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"Allí arriba te sientes muy humilde; no piensas en el récord, sino en volver vivo"

El hombre que atravesó la barrera del sonido a 1.342 kilómetros por hora asegura en el diario Marca que "no dejé escrito mi testamento porque sabía que no iba a morir".

En una entrevista concedida en exclusiva al diario Marca, Felix Baumgartner, el hombre que ascendió a la estratosfera, a más de 39.000 metros, para en la caída atravesar la barrera del sonido a 1.342 kilómetros por hora, asegura que "no dejé escrito mi testamento porque sabía que no iba a morir. Había estado entrenando este salto desde hace cinco años y mi mente estaba preparada. Ese salto en mi cabeza ya lo había hecho muchas veces.". 

"He estado de aquí para allá en Los Ángeles, Orlando, muchas peticiones, programas de televisión y la verdad es que mi vida ha sufrido muchos cambios", cuenta el paracaidista en un resumen de la entrevista publicada en Marca.com. "La gente te conoce en los aeropuertos, en los restaurantes, te pide autógrafos, fotos. Recibes llamadas a las cuatro de la mañana, te siguen los paparazzis…. Algo ha cambiado mi vida".

A la pregunta de qué pensó durante la ascensión, Baumgartner dice que "estaba muy concentrado en lo que estaba haciendo. Iba repasando con Joe (Kittinger, su predecesor que capitalizó la aventura) que todo estuviera bien no te puedes distraer nada. Necesitaba que todo estuviera bajo control y estuve repasándolo todo con mi equipo".

El austríaco desmiente que no abriera el paracaídas antes para no batir el récord de Kittinger. "No, no fue así. Lo abrí a los 5.000 pies (1.300 metros) que era lo que establecía el protocolo. Todo sucedió como lo había pensado". ¿Cuál fue el momento más excitante para usted? "Cuando abrí la capsula y sentí que estaba en lo alto del planeta. Podía ver toda la tierra. Allí arriba te sientes enormemente humilde, no piensas en que vas a batir un récord, sólo en volver vivo".

Sobre el salto, Felix explica que "es difícil explicar mis sensaciones. La salida fue buena y luego empecé a girar durante unos 50 segundos. En aquel momento pierdes el control, entre otras cosas porque era una fase que a esa velocidad jamás puedes entrenar. Nunca habíamos entrenado un salto supersónico, lógicamente. En ese punto conseguí dominar el salto y pude lograr el objetivo. Del salto se disfruta luego, cuando lo has conseguido y sigues vivo. Pero durante el salto, no. Es durísimo", asegura Baumgartner a Marca.  

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