Las bacterias siente el mundo externo y activan una repuesta eléctrica que sigue la misma estrategia que nuestro sistema nervioso. El equipo de Giancarlo Bruni publica este lunes los resultados de su trabajo en la revista Proceedings of the National Academy of Sciences (PNAS), en el que muestran por primera vez como las bacterias E. coli se excitan cuando su entorno es alterado y generan una señal eléctrica basada en iones de calcio.
Para el experimento, los autores insertaron unos genes especiales en las bacterias E. Coli que generan una señal luminiscente cuando los iones de calcio se activa a través de ellas. Cuando colocaban el cultivo bajo el microscopio y lo dejaban tranquilo no pasaba nada, pero si las empujaban con una almohadilla las bacterias se iluminaban. Los chispazos de luz, aseguran los investigadores, indican que las proteínas, los iones y la electricidad se estaban moviendo dentro de las bacterias.
El estudio abre las puertas a posibles estrategias contra la resistencia a los antibióticos
Los científicos saben desde hace tiempo que las bacterias responden a determinadas sustancias químicas, que proliferan cuando se les suministra azúcar e incluso que el tipo de superficie en el que se alojan hace que crezcan más o menos deprisa. Pero este nuevo descubrimiento muestra que las bacterias y otros seres vivos utilizan una herramienta común para sentir el entorno, el canal de iones de calcio que funciona también en las neuronas de organismos eucariotas. Desde un punto de vista evolutivo, sugieren, este tipo de señal podría tener miles de millones de años y haber sido utilizado por los organismos más antiguos de la Tierra.
El aspecto más prometedor del descubrimiento es que abre las puertas a posibles estrategias contra la proliferación de infecciones bacterianas e incluso contra la resistencia a los antibióticos. Cuando se exponen a estos medicamentos, las bacterias que sobreviven emiten unas señales eléctricas únicas y se siguen reproduciendo con esta característica que las hace resistentes. “Lo que pensamos que está sucediendo es que están usando estas señales eléctricas para cambiar su modo de vida”, asegura Joel Kralj, autor senior del estudio. El objetivo ahora es estudiar cómo usan estas señales cuando infectan las células humanas y buscar moléculas que paralicen esa respuesta. “Si podemos bloquear la actividad eléctrica bacteriana, podrían ser menos propensas a generar infecciones, y ya no sabrían cuando han llegado a tus deliciosos tejidos blandos del intestino”, explica Kralj. “Podríamos cortarles las manos para que ya no puedan sentir más”.