De vez en cuando una estrella sorprende a los astrónomos con una impresionante explosión. Este hecho es la consecuencia de la evolución natural de estrellas más masivas que nuestro Sol. La luminosa explosión ocurre en el último estertor de su vida, y en ese momento pueden llegar a brillar mucho más que su propia galaxia. Se habrá producido una supernova, la explosión más grande que los humanos hayan contemplado jamás.
Y una supernova enormemente luminosa acaba de estallar en la galaxia M101 situada en la Osa Mayor, a 7 megaparsecs de nosotros, y todavía está brillando con magnitud estelar +10, por lo que el magnífico acontecimiento es accesible a los telescopios de aficionados.
El papel fundamental de los astrónomos aficionados
Las explosiones de estrellas en forma de supernova ocurren constantemente, pueden ser observadas a grandes distancias y, de hecho, pueden emplearse para calibrar distancias a galaxias lejanas. Aunque pueda sorprendernos, al ser totalmente inesperadas, tales explosiones son muchas veces descubiertas por astrónomos aficionados que rastrean las galaxias sin cesar a la búsqueda de nuevas estrellas.
Así, el pasado viernes 19 de mayo, el aficionado japonés Koichi Itagaki descubrió la supernova SN2023ixf. Este prolífico astrónomo aficionado lleva cerca de 80 supernovas descubiertas y ejemplifica la valiosa ayuda que presta la astronomía amateur a la profesional.
Al descubrir la supernova poco después de la colosal e inesperada explosión, y comunicarlo a la comunidad internacional, ha hecho posible que los astrónomos apuntemos los más sofisticados instrumentos para estudiar su evolución, obtener su espectro en un ámplio rango de longitudes de onda e intentar identificar la estrella progenitora de la explosión en imágenes previas obtenidas con todo tipo de instrumentos.
En la galaxia del Molinillo
SN2023ixf ha aparecido en la llamada galaxia del Molinillo (Messier 101), una de las galaxias más espectaculares visible del hemisferio norte, desde donde nos muestra completos sus brazos espirales llenos de estrellas, nebulosas y cúmulos estelares.
La galaxia del Molinillo es algo tenue por lo que deberemos buscar un lugar oscuro para apreciarla, lejos de la contaminación lumínica que inunda las urbes haciendo que perdamos nuestra perspectiva cósmica.
Esa galaxia es relativamente cercana a la Vía Láctea dado que se encuentra a unos 21 millones de años luz.
La grandiosidad de esa colosal explosión estelar hará que la mayoría de telescopios apunten en los próximos días hacia esta galaxia para poder estudiar su espectro de emisión y captar el rápido decaimiento en su luminosidad, aspectos que darán pistas a los astrónomos sobre la masa y composición de la estrella progenitora. Siempre resulta de interés observar estas explosiones y afortunadamente ocurren a grandes distancias, quizás la más cercana fuese en febrero de 1987: la SN1987A en la Gran Nube de Magallanes, a 170.000 años luz de nosotros.
Para beneficio de nuestra comprensión de estos fenómenos los astrónomos, independientemente de nuestro infinitesimal país de origen, desarrollaremos una colaboración plena en todo el mundo para comprender la muerte de esa estrella y seguir su evolución luminosa.
Una supernova relativamente fácil de encontrar
La mayoría de nosotros sabemos reconocer el carro de la Osa Mayor. Ese brillante conjunto de estrellas es fácilmente visible al anochecer en estas fechas, cerca del cenit si nos encontramos en la península ibérica o en América del norte o central. Para facilitarlo, indico en la siguiente carta celeste como podremos encontrar la galaxia M101.
Desde el hemisferio norte, sigamos el carro de la Osa Mayor hasta la penúltima de la cola, que en realidad es la estrella doble Alcor y Mizar, fácilmente visibles. A partir de ellas deberemos desviarnos unos grados hacia la izquierda para encontrar las estrellas que rodean la galaxia. Empleemos un telescopio en una noche oscura para poder verla. Una vez encontremos la galaxia será cuestión de fijarse y comparar con las imágenes de este artículo dado que en las próximas noches la supernova seguirá siendo prácticamente su estrella más luminosa, justo ubicada en uno de sus brazos espirales externos.
Una muerte estelar ocurrida hace 21 millones de años
Durante las próximas noches podremos disfrutar de la supernova más luminosa de la última década y aprovechar la suerte de que será visible con telescopios modestos, precisamente en una de las galaxias más fotogénicas y bien situadas del hemisferio norte celeste.
En las próximas semanas, la galaxia del Molinillo aparecerá visible desde nuestras latitudes cerca del cenit durante el atardecer, bien alta en cielo para facilitar su observación. Aprovechemos pues cualquier oportunidad y no dejemos que avance demasiado la fase lunar para verla, incluso empleando telescopios pequeños.
Si lo conseguimos, asistiremos en directo a la luz emitida en el breve final de una estrella de más de diez veces la masa del Sol, cuya muerte ocurrió hace 21 millones de años y que nos habla de la grandiosidad del cosmos.
SN2023ixf dejará en su entorno cósmico su legado químico, la esencia misma de los elementos que necesita la vida orgánica, tal y como hicieron estrellas de generaciones anteriores. Gracias a su existencia hoy en día las galaxias poseen elementos químicos en unas abundancias adecuadas para la formación de planetas como la Tierra y para hacer surgir la vida orgánica.
Que nuestro conocimiento de la grandiosidad del cosmos y su íntima conexión con los seres humanos sirva para generar paz y prosperidad a nuestra minúscula pero afortunada existencia.
Josep M. Trigo Rodríguez, Investigador Principal del Grupo de Meteoritos, Cuerpos Menores y Ciencias Planetarias, Instituto de Ciencias del Espacio (ICE - CSIC).
Este artículo fue publicado originalmente en The Conversation. Lea el original.