Este fin de semana vuelve el Gran Premio de Europa de Fórmula 1 después de tres años de ausencia y lo hace en el nuevo circuito de Bakú, un trazado semiurbano y peligroso situado en la capital de Azerbaiyán en el que los mejores pilotos del mundo pondrán a prueba su pericia. Imposible en este contexto es no recordar el último Gran Premio de Europa, el que se disputó en el trazado urbano de Valencia. Ya por entonces todo lo que rodeaba a aquel evento olía bastante mal, y las horas de la segunda carrera española de la temporada parecían contadas, pero Fernando Alonso puso un colofón mágico a un circuito que no lo merecía.
Si el Ferrari F2012 ya de por sí era bastante inconducible, en el Valencia Street Circuit directamente parecía un tanque. Alonso quedó fuera de la clasificación en la Q2, teniendo que partir undécimo, mientras que Vettel y Hamilton copaban la primera fila. El domingo el asturiano estaba enfurecido, enrabietado, como tocado por un halo divino. Los primeros en sufrirlo fueron Button, Di Resta y Hulkenberg, que pronto quedaron atrás. Conforme decrecía el rendimiento de los neumáticos más se agigantaba Alonso, que consiguió dar cuenta de Maldonado antes de detenerse en los pits.
Tras la primera parada, Fernando salió en mitad del tráfico, pero con una maniobra de maestro sobre Schumacher y otra casi suicida sobre Mark Webber consiguió deshacerse de ellos y lanzarse a la caza del podio, que ostentaba Hamilton. Poco le duraría al inglés, ya que Alonso lo pasó durante las segundas y últimas paradas. El Ferrari iba tercero, habia recuperado siete posiciones, pero no se iba a conformar. Estaba en casa, miles de personas habían llenado el circuito de Valencia para verle ganar y no iba a defraudarles. Grosjean iba segundo, y en un adelantamiento de lo más ajustados y peligrosos que se recuerdan Alonso consiguió colarse por delante de él. Comenzaba la persecución de la victoria.
Rotura de Vettel
Tras deshacerse de Grosjean, y totalmente crecido, Alonso comenzaba la persecución de Sebastian Vettel, que apenas rodaba unos segundos por delante. Sin embargo la caza no duró mucho, ya que el Red Bull del alemán sufrió una avería de motor poco después, dejando en bandeja el triunfo de un Fernando Alonso que terminaría paseando la bandera española por el circuito y llorando en los más alto del podio mientras sonaba el himno. Además, Hamilton también se había estrellado y el mundia pareció servido en bandeja de plata para el español de Ferrari. Por entonces aún no se sabía, pero finalmente ni el mundial acabaría en las manos del asturiano ni la Fórmula 1 regresaría nunca a un circuito infesto de la peor de las corrupciones que ha asolado nuestro país.