La inoperancia de McLaren Honda ha pasado de ser un asunto meramente deportivo o mecánico para convertirse en un problema de seguridad. El aparatoso accidente del GP de Austria en el que se vieron involucrados Fernando Alonso y Kimi Raikkonen va mucho más allá de la culpabilidad de uno u otro.
Los hechos ocurrido apenas unos segundos después de la salida fueron descritos gráfica y detalladamente por el propio Alonso: "Kimi salió en la curva 2 patinando muchísimo, seguramente porque él llevaba ruedas (neumáticos) duras. Los demás, con superblandas, le íbamos pasando todos. Yo iba por la izquierda cuando él perdió el control del coche más de la cuenta. Yo estaba justo ahí, chocamos y nos fuimos los dos contra el muro”.
La culpa fue del finlandés y queda claro en este vídeo tomado por un aficionado desde la grada:
https://youtube.com/watch?v=dV9nAIVuLEU%3Frel%3D0
El McLaren del español montó sobre el Ferrari del finlandés y una pieza del suelo del coche inglés pasó peligrosamente cerca del habitáculo donde iba sentado Raikkonen. A centímetros de su cabeza. Fue un impacto tremendo, que alcanzó una fuerza de 34G (34 veces la gravedad) e hizo saltar las alarmas de seguridad que a tal efecto llevan los bólidos.
Afortunadamente, los pilotos sólo sufrieron algunas magulladuras sin importancia provocadas por el fortísimo golpe y salieron ambos por su propio pie. Lo realmente preocupante para McLaren y para Alonso tiene su origen en una pregunta retórica: ¿por qué estaba el coche número 14 del asturiano en el lugar y el momento equivocados?
La respuesta es obvia: porque ese es su sitio habitual; y porque las pobres prestaciones del MP4-30 obligan a Fernando y a su compañero Jenson Button a un sobreesfuerzo en cada carrera. A buscar los límites en las peores condiciones. Alonso iba lanzado tras una buena salida. Lo resumió él mismo en un tuit:
Del 19 al 14 en dos curvas...?, el resto... no se podía evitar el coche de Kimi cuando perdió el control.. Contento de ver q todos ok!! ?
— Fernando Alonso (@alo_oficial) June 21, 2015
No es lo mismo salir desde el fondo de la parrilla pilotando un coche de una escudería menor, que hacerlo representando a un equipo histórico. No tiene comparación buscarte la vida desde el pozo de las últimas filas cuando eres un joven meritorio recién llegado a tener que utilizar el codo en cada curva y con todo el pelotón luciendo el escudo de campeón del mundo. La presión es muy diferente.
Alonso y Button venden optimismo, apelan a la paciencia desde que amanece cada nuevo día, pero la realidad es cada semana más tozuda. En Austria, aparte de sumar entre ambos 45 puestos de penalización –récord mundial- en la parrilla por cambiar diversas piezas de sus respectivos motores, al español se le paró el coche –otra vez- en uno de los entrenamientos y el inglés se retiró de la carrera poco después que su compañero.
Escuchar por boca de McLaren la razón oficial de la avería de Jenson sí que obliga a un ejercicio de paciencia. Porque en cada adversidad se 'inventan' un problema distinto. Este domingo fue “un fallo en el sensor del sistema de consumo”. Pedro de la Rosa, piloto español que comenta la F1 en Antena3 famoso por su prudencia, no pudo callarse: “Hasta a mí me sorprende esta avería, no sé a qué se refiere”.
Visto el desastre constante, algunos directivos e ingenieros de McLaren deslizan hace tiempo la idea de que su socio fabricante del motor, Honda, ha pecado de imprevisión y, además, dejan caer que la comunicación con los “cerrados” japoneses no es lo fluida que debiera. Vamos, que echan la culpa de casi todo al motor. Sin embargo, Austria ha destapado también las vergüenzas inglesas. Y de qué forma.
McLaren presume desde hace meses de haber fabricado un chasis “excepcional y revolucionario”. A falta de comprobar esas bondades aerodinámicas, este fin de semana el equipo británico ha escenificado otro esperpento. Prometieron llevar al circuito de Spielberg un generoso paquete de piezas nuevas, prácticamente hablaban de un coche nuevo, y efectivamente así fue. Pero sólo llegó un juego. Es decir, recambios para uno de los dos bólidos. Nada más.
Como en el GP de China el que había utilizado la primera gran evolución del año fue Button, el agraciado esta vez con las piezas nuevas fue Alonso. Y, cosas de las carreras, no había completado la primera vuelta cuando el espectacular choque con Raikkonen hizo añicos la mayoría de esas presuntas joyas de la aerodinámica.
El vodevil va más allá, pues resulta que esta semana están previstos unos tests programados precisamente para probar el ‘nuevo’ coche de Alonso. El ovetense, tras el accidente, desveló que tienen otro morro (parte delantera) para sustituir al dañado, pero que de las otras piezas estrenadas en Austria “igual no hay más”. Si esto se confirma, McLaren tirará a la basura, o casi, las pruebas previstas. Algo imperdonable y muy pernicioso en la delicada situación de desarrollo del coche que demuestran en cada Gran Premio.
Alonso y Button afrontan los elevados riesgos inherentes a la Fórmula con semejante déficit mecánico y con el consiguiente desgaste psicológico. Pocos pilotos hay en la parrilla con su experiencia para manejar esta situación con serenidad, pero el calendario, los aficionados y la competitividad interior de estos deportistas aprietan especialmente los domingos, y sumar un punto se ha convertido en una obsesión.
Metidos en las mil y un batallas sin piedad dentro del pelotón salvaje, es imposible tenerlo todo controlado. Y sobrevienen percances como el de Austria. Esta vez hubo suerte, pero en un deporte de riesgo no conviene tentar al destino tanto como lo viene haciendo McLaren Honda durante toda la temporada.