Tras soportar durante casi 200 días la misma cantinela, el Gran Premio de Singapur ha certificado que ya no cuela. Después de 27 semanas oyendo a Fernando Alonso sacar pecho por su decisión de abandonar Ferrari para irse a McLaren, el triunfo de Vettel ha confirmado el grave error que cometió el español.
Evidentemente, Alonso es muy libre de conducir su carrera profesional por el carril que él considere adecuado en cada momento, pero el hecho es que tras penar cinco años en la escudería italiana ha ido a dejarla justo cuando la mejoría del coche rojo es innegable. Y, sobre todo, el asturiano se ha ido a un equipo tan histórico como ramplón, cuyo "ilusionante y ambicioso" proyecto ya es más que cuestionado en algunos despachos de la propia casa.
Estando todavía en Ferrari, Fernando acuñó una frase, "lo mejor está por venir", que se convirtió en su principal argumento para definir y defender el esperanzador futuro que, todavía lo dice, le aguarda en McLaren.
Sería un milagro que el alemán le birle a Lewis Hamilton el título mundial, pero es innegable que Ferrari ha mejorado ostensiblemente hasta poder competir por victorias e incluso por poles como hacía mucho tiempo no se conocía
No merece la pena reiterar las penurias que llevan padeciendo Alonso y Button al volante de una máquina que hace aguas por todos los lados. Porque si hasta ahora los palos más fuertes se los había llevado el defectuoso motor Honda, la noche de Singapur desmontó el falso mito del "excepcional" chasis fabricado por McLaren. Porque en un circuito con muchas curvas, donde la aerodinámica es muy importante, el coche se acercó un poco a los de arriba, pero no para tirar cohetes. Ni mucho menos.
Siendo el eterno desastre propio lo verdaderamente preocupante de cara al futuro, la segunda razón para el cambio de aires impresa en el manual alonsista tambien se ha ido al garete.
"Me están ganando a mí, pero no a Mercedes, lo que al final es mi verdadero objetivo", ha repetido Alonso varias veces ante las reiteradas preguntas de los periodistas sobre la evolución de Ferrari. "Como ya he dicho, podría haber seguido dos años más allí y acabar segundo dos años más, pero pensé que eso no era suficiente", añade de forma casi mecánica.
El triunfo de Vettel -tercero en su primer año de rojo- en Marina Bay, acompañado en el podio (tercer puesto) por su compañero Raikkonen, ha pulverizado también ese discurso del bicampeón español. Es cierto que sería un milagro que el alemán le birle a Lewis Hamilton el título mundial, pero es innegable que Ferrari ha mejorado ostensiblemente hasta poder competir por victorias e incluso por poles como hacía mucho tiempo no se conocía.
Especular es gratis, pero no es descabellado pensar que Alonso hubiera sido capaz de exprimir un poco más que Vettel ese competitivo bólido rojo y, por tanto, estaría algunos puntos más cerca de su ahora amigo Hamilton.
Con todo, lo que de verdad duele en el alonsismo militante es percibir en la Scuderia un sutil ambiente de autoafirmación, casi de revancha indirectamente dirigido a lo que ellos consideran un desprecio de Fernando por dejarlos tirados teniendo contrato en vigor.
La pose ultra del actual director de Ferrari, Maurizio Arrivabene, en cada circuito parece haber contagiado al propio Sebastian Vettel. Este domingo, aparte de su "¡Forza Ferrari"! a grito pelado por la radio nada más cruzar la meta, el abducido piloto germano quiso salir al podio de Singapur con una bandera amarilla de la Scuderia en la mano. Un comisario se lo impidió arrebatándosela amablemente en el antepalco.
Esa efervescencia 'patriótica' del equipo del Cavallino Rampante es lo que, según bastantes medios de comunicación italianos, se echaba de menos con la presencia del "frío" piloto español en Maranello.
Una teoría desarrollada por el propio Arrivabene hace dos meses: “Veo que Sebastian, como Fernando, es rápido y muy trabajador, ganó el título antes y quiere ser campeón de nuevo. Está bien asentado en el equipo. La situación se ha vuelto calmada, cálida y el equipo ha empezado a creer en sí mismo de nuevo. El resto no me interesa. Alonso puede decir lo que quiera. Puede hablar otros diez años, pero el equipo está por encima de esto. El capítulo está cerrado”.
Traducción libre: Fernando Alonso la pifió yéndose a McLaren... y en Ferrari cada día se alegran de su decisión.