El partido entre el Madrid y el Basilea llevaba más de media hora y no había pasado nada. Era un trámite pestoso, como el que rellena un formulario en una ventanilla de un ministerio. Nada de nada. De repente entró en juego Benzema, un genio que no necesita estar conectado para darle brío a un partido. Se internó en el área, condujo la bola, encaró a dos defensas. En el último instante se percató de la presencia de Cristiano en boca de gol. Un sutil toque, un gol del luso. Vuelta a la siesta.
Hay partidos que cuentan para la estadística, pero no para la historia y este fue sin duda uno de ellos. Es comprensible, pues el Madrid no se jugaba absolutamente nada en esta batalla. Hizo los deberes ganando los cuatro primeros encuentros y dejó para los últimos dos orfidales. Los aficionados suizos, que pensaban disfrutar al lúcido equipo de Ancelotti de los últimos tiempos, se quedaron con las ganas. Vieron una versión menor, un equipo sólido, rocoso, bien construido, pero sin la chispa necesaria para brillar. Para que eso aparezca se necesita más implicación, de esa que no se encuentra en las tardes plenas de intrascendencia.
Aunque el día era de ese estilo Ancelotti no quiso hacer una revolución. Respetuoso con sus titulares, alineó a Ramos, Kroos, James, Isco, Bale, Benzema y Cristiano. Los nuevos fueron Keylor Navas, Varane y los dos laterales, Coentrao y Arbeloa. El portero no solo cumplió, sino que lo hizo con una muy buena actuación. Sin mucho trabajo, se encontró con un mano a mano en el que supo estirarse al máximo para desviar el balón. No es una muestra suficiente para sacar conclusiones, pero en lo poco que tuvo dejó buenas sensaciones. Algo parecido se puede decir de Varane, que no juega mucho para el jugador que es. Alto, potente, preciso, es un jugador que destaca sin necesidad de mucho.
No se puede decir lo mismo de los laterales, que sí suponen una bajada de prestaciones con respecto a los titulares. Coentrao no es Marcelo y Arbeloa no es Carvajal. No es solo una cuestión de talento, también de programa: los titulares apoyan al medio del campo y llegan a la línea de fondo, los suplentes no. Su partido no fue malo, pero no llegan al nivel que marcan sus iguales.
De los de siempre, o de los que ya son los de siempre, destacó Isco. Empezó la temporada como claro suplente, pero el tiempo le está entregando un sitio en el once. Ancelotti, como ya hiciese con Di María, le ha enseñado a jugar al fútbol en una posición que no era la suya. Ahora controla el centro, tiene jerarquía y no se ahorra ni un esfuerzo. El talento siempre estuvo ahí, pero su nuevo yo le da una utilidad que pocos imaginaban que pudiese tener.
Dirige los partidos (junto a Kroos, eso sí) incluso cuando el partido se juega en ralentí. El encuentro, de hecho, tuvo más espectáculo circense, al final del encuentro, que deportivo. Por un lado los espontáneos, que salieron en enjambre, con un cámara incluido para registrar el momento. Por otro, los cambios del Madrid, en los que hubo un lío importante entre Chendo, delegado del equipo blanco, y el cuarto árbitro. Salía Marcelo al campo, pero no se sabía bien por quién. Primero marcaron Isco, que no era, luego un cambio entre dos jugadores que ya estaban en el campo. Finalmente Chendo cogió las riendas y colocó él mismo los números en la tablilla electrónica. Tampoco fue una película de los Monty Python, no nos engañemos, pero en días de hambre cualquier cacho de pan suena a manjar. 15 puntos de 15 posibles, el Madrid no falla.
Ficha técnica
Basilea: Vaclik; Degen (Hamoudi, m. 75), Schar, Suchy, Safari; Zuffi (Kakitani, m. 86), Frei (Díaz, m.83), Elneny, Gonzalez, Gashi; y Embolo
Real Madrid: K. Navas; Arbeloa, Varane, Ramos, Coentrao; Kroos, James (Marcelo, m. 87), Isco (Nacho, m. 90); Bale, Cristiano y Benzema (Illarramendi, m. 70).
Gol: 1-0, Cristiano (m. 34)
Árbitro: Mazic (SRB). Mostró amarilla a Ramos, Degen, Coentrao, Suchy, Schar.
Estadio: St. Jakob Park.