La resiliencia es un término que se utiliza continuamente pero quizá no entendemos bien qué significa exactamente. La resiliencia es la capacidad de adaptarse a situaciones difíciles. Cuando se vive un momento de estrés o nos enfrentamos a un trauma o a una adversidad, se puede sentir emociones como la pena, la ira o el dolor, pero si conseguimos seguir hacia adelante, funcionando y continuando con la vida cotidiana, ahí se habla de personas resilientes, tanto a nivel físico como psicológico.
El primer autor que empleó esta palabra fue el inglés John Bowlby, creador de la teoría del apego y psicoanalista con un gran interés en el desarrollo infantil. Pero fue Boris Cyrulnik, neurólogo, psiquiatra, psicoanalista y etólogo francés, el que dio a conocer el concepto de resiliencia en el campo de la psicología a través de su libro 'Los patitos feos', un referente imprescindible en el campo de la psicología moderna.
Tras superar una difícil infancia marcada por la muerte de sus padres en un campo de concentración nazi y su posterior paso por distintos orfanatos y centros de acogida, Boris Cyrulnik adoptó el concepto de resiliencia y lo aplicó al campo de la psicología infantil para demostrar y explicar cómo todo niño puede volver a empezar después de haber sufrido una experiencia traumática.
La resiliencia no es algo que vaya en nuestro ADN, aunque sí que puede haber una tendencia genética a ser optimista ante las adversidades. También el entorno en el que crecemos nos hace ser más o menos resilientes. Este tipo de cualidad es algo que todos podemos desarrollar y practicar a lo largo de los años. Las personas que practican la resiliencia suelen aprender de cada experiencia y de cada adversidad e intentan sacar algo positivo de cada momento vivido, aunque no sea el mejor.
Hábitos para practicar la resiliencia
Las personas que practican la resiliencia suelen seguir estos patrones comunes:
-Son conscientes de lo que son capaces de hacer. Conocer nuestros puntos fuertes y débiles es clave para afrontar con decisión los retos que nos pone la vida continuamente, ya sea a nivel personal, familiar o profesional. Las personas resilientes saben usar a su favor esas potencialidades y debilidades. Conocer además nuestros límites nos hará no crearnos falsas expectativas.
-Son creativas. Cuando nos sucede algo que cambia nuestros planes, las personas resilientes saben salir de ahí de una u otra manera. La creatividad es fundamental para afrontar los cambios y las adversidades, saber cambiar el rumbo y mirar la vida desde otro punto de vista.
-Capacidad de aprendizaje. Dicen que de todo se aprende, pero a veces nos cuesta ver el lado bueno de una situación cuando nos hace daño o estamos sufriendo. No es fácil. Asumir un fracaso o una adversidad y saber encontrar algo que nos haga aprender o crecer para no volver a sufrir, es muy importante. Transformar una experiencia dura o difícil en algo bonito o al menos aprender de ese fracaso o golpe de la vida, nos llevará a vivir más felices y las personas que usan la resiliencia para ello lo suelen conseguir.
-Son objetivos. Muchas veces nos sentimos decepcionados ante determinados momentos que nos habían generado quizá unas expectativas demasiado altas. Las personas resilientes suelen ser objetivas, se marcan retos o metas realistas y tratan de ver las cosas desde un prisma positivo sin ser idealistas, sino realistas. Si se conoce hasta dónde se puede llegar, si luego se consigue algo más, la alegría será superior, pero si no se logra, el golpe será menos duro.
-Huyen de personas negativas. Las personas que practican la resiliencia suelen rodearse de personas positivas y que ven la vida como ellos. No se dejan influir por personas negativas o que siempre están chupando la energía de los demás, los llamados vampiros emocionales, con pensamientos poco optimistas. Así suelen contar con una red de amigos o familiares que siempre están dispuestos a echar una mano y él aporta lo mismo.
-Practican el buen humor. Derrumbarse no es malo, pero lo ideal es salir a flote cuanto antes. Las personas con resiliencia suelen afrontar los problemas con humor y son capaces de reírse de ellos mismos y de las situaciones negativas que les pasan. No significa que se tomen la vida a cachondeo o que no le den importancia a los problemas, sino que tratan de ser optimistas para no caer en un pozo más profundo.
-Controlan sus emociones. Hay situaciones que se nos escapan y que es imposible que podamos controlar, pero estas personas sí que intentan controlar sus emociones para mantener a raya el estrés o las tensiones que aparecen en el día a día. Son buenos lidiando con la incertidumbre y no les preocupa no tener el control las 24 horas del día.
-Practican el aquí y ahora. Tener una conciencia plena y estar presentes en el aquí y ahora es clave para afrontar cada día. Ser consciente de que la vida pasa rápido y que no somos inmortales, es fundamental para ser realistas y vivir cada día con pasión y alegría. El ayer es pasado y el pasado, pisado. Las personas con resiliencia disfrutan de los pequeños detalles del día a día, miran al presente y al futuro cercano, pero no a un futuro muy lejano que no van a poder controlar.
-Buscan ayuda si la necesitan. Pedir ayuda es uno de los hábitos que tienen estas personas. Saben que no son perfectos y que hay ocasiones en las que solos no van a superar una situación o emoción. Pedir ayuda a gente cercana o acudir a un psicólogo para que nos de claves para salir a flote es fundamental.
-Tienen flexibilidad. Adaptarse a los cambios es algo muy importante y estas personas suelen ser flexibles en todas las situaciones. Adaptarse a situaciones que llegan por sorpresa y tener vista para cambiar sus metas u objetivos ayuda siempre a afrontar la vida de una manera más feliz. Si nos aferramos a un único plan y no sabemos reaccionar, si ese plan cambia nos sentiremos frustrados y perdidos.