El Barça se puso a trabajar en la temporada que viene antes de terminar la recién concluida. Miró descaradamente hacia el futuro sin reparar que aún quedaba un trozo de presente. En suma, se desentendió. Llegó vivo a la última jornada, dependiendo de sí mismo para conquistar un título reparador, ni más ni menos que la Liga, pero todas las señales que emitió fueron de estar a otra cosa. El Atlético lo agradeció.
Martino sabía que tocaba a su fin. Y lo sabían todos a su alrededor, desde sus subordinados hasta el último espectador del Camp Nou. El Barcelona no hizo esfuerzos por disimular que ya había contratado a Luis Enrique como sustituto. Y sobre todo exhibió la mejora de contrato de Messi, su séptima elevación a futbolista mejor pagado del planeta (le toca mover a Cristiano). Aunque la foto oficial del acto de la firma la regaló ayer, acaparó la previa del final de Liga más apretado y directo con el anuncio del aumento de sueldo. Una forma de distracción y también de altanería: estos son nuestros millones, le dijo al Atlético. Los del Cholo prefirieron centrarse en el partido, insistir en la preparación táctica y trabajar ese carácter que los últimos días se le había venido abajo.
Y después de presumir de galáctico, al modo Florentino, la realidad fue que el futbolista mejor pagado de la historia apenas intervino en el día más cardiaco del curso, incluso del siglo. La amortiguación del balón que Alexis empotró en la escuadra y un gol anulado por posición irregular. O sea, nada. Los catorce rivales, con un esfuerzo mucho peor retribuido, le pasaron por encima. El argentino hasta escuchó silbidos de un Camp Nou que interpretó su dimisión como una tomadura de pelo.
Así que el mejor jugador del mundo no tuvo otra que pedir perdón por su rendimiento y hasta poner su continuidad a disposición del club y la masa social. Un gesto de humildad, un anticipo de lo que está por venir o una forma de chantaje para persuadir a los gritones de que les conviene bajar los decibelios. Hay interpretaciones para todos los gustos. Sea lo que sea, el gesto es nuevo. Una sacudida. Por primera vez el múltiple Balón de Oro abre la puerta a su salida del Barça. Y encima, casi a la vez, la entidad azulgrana confirma de forma oficial que Pinto no será renovado. Capricho denegado. Aunque igualmente forrado, Messi ha dejado de mandar.