El Madrid ganó un partido en Córdoba porque es el Madrid, sin ningún merecimiento. Fue peor, se mostró desesperado, tuvo errores garrafales en defensa y la pólvora mojada en ataque. Pero ganó, porque es un equipo que no necesita casi nada para llevarse el gato al agua. Si fuese el fútbol una cuestión de justicia hubiese salido del Arcangel con cero puntos. Pero no es el caso, el deporte tiene estas cosas.
El Madrid se pareció a Cristiano, como tantas otras veces. Lo que pasa es que donde normalmente hay goles y potencia en Córdoba solo hubo desesperación y malos modos. El portugués, después de un partido espantoso (uno más, porque lleva un mes para el arrastre) perdió los nervios y soltó una patada a Edimar cuando el balón no estaba en juego. Un comportamiento de pandillero, inaceptable que, por si fuera poco, remató con un manotazo y un gesto abierto a mil interpretaciones en el escudo de campeón mundial. Su mal juego, evidente, se suma a una actitud de niño pequeño que llora porque no le salen las cosas. Es inadmisible que un jugador con sus condiciones no sea capaz de asimilar las dificultades con normalidad. Y eso, más que ninguna otra cosa, es capital para entender la animadversión de muchos al astro luso.
Eso fue lo que ocurrió con Cristiano, el caso más relevante en el mal momento del Real Madrid. Porque el luso fue el peor (en todos los sentidos) pero no el único que no dio la talla. Ni Ramos, perdido, ni los laterales, ni Kroos, ni Khedira, ni Bale, ni James. El Madrid está en un valle de forma, quizá planeado de antemano, quizá como consecuencia de una gestión deficiente de los minutos de sus jugadores más relevantes. Necesita que varios de sus futbolistas vuelvan a su mejor forma si de verdad pretende aspirar al cielo.
En esta versión anémica no tiene entidad para plantar cara ni al Atlético ni al Barcelona, por supuesto tampoco a los capos del continente. Solo Benzema, un jugador que hace del fútbol un mundo mejor, parece mantenerse a un nivel aceptable. Se notó la ausencia de Isco, que en las últimas semanas equilibraba al equipo, así como la de Modric, que no por habitual deja de ser dolorosa para los madrileños. Lucas Silva llega en invierno porque, parece evidente, Illarra y Khedira no son suficientes como sustitutos de nadie, no sirven para tan gran conjunto.
Del mismo modo que el Madrid tuvo uno de sus peores partidos en mucho tiempo, el Córdoba ha demostrado que es un equipo en crecimiento. Durante buena parte de la temporada sonaba a candidato seguro al descenso ahora, por Djukic y algunos fichajes acertados, la música canta de otra manera. Bebe, fichado desde el imperio Mendes en Navidad, demostró que tiene fútbol por dar, y junto a él Cartabia, Ghilas o Florin han ido construyendo un ataque importante. También es cierto que en defensa los blancos hicieron una curiosa política de no injerencia, sin meter mucho la pierna ni esprintar más de lo necesario. De nuevo recalcar la mala labor de Carvajal y Marcelo, dos jugadores que en otro tiempo desequilibraban con la mirada y ahora le pesan al equipo. Los mejores minutos del Madrid, y no por casualidad, fueron con Coentrao en el campo.
Córdoba: Juan Carlos; Gunino, Pantic, Crespo, Edimar; Deivid, Rossi, Bebé, Cartabia, Ghilas; y Florin (Fede Vico, m. 79).
Real Madrid: Casillas; Carvajal, Varane, Ramos, Marcelo (Coentrao, m. 71); Khedira (Illarra, m. 63), Kroos, James (Jesé, m. 79); Cristiano, Bale y Benzema.
Goles: 1-0 (m.2) Ghilas. 1-1 (m.26) Benzema. 2-1 (m.86)
Árbitro: Hernández Hernández expulsó a Cristiano por agresión y a Cartabia por doble amarilla. Amonestó a Ramos, Rossi, Khedira, Carvajal.
El Arcangel.