El Madrid vuelve al mismo punto donde lo dejó. De unas vacaciones a otras, el tema sigue girando alrededor de su portería. Que si Casillas, que si Diego López. Las redes echan continuamentee humo al respecto, o más bien bilis. Que si uno filtra, que si el otro para mejor, que si uno come, que si otro canta, que si Casillas, que si Diego López. Y la discusión es permanente y en la mayoría de las ocasiones hasta desagradable. Así ha sido desde el día que a Mourinho se le ocurrió la feliz idea de sentar al guardameta intocable y de ir fabricándole competidores. Así ha ocurrido juegue el uno u el otro, cambien sus papeles, escriban en primera persona, a través de terceros o simplemente callen.
Un año después de la influida decisión de jugar con Diego López, unos meses después de la rectificación salomónica posterior de conceder a Iker las copas y a Diego la Liga, unos días después de hacer jugar a Casillas incluso la Liga, intermitentemente, con la coartada de la final de Champions, la vida sigue igual por el Bernabéu. O parecida. O peor. Los aficionados escupen y se desahogan a través de Internet y el entrenador suda cada vez que tiene que anunciar una decisión. Suya o de otros. La última, conceder a Casillas la titularidad de la Supercopa. Para Diego López, palabras bonitas. Y efectivamente al instante, ruido y bronca por los alrededores.
Al fondo de la pelea que ha dividido al madridismo, esperando Keylor Navas. Que no firma como nuevo cancerbero blanco hasta que uno de los dos inquilinos de la meta del Madrid se haya ido. El cancerbero ha sido escogido por la dirección deportiva del club para acabar con el dolor de muelas. Pero no quiere poner en pie en el Madrid sin la garantía de que el culebrón se ha acabado. El Madrid lo ha intentado, sobre todo con Casillas. Lo ha puesto en el mercado, pero en realidad el capitán de La Roja ya no tiene. O no mucho. Cobra demasiado y ha perdido nivel deportivo, o eso dijo el Mundial, Nadie lo quiere, por más que se ha y le han ofrecido.
Así que como perseguido por una maldición el que tendrá que abandonar la casa blanca es Diego López. Que tiene también ejército a favor, pero menos dinero en el salario y más posibilidades de encontrar equipo que su antagonista. Una decisión nuevamente sospechosa de dirigida, impuesta por la política de contrataciones del club, y finalmente escasa. El Madrid necesitaba ponerse en manos de alguien ajeno al conflicto, sin contaminar. Pero el elegido, Keylor, corre peligro de acabar infectado si el virus no se extirpa del todo. Es una rendición, pero en realidad el dilema que le conviene resolver al Madrid no es Casillas o Diego López, sino Casillas y Diego López. Los dos fuera. Porque da la sensación de que con Casillas dentro, la guerra civil no va a concluir nunca. Y amenaza con llevarse por delante también al nuevo.