Hasta hace cinco años, cuando el Barcelona de Guardiola la ganó precisamente en Mestalla, la Copa del Rey era una competición residual. Prueba de ello es que hacía diez años que el Barça no la levantaba, un periodo en el que se dieron finales como Valencia-Atlético, Espanyol-Atlético, Zaragoza-Celta, Deportivo-Real Madrid, Mallorca-Recreativo de Huelva, Zaragoza-Real Madrid, Betis-Osasuna, Espanyol-Zaragoza, Sevilla-Getafe y Valencia-Getafe. Es decir, hasta 13 equipos distintos aspiraron a ganar la Copa.
Sin embargo, en los últimos seis años, el Barcelona ha llegado a cuatro finales y el Real Madrid, a tres, contando la que les enfrenta este miércoles en Valencia. Y todo gracias a Pep Guardiola, que dio importancia a la Copa y la sumó a los otros cinco títulos ganados en su primer año como técnico azulgrana, y a Mourinho, que se aferró a ella para salvar su primera temporada en el Real Madrid y la ganó 18 años después.
Esta temporada, con el Atlético de Madrid empeñado en demostrar que una Liga de dos la puede ganar un tercero, la Copa se ha convertido en una tabla de salvación para el Barcelona, que además está eliminado de la Liga de Campeones -precisamente por el equipo del Cholo Simeone-, y también para el Madrid, que sigue con opciones en la Liga, mientras en la Champions tendrá que vérselas con el gran favorito: el Bayern de Guardiola.
Sin embargo, se puede decir que ganar la Copa tendría más valor para Ancelotti que para Martino, pues sabido es que en el Madrid lo único importante es ganar -y así lo demostró Mourinho-, mientras que en el Barça aún sigue importando el estilo, algo que condenó al Tata prácticamente desde su llegada, cuando los resultados aún maquillaban sus evidentes carencias técnicas.
Sólo el hecho de que el rival en la final de Mestalla sea el Madrid añadiría más valor a la Copa para el Barça, que en verano ganó la Supercopa de España al Atlético -por el valor doble de los goles-, un título, eso sí, del que nadie se acuerda. Es lo que tiene estar obligados a ganar. Es la desgracia de los dos grandes del fútbol español. Sólo pueden plenamiente felices cuando se ganan entre ellos. Aunque hablemos de la Copa, una competición hasta hace poco despreciada por unos y otros.