemplo de otros países europeos.

¿Adicción a los refrescos edulcorados?

Rita no es la única que ha sentido una adicción por los refrescos de cola. Juan, un joven de 34 años residente en Madrid ha confesado también a este medio que durante años estuvo enganchado a este tipo de bebidas carbonatadas. "Lo primero que hacía era tomarme una para desayunar, pero no lo peor era que seguía durante todo el día. Llegaba a ingerir unas tres botellas de dos litros al día. Me lo tomaba como si fuera agua. Era adicto porque tenía la necesidad de bebérmelos todo el rato", explica a Vozpópuli.

La adicción es un trastorno mental y fisiológico que se caracteriza por el uso continuado de una sustancia aunque le afecte negativamente. Sin embargo, la dependencia a los refrescos no tiene una definición oficial y actualmente no hay suficientes evidencias para sugerir que sea un verdadera enfermedad.

Beber muchos refrescos provoca obesidad

Si te sientes identificado con esta situación, es posible que debas ponerle freno porque a largo plazo surgen problemas físicos y de salud mental como obesidad, diabetes tipo 2, enfermedad de hígado graso, dientes deteriorados, enfermedades cardíacas, depresión y hasta huesos debilitados.

"Si algún día por lo que fuese no tomaba refresco de cola, hasta me dolía la cabeza. Se llegó a convertir en algo obsesivo y me daban igual las marcas, solo quería beberme uno. Al final tuve que dejarlo porque mi dentista empezó a ver mis dientes muy deteriorados. Era algo real, la gente podía ver que mi dentadura no era la misma. A partir de ahí empecé a comentarle a mi terapeuta lo que me estaba sucediendo y él me ayudó poco a poco a sustituirlos por agua. Me costó muchísimo y fue un proceso muy lento, pero hoy soy otra persona", añade Juan.

Consecuencias para la salud

El cáncer tiende a ir de la mano con otras enfermedades crónicas como la obesidad, la diabetes tipo 2 y las enfermedades cardíacas. Por esta razón, no es sorprendente ver que las bebidas azucaradas se asocian frecuentemente con un mayor riesgo de padecer esta enfermedad tan grave.

Un estudio realizado a más de 60.000 adultos descubrió que aquellos que bebían dos o más refrescos por semana tenían un 87% más de probabilidades de desarrollar cáncer de páncreas que aquellos que no los tomaban. Y no solo eso, otra investigación aseguró que su ingesta está relacionada con la muerte en pacientes con cáncer colorrectal.

Como ya han explicado Rita y Juan, es un hecho que este tipo de bebidas provocan a la larga daños dentales. ¿Por qué? La soda contiene ácidos fosfóricos y carbónicos que provocan que tus dientes sean más vulnerables a las caries, pero es la combinación con el azúcar lo que hace los que hace que sean particularmente dañinos.

Además, numerosos estudios vinculan el azúcar que tienen este tipo de bebidas con un mayor riesgo de sufrir demencia, la forma más común de la enfermedad de Alzheimer. De hecho, una investigación explica que cualquier incremento en sangre está fuertemente asociado con una mayor exposición a estos problemas de salud mental. En otras palabras, cuanto más altos sean tu nivel de azúcar en tus venas, más posibilidades tendrás de padecer esta afección que afecta a tu memoria y tu sistema cognitivo.

El azúcar, un problema muy grave

Todo el mundo está de acuerdo en que el azúcar no es un alimento muy saludable y los expertos aconsejan en que deberíamos tomar mucho menos porque hay muchas comidas en general ya tienen de por sí. De hecho, lo que es recomendable es no tomar cosas que lleven añadidos como chocolates, refrescos y bebidas carbonatadas, zumos, bollerías...

Según los datos de la Agencia Española de Seguridad Alimentaria, en nuestro país se consume una media de 111,2 gramos de azúcar al día, una cantidad que cuadruplica lo que figura en las directrices de la Organización Mundial de la Salud (OMS), ya que recomienda no superar el 10% de la ingesta calórica total de azúcares libres.

Cuidado con el azúcar

Además, hay numerosos informes que muestran que tomar azúcar líquida es mucho peor que ingerirla en alimentos sólidos. Es por eso que las bebidas que tienen un alto contenido (suelen estar muy concentradas y es fácil beber grandes cantidades sin sentirse lleno), como efectivamente en los refrescos, se encuentran entre las peores cosas que puedes meter en tu organismo.

Un problema importante con las calorías del azúcar líquido es que tu cerebro no las registra igual. Algunos estudios demuestran que no provoca las mismas señales de saciedad bebiéndola que comiéndola. Como resultado, no te sientes saciado y continúas tomando alimentos indebidos, lo que conduce a mayor riesgo de sufrir obesidad y diabetes. Recuerda que todo en su justa medida está bien, pero si crees que tomas demasiados, empieza a reducir su ingesta o a largo plazo verás sus consecuencias.

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