Dice el artículo 4.7 del Código Ético del F.C. Barcelona: “Los Sujetos Obligados no mantendrán, en ningún caso, conductas inadecuadas, susceptibles de ser cualificadas (sic) de soborno a otros Profesionales Deportivos y a los miembros integrantes y cargos designados por las organizaciones deportivas, con el fin de predeterminar o alterar de manera deliberada y fraudulenta el resultado de una prueba, partido o competición deportiva”. Ese párrafo corresponde al epígrafe Sobornos de profesionales deportivos y organizaciones deportivas, del reglamento moral del club azulgrana reformado por Joan Laporta en 2021. Ni el espíritu ni la letra del Código Ético del Barça admiten contemplaciones con los hechos que hicieron saltar las alarmas de la Agencia Tributaria y han llegado a la Fiscalía Anticorrupción con el nombre de caso Negreira. Aún más: dispone de un llamado Canal Ético para denunciar esas conductas incluso desde el anonimato.
La similitud de lo descrito en el citado epígrafe con lo que aflora en la investigación sobre las relaciones de directivos del club con el número dos del Comité de Árbitros se repite al comienzo del mismo art. 4.7 sobre Manipulación de competiciones deportivas, advirtiendo que “Los Sujetos Obligados se abstendrán de llevar a cabo, de manera directa o indirecta, conductas susceptibles de manipular las competiciones deportivas, ja sea (sic) mediante el pago o el cobro de un precio, la intimidación o acuerdos de cualquier índole, con el fin de predeterminar o alterar de manera deliberada y fraudulenta el resultado de una prueba, partido o competición deportiva (…)”. La intolerancia con prácticas corruptas vuelve a aparecer en otro artículo referido a gastos no justificados, regalos, obsequios y atenciones, en estos términos: “está terminantemente prohibido todo gasto (…) que tenga por objeto el soborno o pretender que quien los reciba adopte una decisión inequitativa o incumpla los compromisos adquiridos con otras entidades”.
Los clubes de categorías superiores están dotados de un código ético que incluye la función de Compliance (cumplimiento de buenas conductas), que en el caso del Barcelona corresponde a un Chief Compliance Officer, un Comité de Compliance y una Comisión de Control y Transparencia. El director de Compliance, Sergi Atienza, nombrado en 2022, sobre el papel tiene autonomía e independencia para “detectar y poner solución a hechos potencialmente contrarios a las leyes y normativa interna”. Éste y otros contenidos hacen de la reglamentación ética del Barcelona una de las más exhaustivas y exigentes, semejante en su extensión a la de su rival de la Ciudad Condal, el R.C.D. Espanyol de Barcelona.
El Espanyol o Español, en su Código de Conducta actualizado en 2019 establece su “profundo rechazo a cualquier modalidad de soborno” sin aludir a la alteración de competiciones, aunque muestra su compromiso con el juego limpio, el principio de legalidad y la integridad relacional. La normativa de la entidad del empresario chino Chan Yansheng pormenoriza las irregularidades relacionadas con la entrega o recepción de regalos y obsequios, que nunca superarán el valor de 100 € ni podrán ser “invitaciones obscenas o fuera de contexto”.
De los equipos que ahora acompañan al Barça en la cabecera de la Liga, el Real Madrid en su Código Ético de 2017 alude a la manipulación de partidos en estos términos: “queda terminantemente prohibida cualquier actuación dirigida a predeterminar, mediante precio, intimidación o simples acuerdos, el resultado de un partido o competición. El fraude o amaño en la competición deportiva (…) será perseguido y sancionado con la máxima severidad, incluyendo el dopaje (…)”. El Atlético de Madrid, menos explícito, tiene un Código de 2018 que prohíbe “cualquier tipo de ofrecimiento, promesa, solicitud o aceptación de una ventaja o trato de favor no justificado, con el fin de obtener un beneficio (…) para el Club”. La Real Sociedad se asemeja al Real Madrid incluso en la terminología al prohibir “cualquier actuación dirigida a predeterminar, mediante precio, intimidación o simples acuerdos, el resultado de un partido o competición”. En el texto del código del club donostiarra sobresale el abuso del desdoblamiento de género para artículos, sustantivos y adjetivos.
Los reglamentos de esas entidades suelen incluir una vía para denunciar irregularidades que desemboca en el responsable de Compliance. También en esto el F.C. Barcelona encabeza la severidad, al disponer de un Canal ético F.C. Barcelona que facilita el trámite para denunciar “conductas indebidas reales o sospechosas” que puedan afectar “a la empresa”, con normas específicas para denunciar mediante identificación o anónimamente. Solo la Real Sociedad comparte lo de las denuncias anónimas que, por otra parte, son práctica usual en la Generalitat de Cataluña y en otros organismos como el ministerio dirigido por Yolanda Díaz. Real Madrid, Atlético y Espanyol garantizan la confidencialidad a los denunciantes sin admitir el anonimato.
En la encrucijada judicial que atraviesa el F.C. Barcelona suenan paradójicas las virtudes con las que adorna su proyección corporativa. Así, destaca la humildad como uno de los cinco valores que conforman su identidad: “Todo el mundo es consciente de cómo el actual FC Barcelona ha gestionado los triunfos obtenidos en los últimos años, y como desde la humildad (y también desde el esfuerzo, el rigor, la responsabilidad, etc.) se ha ganado el respeto (…) de todos”. Una declaración que enlaza con los diez motivos por los que se considera Més que un club, pues en los estatutos actualizados en 2021 proclama su catalanidad, fijando en el artículo 6º de los mismos que “La lengua propia del FC Barcelona es el catalán y, como tal, será la de utilización normal y preferente en todas las actividades del Club”.
Esa norma de uso lingüístico, mimetizada de la que aplica el Govern en la enseñanza, se corresponde con los posicionamientos del Barça identificándose con objetivos del nacionalismo como el derecho a decidir, la adhesión al Pacte Nacional pel Referèndum o la solidaridad con los golpistas condenados, y manteniendo hasta 2021 un convenio con la independentista Òmnium. Una trayectoria con un crítico balance de costes y beneficios que contrasta con la del también catalán Espanyol de Barcelona que en su código ético sostiene el principio de neutralidad política por el que “no se adscribe a ninguna ideología o tendencia política, por lo que (…) se rechazará cualquier conducta (…) que vincule o pueda vincular al Club con una corriente política concreta”. En parecidos términos se manifiesta el código del Atlético de Madrid: “El CATM no está vinculado a ningún tipo de ideología o partido político concreto (…) se prohíbe la realización de manifestaciones, actuaciones (…) que puedan llegar a constituir una implicación política del club”. Real Madrid y Real Sociedad no se manifiestan respecto a la política, coincidiendo en sus adhesiones a declaraciones de Naciones Unidas y a la gestión respetuosa con el medio ambiente.
En paralelo a sus hitos políticos, el Barça acumula una notable relación de subvenciones, hasta veinte en el último ejercicio por importe superior a los 637.000 €, la mayoría concedidas por las federaciones catalanas de diversos deportes, otras por las federaciones nacionales y una, de 274.850 €, de la Liga de Fútbol Profesional por el concepto “manteniment evolutiu/correctiu dels torns de l’Estadi”, común a otros clubes pero en menor cuantía. La tercera mayor subvención, de 94.198,40 €, le ha llegado de la Generalitat por “Bonificació Formació”. En este terreno también hay una diferencia notable con el Espanyol, receptor de tres subvenciones que no llegan a 150.000 euros, ninguna de federaciones u organismos públicos de Cataluña.
La empatía política blaugrana con el poder nacionalista no se ha enredado hasta la fecha con las investigaciones del caso Negreira. La entidad deportiva que permite la exhibición de la bandera separatista en un Camp Nou inaugurado el día de la Mercè de 1957 por altos jerarcas franquistas con uniforme del Movimiento Nacional de FET y de las JONS, en su historia oficialoculta aquella espectacular ceremonia con misa de campaña en el terreno de juego y desfile de banderas. Ahora, ante el horizonte judicial que le pueda esperar, ha optado por contratar los servicios del letrado Van den Eynde, abogado de Oriol Junqueras, y tomar nota del relato de Pilar Rahola sobre las claves del escándalo en el que se ve envuelto. Se trataría, según la columnista, de una operación para “descatalanizar al Barça” en la que se han confabulado la UEFA, la Fiscalía, la LFP, el Gobierno y el Real Madrid en una caza mayor contra Laporta y el club “enemigo del Estado español porque el Barça es una estructura de Estado”.
Conciencia
Mes que un club, un puticlub mafioso
BEJOTA
Creo, Laporta,que TendrÁ Que Elegir Entre Ser Un Club De FÚtbol O El Escaparate Del Separatismo. Esta Última Opcion, Le Lleva A Un Club Privado Del AlgÚn Chino , Ruso O Arabe.
Perhaps
Los códigos éticos sólo obligan a los demás. No son más que un escaparate de fantasía de cara a sus propios seguidores pero falso de puertas adentro. Todos los códigos éticos.