El fútbol es así. Inesperado y contradictorio. Cuando más merecía el Real Madrid marcó el Bayern. Cuando más merecía anotar el Bayern marcó el Real Madrid. Marcó una segunda vez el Bayern sin merecerlo gracias a un autogol del Madrid. Y cuando peor pintaba para los blancos, la expulsión de Vidal puso contra las cuerdas a un Bayern que olía a semifinales. En la prórroga Cristiano marcó dos goles que debieron ser anulados por fuera de juego y subieron al marcador. El fútbol escribe con renglones torcidos.
De salida, necesitaba el Bayern anotar dos goles si quería tener opciones de estar en semifinales. Y Ancelotti desplegó un plan. Atacar por las bandas con dos carrileros naturales (Lahm, a la derecha, Alaba, a la izquierda) y dos extremos a pie cambiado (el zurdo Robben a la diestra y el diestro Ribery a la siniestra). Eso lo cotrarrestó Zidane haciendo trabajar a los centrocampistas y plantando un 4-4-2 para rebajar la inferioridad en las bandas.
Avisó el Bayern en el minuto 7 con una llegada por la izquierda de Ribery que sirvió a Thiago, cuyo disparó tapó Marcelo y su rebote lo mandó fuera Robben. Primer susto. El balón era del Bayern, sin riesgos, jugando su partido. Dominaba y ocupaba mejor los espacios. El Real Madrid llegaba un segundo tarde a las coberturas ante la dinamicidad de los teutones. Sin balón no había rastro de Cristiano, Benzema o Isco.
El Bayern, además sabía a quien presionar, y Casemiro, hecho un flan, no paró de perder balones en la salida. La primera jugada cosida por los blancos no llega hasta el minuto 22, cuando el chaparrón teutón ya había amainado y Marcelo comenzaba a afilar su banda. A ese se sumban los latigazos en las contras blancas, como uno que desvió Neuer a tiro de Carvajal. O la pelota que sacó bajo palos Boateng a disparo de Ramos, tras un error de Neuer.
El resuello duró a los muniqueses media hora. Con el partido teñido de blanco, los de Zidane maduraban el gol con la pelota en los pies. Roto en dos el Bayern y con Xabi Alonso más errático que de costumbre, en el que podía ser su último partido de Champions, los muniqueses se diluían ante un Madrid que crecía en el partido. En el último tramo de la primera parte Kroos se asomó al área con tres remates y Lewandowski apareció en el frente de ataque teutón. Moría la primera mitad con el Bayern boqueando y el Madrid sin cazar la mandíbula de los alemanes.
Error de Casemiro, regalo de Ramos
Amaneció la segunda parte sin cambios. No se movían las pizarras. Isco dio el primer aviso, pero el primer susto serio lo protagonizó Robben, que cuando estaba batido Keylor vio cómo Marcelo sacaba la pelota en la línea. Y en la siguiente jugada el holandés fue arrollado en el área por un ingenuo Casemiro. Penalti que Lewandowski transformó, reactivando el partido y la eliminatoria. El drama estaba a un gol, como la tranquilidad. Una drama que rondó el Bernabéu cuando segundos después Vidal perdonó solo ante Keylor Navas.
El Real Madrid trataba de sobreponerse al shock y Zidane mascullaba soluciones. Ribery hizo trabajar a Keylor con un remate acrobático más aparatoso que peligroso. Reculaban peligrosamente los blancos, embotellados de nuevo en su área. El Bayern más que un equipo era un estado de ánimo. Y a la hora de partido era una mezcla de euforia y ansiedad. El gol desdibujó a los de Zidane, desaparecidos al perder la pelota.
Zizou atrincheró su medular poniendo a Asensio por Cristiano. Se lo jugaba a una carta. Una cabalgada para llevársela a Cristiano. Defendía con un 4-1-4-1 donde Casemiro se incrustaba entre las dos líneas. Thiago administraba el balón alternando con Robben y Alaba. El partido servía a ambos e inquietaba a los dos. Se jugaba al filo de la navaja. Estaban a un gol del cielo y del infierno. Y se movían las pizarras. Lucas entraba por Isco y Douglas Costa por Ribery. Zidane sacaba un obrero y Ancelotti un encarador. Sintomático.
Y entonces el partido estalló por los aires. Casemiro avanzó, vio a Cristiano en el panorama y regaló un centro que Ronaldo remató a la red. El Real Madrid se quitaba un peso de encima. Y con la grada celebrando aún el gol, un balón blandito peleado por Müller acabó siendo rematado a su potería por Ramos sin querer y el balón acabó en la red. La eliminatoria estaba igualada. Ancelotti tenía la eliminatoria donde quería.
Partido nuevo de diez minutos (o de 40, con prórroga incluida). El Real Madrid necesitaba marcar y no encajar un tanto. Un gol del Bayern le obligaría a meter dos goles. El dilema era proteger la portería para llegar a la prórroga o buscar el gol que le clasificaba. Y todo con el Bernabéu en cuesta abajo hacia la portería de Keylor Navas. Película de terror en Chamartín. Andaba Zidane cabilando qué hacer cuando Vidal vio una segunda amarilla que ni era falta. Entonces Carletto replegó filas sacando a un jugador de corte defensivo para la medular como Kimich y retirando a Lewandowski. El partido acabó en el minuto 93 con un córner rematado por Sergio Ramos. Pero esta vez no hubo milagro. A la prórroga.
El martillo de Cristiano
Pintaba que en la prórroga nadie se atrevería a salirse del guión. El Bayern por su inferioridad y el Madrid porque un gol le enterraba. Pero nada más lesjo de la realidad. La tuvo Cristiano que se fabricó una ocasión con un zapatazo que sacó Neuer y le respondieron los muniqueses con una contra mal finalizada. Respondió Asensio, pero Neuer volvió a reivindicarse con una mano salvadora. Y a base de mover el árbol cayó la fruta. Centro de Ramos para Cristiano, que está en fuera de juego, la baja con el pecho y la clava con la izquierda en la red. Gol que no debió subir al marcador y que desacredita aquellas palabras de Zidane en las que advertía que el Madrid molesta e insinuaba arbitrajes extraños.
El Bayern tenía que quemar las naves en el área de Navas. Tenía un cuarto de hora. La segunda mitad de la prórroga. Y se fue arriba. Se partió el equipo y lo aprovechó el mejor del partido, Marcelo, que rompió al Bayern con una carrera de 35 metros y regaló el gol a Cristiano, que de nuevo estaba más adelantado. Otro gol que no debió subir al marcador. El Real Madrid, a semifinales con polémica. No es que fuera inmerecido, que no lo fue, pero sí con decisiva intervención arbitral. Aún así le dio tiempo a Asensio a reivindicarse con una jugada personal que demostró su clase. Gol de crack mundial que selló el partido y el billete para semifinales. El Real Madrid ganaba la batalla de las batallas.